De izquierda a derecha, los artistas que estarán en el pabellón de Cuba: Susana Pilar, Grethel, Luis y Celia. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 06:08 pm
Tuvieron que pasar muchos años para que Cuba pudiera contar al fin con su pabellón dentro de la Bienal de Venecia, la más antigua y afamada del mundo. Así, cuando arranque este 8 de mayo, pocos días antes que la de La Habana (inicia el 22), sumarán entonces tres las ediciones en las que la Isla ha participado con un lugar propio dentro de las 56 que este evento tiene de historia.
Lo explicaba recientemente a la prensa Jorge Fernández, director del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, quien además de estar al frente de la cita cubana es el responsable de buscar el concepto curatorial que distinguirá la muestra criolla en la ciudad de los canales y las góndolas, «cuya Bienal funciona históricamente por medio de pabellones nacionales. De hecho hay países que siempre pudieron costearse a muy altos precios estos espacios fijos que ocupan en los afamados Giardini, donde América Latina estaba casi ausente».
Tal vez la convocatoria habanera, sin dejar de ser un referente internacional pero con un carácter más ecuménico, tuvo algo que ver con la transformación que en los últimos años se aprecia en Venecia, ahora mucho más inclusiva, a pesar de que «las naciones más pobres deben hacer un esfuerzo enorme para poder estar en los sitios más alternativos».
Si bien es cierto que algunos del patio ya habían demostrado su valía en la urbe europea gracias a las exposiciones colectivas concebidas por el Instituto Italo-Latinoamericano (IILA), fue a partir de la 54 Bienal en que los editores de libros de arte Christian Maretti y Miria Vicini se acercaron a la Embajada de Cuba en Italia con la idea de organizarle un pabellón a nuestros creadores como reconocimiento a su probada calidad. Alexandre Arrechea, Yoan Capote, Duvier del Dago y Eduardo Ponjuán fueron los elegidos para defender un proyecto curatorial que como táctica se propuso entrar en contrapunteo con el tema central: Iluminaciones.
«La 55 significó una prueba de fuego —contó Jorge Fernández—, porque nos tocó exponer en el Museo de Arqueología. Ya no se trataba de trabajar sobre un cubo blanco sino que debías seleccionar obras que pudieran interactuar armónicamente con la dinámica de la muestra de dicha institución, que era inamovible.
«Sin embargo, los nuestros asumieron con auténtico arte el desafío, interactuando además con otros artistas extranjeros, que ha sido una condición que se nos ha planteado desde el comienzo. En lo adelante, el proceso curatorial lo compartí con el italiano Giacomo Zaza, quien posee una experiencia importante en el mundo de las artes visuales».
Luego de saldar la deuda generacional en las dos ediciones anteriores, en esta que abre sus puertas el venidero viernes «se ha bajado el promedio de edad de los participantes. Son creadores muy jóvenes, graduados de la Universidad de las Artes y con quienes he mantenido una relación personal entrañable, a partir de que Susana Pilar Delahante Matienzo, Grethel Rasúa, y Celia González y Yunior Aguiar (Celia y Yunior) fueron mis alumnos. A Luis Gómez Armenteros no le impartí clases, pero sí lo convidé a que fundara en el ISA la cátedra de Nuevos Medios, con la que ha conseguido resultados extraordinarios. Con él parece que se reúnen 20 artistas diferentes en una sola trayectoria», comentó Fernández.
Ahora a todos los motiva el tema El artista entre la individualidad y el contexto. «La realidad es que desde que se fundó la Bienal de Venecia hasta la fecha el concepto de arte ha variado mucho. Intentar definirlo es casi una locura. Mas quizá no sepamos qué es el arte, pero sí podemos reconocer perfectamente a un artista: aquel que posee una conciencia crítica, que cuestiona el medio que lo rodea, que hace evidente lo que otros no logran desentrañar; aquel que crea obras que sobresalen por su energía, su fuerza, por la emotividad que despiertan.
«Ninguna de las cuatro obras que llevamos: Dominio inmaterial (Susana Pilar), De la permanencia y otras necesidades (Grethel), Apuntes en el hielo (Celia y Yunior) y La revolución somos nosotros (Luis Gómez) han sido pensadas para el mercado. Sus autores son artistas sin una galería detrás, por tanto disfrutan de la libertad creativa que les ofrece el hecho de no estar amarrados a una institución como esa», enfatizó Fernández.
Los protagonistas
Al menos Susana Pilar sabe a qué se enfrenta en Venecia, pues ya anduvo por esos lares. La diferencia es que ahora se presenta como protagonista.
Como el resto, graduada primero de San Alejandro, después de concluir su servicio social como asistente de curaduría en el Wifredo Lam obtuvo una beca en Alemania.
Recordaba Susana que en Internet y otras tecnologías de comunicación modernas, un avatar es una representación gráfica, generalmente humana, que también ha sido adaptada a los juegos de rol. Y justamente de ese modo se clasifica el personaje creado por ella cuyo nombre es Flor Elena Resident, «una dominadora financiera a quien los esclavos tenían que tributar. Es este proyecto, en el que trabajé entre 2012 y 2013, el cual aparece bajo el título de Dominio inmaterial».
De Susana Pilar, Dominio inmaterial.
Al igual que Susana, Grethel también se desempeña como profesora en San Alejandro. Su De la permanencia... (2014) se expondrá como instalación. «Empezó a modo de performance en el que paso mi lengua por las espinas de un cactus con el objetivo de referirme a esas externas que existen independientes a uno, que son hirientes, causan dolor y aparecen en nuestro camino...
«Son como esos obstáculos, esos problemas que se nos presentan en la vida y que debemos enfrentar, no evadir», explicó la Rasúa, quien expresó su enorme satisfacción por poder exponer en ese «escenario que se halla tan elevado en el mundo del arte a escala mundial, en el que tendré la oportunidad de mostrar mis creaciones, junto a colegas que también admiro».
Celia y Yunior, por su parte, comenzaron a trabajar juntos desde que terminaron en San Alejandro, en 2004. «Un entrenamiento, afirma Celia, que ha sido muy útil para enfrentarnos a otros espacios de socialización».
Y así mismo en binomio llamaron la atención en la 11 Bienal de La Habana justo con Apuntes en el hielo. «Lo más sintomático era que todos queríamos hacer arte social —argumentó González—, sin habernos leído, por lo general, ni un solo texto relacionado con las ciencias sociales. Creo que el problema mayor sigue siendo esa especie de ruptura que existe en el espacio intelectual. No sé si será porque la Universidad de La Habana (UH) y el ISA están muy distantes una del otro, pero la verdad es que apenas intercambiamos. Y es importante dialogar sobre arte, pero también de lo que nos preocupa como individuos».
Imagen de Apuntes en el hielo, de Celia y Yunior.
Para enfrentar Apuntes en el hielo se dirigieron hasta el Departamento de Sociología de la UH para «conocer las tesis de diplomas, maestrías y doctorados que allí se han realizado entre 2001 y 2012. Luego representamos en forma de barras verticales la cantidad de investigaciones realizadas cada año. Con Apuntes... discursamos sobre esa enorme producción académica que llevan adelante las ciencias sociales, que luego en pocas ocasiones se aplican».
Luis Gómez se considera, mientras tanto, un artista genérico, «al estilo de las baterías de los Samsung y los ipod», manifestó con buen sentido del humor este artista que exhibe permanentemente en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Su obra, La Revolución somos nosotros, «versa sobre las relaciones de poder que se establecen en el arte. «Y no me refiero a la manera como se produce al arte, sino a cómo llega un artista a ser reconocido», apuntó. Su inspiración fue la historia que hay detrás de La Rivoluzione siamo noi, del conocido creador Joseph Beuys.
Si algo no duda Rubén del Valle Lantarón, presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, es que «las obras que se han escogido en la Isla para que sean apreciadas en Venecia apuestan a la inteligencia y se anteponen al facilismo que a veces inunda el arte que intenta ser espectacular pero está vacío de contenido.
«Cuando con más frecuencia se habla de la falta de compromiso de los artistas, los nuestros evidencian todo lo contrario. Y ello sin dejar de ser creadores de vanguardia, experimentales, inteligentes, sensibles. Podemos estar tranquilos: Cuba está muy bien representada».