A usted, que lee ahora estas líneas, le invito a aproximarse —con curiosidad de niño y avidez de sabio— a una de las plazas más grandes que se han construido para el arte contemporáneo. Puede entrar. Será fácil, porque no hay puertas. Puede asomarse y deleitar libremente la vista, no hay ventanas que restrinjan la mirada. Puede enrumbar sus pasos hacia realidades de otras latitudes; los puentes ya están creados. Viva la experiencia de sentir la intensidad de una de las galerías más grandes del mundo: La Habana ya casi está en Bienal. El comienzo de su edición 12 se anuncia para el venidero 22 de mayo —se extenderá hasta el 22 de junio.
Son muchas las sensaciones, experiencias, historias y novedades que se agolpan cuando se alude a un evento tan grande; como muchos y complejos son los desafíos que enfrenta el arte en su intención de acompañar y adecuarse a los nuevos tiempos.
«Los retos los ponemos cada uno, cada evento, situación o momento social. El arte siempre debe mostrar las contradicciones sociales, políticas, económicas y culturales del lugar donde se desarrolla. Debe ser el reflejo de su momento, poner a debate y situar en escenarios fértiles cualquier realidad. Solo así puede producir pensamientos diferentes, enriquecer y mejorar nuestra vida».
Con esa idea como punto de partida, Margarita González Lorente, subdirectora artística de la Bienal, dialogó con Juventud Rebelde acerca de las particularidades de esta cita. «Desde su creación en 1984, este evento fue capaz de propiciar un lugar de encuentro en la urbe habanera para acoger todas estas producciones menos privilegiadas, menos conocidas y menos visibilizadas. Siempre asumimos el riesgo de presentar nombres nuevos y mostrar a jóvenes creadores, ya sea del patio como foráneos, por primera vez.
«Claro, también hemos dejado muchas huellas, visibles en el mejoramiento de la visualidad de lo contemporáneo, tanto para artistas, críticos e investigadores, como para la población en general. Nos ha abierto horizontes hacia la obra de importantísimos creadores internacionales que, de otra manera, no conoceríamos. Y es que sin dudas fue un privilegio haber tenido con nosotros a reconocidas figuras de la talla de Marina Abramovic, Hermann Nitsch o Ilya y Emilia Kabakov, por solo mencionar algunos de los que participaron en la pasada edición y están todavía frescos en la memoria».
Para la Subdirectora del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam una de las grandes fortalezas es sin dudas el interés del público. «Ver y sentir cómo en la calle los amigos, vecinos, el ciudadano común te pregunta por los detalles de la Bienal, te pide información y comparte algún que otro criterio, te da una idea de lo que se ha ido dejando en la estructura social del país, más allá de la comunidad artística e intelectual».
Casablanca, el Parque Trillo, el barrio de Colón, los municipios de Centro Habana, La Habana Vieja y Playa con su Universidad de las Artes y el proyecto Kcho Estudio Romerillo, se encuentran entre los múltiples espacios que se avivarán, como muestra de la marcada proyección comunitaria.
La relación del arte con la vida alcanza ahora dimensiones totalmente nuevas. Uno de los distintivos fundamentales será el trabajo en Casablanca. «Se trata de acciones muy especiales que tendrán lugar en esa localidad de muchas peculiaridades. Allí desarrollarán una labor social muy diversa 25 artistas invitados... Hemos tocado y seguiremos tocando fibras, apelando a la sensibilidad, entrando profundo en el entramado popular. Por eso siempre digo que la Bienal es la Bienal y algo más», apunta la especialista.
Un mes para vivir el arte. El día 22 de mayo comienza un nuevo capítulo y el inicio será precisamente en Casablanca. Obras participativas, esculturas, instalaciones, proyecciones y trabajo con la comunidad, forman parte de las propuestas que se podrán disfrutar en esa primera jornada. Paulatinamente, ese mismo día, habrá una serie de inauguraciones en el Centro Histórico.
En La Habana se reunirán más de 300 creadores, si contamos los artistas individuales y los proyectos colectivos, que son ocho; una cifra que reafirma la magnitud del certamen. No obstante, nuestro diario le pidió a Margarita González que vaticinara cuáles serían las producciones o artistas que mayor impacto podrían provocar.
«Te mencionaría varios: el alemán Gregor Schneider, que se presentará en el Lam, y los creadores que estarán en el Pabellón Cuba como parte de un proyecto entre nuestro país y Estados Unidos. Pero si tuviera que apuntar a uno, creo que destacaría en particular el proyecto de Michelangelo Pistoletto —artista y teórico del arte italiano, considerado uno de los principales representantes del Arte Povera (Arte Pobre)— en la Plaza de la Catedral con su gran performance titulado Tercer paraíso, y otro que efectuará en la Iglesia de Paula».
Mucha gente afirma que no entiende la producción visual contemporánea, que la vanguardia se vuelve demasiado vanguardista y se enreda dificultando la comunicación, que las obras resultan raras, complicadas, demandantes… Sin embargo, a pesar de las barreras que pudieran existir, hay consenso al afirmar que cuando el arte toca al público, este se introduce de manera coherente y armónica en los procesos creativos. Son muchos los caminos, pero una la verdad: el arte contemporáneo puede ser incómodo, pero no deja de ser necesario. Lo puede ir comprobando usted, desde ahora mismo. Porque la 12 Bienal de La Habana ya se está moviendo.