Edel Rodríguez Molano es un apasionado del diseño y la ilustración. Autor: Andy Publicado: 21/09/2017 | 06:02 pm
Con dos o tres proyectos sobre su mesa de trabajo y otro buen número dándole vueltas en la mente, anda siempre Edel Rodríguez Molano, más conocido por Mola, como le dicen sus amigos. Este, uno de los integrantes más talentosos de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), ha recibido varios premios por su destacado desempeño profesional.
Muy vinculado al universo artístico y literario, este joven diseñador e ilustrador se ha propuesto, de una manera muy responsable, continuar fomentando la cultura cubana desde esta rama del arte que defiende. «El diseño mejora la vida de las personas y por lo tanto merece horas de trabajo a conciencia, profundo, para poder materializar propuestas artísticas novedosas, refrescantes, que comuniquen las más diversas ideas de la manera más eficiente, que motiven la reflexión, el pensamiento, y que además satisfaga desde el punto de vista funcional y estético. De lo contrario, el resultado no será satisfactorio. Siempre hay limitantes, pero a veces esto es bueno porque te impone retos que permiten superarte y ser más creativo», afirma Mola, quien asegura que escogió esta carrera por accidente.
«No la conocía. Pero cuando fui a hacer las pruebas de aptitud al Instituto Superior de Diseño (ISDi) y vi los carteles de los estudiantes expuestos en los murales de la escuela, me motivé mucho, tanto que desde entonces el cartel tiene un lugar especial dentro de lo que hago, porque como obra se ajusta perfectamente a la idea que tengo con respecto a la gráfica. Y es que en una sola pieza tienes que comunicarlo todo, desarrollar un concepto y demostrar una intención desde el diseño.
«Hacer carteles te da la oportunidad de evidenciar aptitudes y actitudes, tu poder de síntesis. Todo debes resolverlo en un área reducida, y expresar lo que quieres de una forma contundente. El reto es grande, y grande también es para mí la necesidad de intentarlo». Y ha dado en el centro de la diana. Ahí están, por ejemplo, Carta de amor y Lo que se sabe no se pregunta, que realizó junto a Giselle Monzón, y que fueron reconocidos por el Club de Amigos del Cartel (CACA); y Pensamos Cuba, premio al Mejor Cartel del Año 2013. Pero esas distinciones no lo detienen:
«Por estos días estoy trabajando en un proyecto de carteles como parte de un intercambio cultural que existe entre Francia y Cuba. Los franceses estuvieron aquí, en Fábrica de Arte Cubano, mostrando sus piezas y nosotros iremos ahora allá para exponer las nuestras en el Museo de Bellas Artes de Besançon. Esta experiencia será muy importante, porque nos permitirá interactuar con otro público, ver si los mensajes que portan nuestras obras son universales, si funcionan fuera de la Isla.
«También participaré en otro proyecto nombrado Cinegrafismo, que vincula a diseñadores quebequenses y cubanos. El evento se inaugurará el 20 de febrero, en Quebec, Canadá, donde se presentarán materiales realizados por jóvenes que se han inspirado en cortos cinematográficos. Con todos ellos se organizará una exposición colectiva.
Pero ahí no terminan las «tareas» del superinquieto Mola. Dentro de poco su nombre estará entre quienes conformarán una exposición colectiva de carteles que abordarán el tema del tatuaje en un espacio llamado La marca. También podremos ver en cualquier momento su «respuesta» al «pie forzado» que le impondrá con sus guiones Osdani Morales para las historietas (como un cómic negro) que le entrega a La Gaceta de Cuba. Y tal vez muy pronto veamos algún libro troquelado de esos que ilustra para Gente Nueva.
«Me encanta ilustrar, enfatiza. Para mí es un arte. Aplico la ilustración en todo, pero la desarrollo más cuando trabajo con editoriales como Gente Nueva y la Casa Editora Abril (donde hice mi tesis de licenciatura y el servicio social), pues sus encargos me exigen que sea creativo. Lo cierto es que me aburre mucho hacer lo mismo todo el tiempo. Trato de variar, de hacer algo que me motive a seguir, porque si no me “fundo” un poco».
La verdad es que Mola ha incursionado con éxito en los más diversos estilos y géneros: el audiovisual (videoclip, spot, animados), el diseño de portadas de discos (Canciones de la Colmenita y El Concertazo de la Cucarachita Martina llevan su firma, por ejemplo), libros, stand y páginas web; la ilustración, la historieta, la caricatura… Le apasiona probarse una y otra vez. «Así varío los algoritmos de trabajo en cada propuesta. Hay temáticas que uno encuentra con más facilidad las soluciones de diseño, pero otras son muy complicadas y engorrosas. No obstante, siempre tengo por costumbre investigar. ¿Cuáles son más “fáciles” para mí? Aquellas en que me divierto haciendo mi trabajo».
—Te vemos trabajando mucho la animación...
—Es que me apasiona. Ahora mismo estoy creando un animado que se titula ¿Qué estás pensando? Es algo muy «loco», porque su punto de partida es la respuesta que plasma la gente en su muro de Facebook, en el espacio en que le preguntan cómo está su estado.
«Siempre pienso a partir del elemento diseñado y por medio de la animación desarrollo una historia. He realizado varios videoclips al estilo de Mamífero nacional, de Buena Fe, y El vuelo del moscardón (Premio Lucas 2013 y que interpretó Aldo López-Gavilán).
«Mira, dentro de la gráfica, el audiovisual en general nos obliga a pensar en otra dimensión. Los tiempos son otros y debes explotar la imagen, el movimiento, el sonido... Es más complejo, pero es recibido muy bien por la gente, sobre todo los más jóvenes... En realidad no prefiero un género específico para graficar, me gustan todos. El cómic, por ejemplo, me atrae muchísimo».
—¿Qué ha significado el ISDi para ti?
—El ISDi ha sido muy importante en mi formación. Ahí conocí a profesores que fueron y son mis ídolos, grandes diseñadores como Nelson Ponce. El ISDi te prepara y ofrece múltiples herramientas que te tienes que proponer dominar para poderte transformar en un profesional del diseño. Es cierto que se aprende mucho más en la práctica, pero sin dudas la academia te ofrece la base que después tienes que desarrollar.
«Para mí fue una gran experiencia haber trabajado en el ISDi como profesor, impartiendo la asignatura de Ilustración. Constantemente me retroalimentaba del ambiente creativo que se respira en ese instituto. Traté de despertar en mis alumnos la pasión por el diseño, lo cual es fundamental en el ejercicio de esta profesión, porque a un diseñador no le debe faltar rigor, cultura, estudio, pero le hace falta también mucha pasión».
—¿Qué crees que esté atentando hoy mismo contra el diseño en Cuba?
—Creo que los principales problemas son de producción y de falta de recursos económicos para poder materializar los proyectos. Si a eso le sumas el desinterés de las instituciones, la escasez de espacios públicos para exhibir los carteles y socializar nuestro quehacer... Me preocupa el distanciamiento que hoy se observa entre los profesionales del diseño y los estudiantes. Como si fuera poco no solo se eliminaron las pruebas de aptitud, que servían como filtro para la carrera, sino que tampoco se está impartiendo una asignatura que considero fundamental como la de Cartel.
—La mayoría de tus proyectos se mueven en el campo de la cultura...
—No me lo impuse. Vino a mí de esa manera desde el principio, y ahí estoy. Lo que más me gusta del mundo de la Cultura es que la gente con la que trabajo es más receptiva.
—Tu colaboración con la AHS es constante...
—La Asociación me ha dado la posibilidad de trabajar mucho. Es una organización en la que he desarrollado diversos proyectos, tanto en el campo del diseño gráfico, como en el audiovisual, este último a través de pequeñas campañas. También he podido realizar no pocos carteles para muchos de sus eventos y jornadas. En la AHS respetan tu obra y te motivan a crear, y como si fuera poco me están motivando todo el tiempo a hacer cosas atrevidas, que conllevan a la experimentación.