Sergio George (segundo de derecha a izquierda), comparte junto a artistas como Leoni Torres y Alexander Abreu. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 21/09/2017 | 06:17 pm
En la segunda mitad del siglo XX ganó relevancia una figura que ha devenido clave en los circuitos de creación y comercialización-difusión de la música. Una especie de abogado del diablo, juez y parte que trata de buscar el balance entre los intereses de las disqueras (sean grandes o alternativas), las tendencias del mercado, los patrones de consumo cultural de los diferentes públicos y los artistas. Se nombra: productor musical. Así, este «mago» ha ganado tanta notoriedad como el mejor instrumentista o el cantante que más vende. Es uno de los que mueve los hilos, y en muchos casos define el repertorio, lo que sucede en el estudio y un poco más allá; en otros crea al artista, lo descubre, lo posiciona y recibe igual o mayor cantidad de premios.
Algunos son grandes artistas y no solo comerciantes de arte. Tal es el caso del llamado quinto Beatle, George Martin. O de Simon Cowell, quien han estado tras el éxito de fenómenos de nuestros días como Il Divo y One Direction. Dentro de la música latina, Sergio George resulta, tal vez, el de mayor relevancia en los últimos tiempos. Con él conversamos durante su breve estancia en La Habana, a mediados de enero. Cierto que desde entonces a la fecha, los meses no se han detenido, pero JR considera que nunca es tarde para que nuestros lectores conozcan sobre el quehacer de un grande, que no se esconde para asegurar que ama la cultura cubana, a pesar de que no nos visitaba desde el 2000 o quizá —no lo recuerda con certeza— desde 1999.
«Planeé este viaje porque necesitaba conocer compositores, músicos de acá. He venido básicamente a nutrirme. Veo que la ciudad ha cambiado bastante: hay más vida, se ve excelente. Y siento como siempre el calor humano, eso no va a cambiar nunca», afirmó Sergio George.
«Estoy trabajando con talentos nuevos, por eso he venido a buscar canciones y compositores, porque los mejores están aquí. Musicalmente todo está aquí. Es un viaje relámpago de fin de semana para conocer a gente nueva como Osmani Espinosa, y también para reencontrarme con viejos amigos como Lázarito (Valdés) y Manolito (Simonet)».
—¿Qué lugar tiene la música cubana entre sus referentes?
—Un lugar fundamental. Desde hace 30 años estoy muy al tanto de la música cubana. El fanático de la música o el que es un experto como arreglista no puede dejar de escuchar la música cubana, que siempre está presente en lo que hago, sea con Marc Anthony o cualquier otro artista. Muchas de mis ideas musicales nacieron en Cuba. Estoy muy al tanto de lo que está pasando aquí, de la evolución del son hasta la timba, de la entrada del reguetón y su unión con la propia timba, etc.
«¿Influencias? Desde la Sonora Matancera, el formato charanga, Lilí Martínez en el piano, hasta Manolito Simonet, Lázaro con su Bamboleo, Isaac Delgado, ahora Gente de Zona..., aunque el número uno es para Van Van».
—Un ejemplo de esa cercanía es la inclusión de un tema de Polo Montañez en el disco 3.0, de Marc Anthony…
—El tema de Polo lo escogió Marc y me lo trajo al estudio. Ese es un disco que se hizo sin arreglos, no se escribió nada, ni una nota musical, sino que, por ejemplo, se tarareaban las ideas a los metales. Entonces Marc me enseñó la canción. La quería hacer como un son, respetando el sonido de Polo, y yo estuve de acuerdo porque pensé que iba a tener mejor difusión a nivel global de esa forma. Claro, uniendo otros elementos, enriqueciéndolo, pero teniendo como centro el sabor del son.
—Usted es categórico al afirmar que ya no hay géneros puros…
—El público quiere buena música, muchas veces no sabe si lo que escucha es un reguetón, una salsa o una timba; quiere éxitos. Yo me concentro en hacer música buena y darle un toque de todo. El público general sabe cuándo hay algo diferente.
—Una de sus hazañas como productor con el oído atento a su tiempo y capaz de proponer algo novedoso fue la creación de DLG...
—Puede ser. DLG surgió en 1995, en Nueva York, la ciudad de donde soy. Se definió por hacer salsa con reggae y con rap. Se trataba de un invento al que aún no le puedo poner nombre, pero funcionó. Me gustó mucho porque en ese momento el rap estaba underground y en español apenas se difundía por la radio. No había nada de rap ligado con salsa, fue algo de lo más importante que he hecho en mi carrera.
—Algunas claves para lograr éxitos…
—La base es escuchar lo que el público pide y combinarlo con lo que el cantante quiere hacer artísticamente y lo que me gusta a mí musicalmente. Siempre pienso en lo que el público debería escuchar. Estoy muy al tanto del público viendo noticias, escuchando música, hablando con quienes no son profesionales de este campo, de ellos aprendo mucho más.
—¿Qué debe tener un tema para que funcione en todas partes?
—A mí me encanta la música de Brasil y no hablo portugués, así que tiene que haber melodía, ritmo, filin musical y del cantante, y eso funciona en cualquier lugar, en cualquier idioma. Busco hacer un tema que pueda trascender la barrera idiomática, más allá del inglés o el español, que se entienda musicalmente.
—¿Cómo es trabajar con artistas tan diferentes como Ricardo Arjona, Gloria Trevi, Bacilos, Oscar de León, Luis Enrique…?
—Lo primero es no pensar en lo que hice ayer, pensar en hoy y en mañana. Lo que hice con el que sea ya pasó, pienso en lo que buscan ellos hoy. Aprendo mucho de cada producción y cada artista, porque cada uno de ellos tiene su propio sonido, entonces yo me convierto en un camaleón que cambia para meterse en sus mentes.
—Le propongo intentar definir a algunos de esos artistas con la menor cantidad de palabras posibles: Marc Anthony…
—Gran artista, una de las mayores razones por las que estoy en esta entrevista, en La Habana.
—La India…
—Una de las mejores voces latinas en el mundo.
—Cheo Feliciano…
—Maestro del soneo.
—Andy Montañez…
—Míster Puerto Rico.
—José Alberto «El Canario»…
—Gran showman en tarima.
—Tito Nieves…
—Gran amigo hace más de 30 años.
—Victor Manuelle…
—Uno de los mejores soneros e improvisadores de todos los tiempos.
—Gilberto Santa Rosa…
—Gran caballero y gran sonero.
—Luis Enrique…
—Gran artista, excelente percusionista, un músico completo.
—Los que más lo han marcado…
—Son dos: Tito Nieves y Marc. Porque somos del mismo lugar, del mismo barrio, hablamos inglés primero. También porque el sonido mío les cae como anillo al dedo.
—Usted trabaja mucho porque se respete la música latina. ¿Qué relación guarda esto con el Grammy Latino y el llamado «Grammy americano»?
—El reconocimiento a la música latina ha mejorado por el Grammy Latino. Lo he dicho públicamente, no le veo sentido a una categoría latina en el «Grammy americano», si no le dan el espacio que merecemos, no dicen quién ganó, no lo ponen en el show de televisión. Para mí es mucho más importante el Grammy Latino que una categoría latina en el «Grammy americano».
—Hace unos años en una entrevista afirmó: el público se enamora de la música no de los artistas…
—Así lo creo. Un gran artista marca la diferencia porque es capaz de perdurar para toda la vida. Pero en la mayoría de los casos la gente lo que conoce es una canción; sucede mucho más en la música americana cuando nadie sabe quién canta, solo pega el tema. Claro que también pasa en la música latina. Desafortunadamente no hay mucho talento, o no se han enfocado en calidad, sino en pegar una canción en la radio, y eso está bien, pero no asegura el éxito a largo plazo.
—El proyecto que más le enorgullece…
—Tengo varios favoritos. Uno que no vendió tanto, como uno de los discos de DLG, pero musicalmente me complace mucho. He tenido otros trabajos que artísticamente no eran los mejores pero funcionaron en cuanto a índices de venta.
—¿Qué lugar tiene el Salsa Giants o Los Gigantes de la Salsa?
—Es un disco, más bien una reunión de amigos para un show en vivo que se grabó en Curazao y fue un éxito de ventas. También recibimos el Grammy Latino. Eran temas viejos del repertorio de cada uno de ellos, no había nada nuevo. Pero me enorgullece porque fue, por ejemplo, la última grabación de esa magnitud de un Cheo Feliciano que se lo merecía y mucha gente no lo conocía en el mundo. Me dio mucho orgullo por ellos.
—¿Cómo ocupa su tiempo libre?
—Me gusta ver televisión, noticias y estar con mis hijos. Tengo dos, uno de seis y una de 11. También veo muchos programas de deportes. Yo soy deportista, la verdad es que no quería ser músico, sino pelotero, pero me rompí la muñeca con un fastball y tuve que dejarlo, pero eso era lo mío, no la música. A estas alturas creo que los accidentes no son accidentes.
«Bueno, y claro que escucho mucha música: góspel, brasileña, de todo tipo, incluyendo la de Puerto Rico y Cuba. Y reitero: escucho, porque no bailo nada, tengo swing, creo yo, pero no bailo nada.
—Gracias, Sergio George…
—A ustedes, porque esta isla es la madre de la música latina, de la música tropical, vengo aquí a aprender. Soy un humilde músico, estoy aquí por la música cubana, y tengo que decirle gracias a Cuba, por permitirme ser quien soy.