Salvador Dalí. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:54 pm
Grandiosa, única, excepcional, son algunas de las expresiones que se escuchan al acercarse a la exposición Memorias del surrealismo, llegada al país gracias a la generosidad de Alex Rosenberg, curador neoyorkino y presidente del Salvador Dalí Research Center, cuando se cumplen 25 años de la muerte del artista.
Desde que fuera inaugurada el pasado 24 de julio muchas son las personas, procedentes de todas partes de Cuba, que a diario acuden a visitarla en el edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes, donde estará expuesta hasta octubre. Devenida en una de las mejores opciones culturales del verano Memorias…, representa una oportunidad única de disfrutar de la obra de ese genio avasallador y egocéntrico que fue Salvador Dalí (1904-1989). Memorias…, permite hacer un recorrido por varias décadas de su obra y acercarse a una faceta poco conocida de su creación: la de grabador.
El inconfundible trazo seguro del sensacional pintor español late en cada una de las piezas que integran la muestra (un total de 95 litografías y aguafuertes), las cuales han sido agrupadas en seis series: Viaje fantástico (1965); Dalí interpreta a Currier y a Ives (1971); Las doce tribus de Israel (1973); La Divina Comedia (1960); Los Cantos de Maldoror (1934) y Memorias del Surrealismo (1971).
La mayor parte de las piezas proceden de la colección de Rosenberg, quien fue amigo de Dalí, aunque también hay obras de otros coleccionistas como Walter Maibun, Peter Lucas, Mike Tinsley y Joseph Nuzzolo (este último presidente de la Asociación Dalí de Nueva York), entre otros.
Se aprecia en ellas un cuidadoso tratamiento de los detalles, a los que Dalí da mucha luz y color, así como algunos de los elementos íconos que el genio del surrealismo inmortalizó en sus pinturas más famosas. «Muchos de sus cuadros importantes están esbozados en estos grabados», afirmó el curador Máximo Gómez, coordinador por la parte cubana y especialista del Museo.
Iluminadas manchas
Ideada por Rosenberg con un enfoque intimista para contar su amistad con Dalí, una relación que el experto neoyorquino define como «intensa y extraña», la exposición confirma el carácter polifacético de un artista que cultivó numerosas técnicas y se movió en todas con especial maestría.
«Dalí fue realmente una persona excepcional, un bufón contra el aburrimiento. Su comportamiento extravagante le traía beneficios, publicidad y reputación ante un público que él consideraba inferior, pero que le suministraba todo el material necesario para vivir como miembro de una supuesta realeza», escribe Rosenberg en el catálogo de la muestra. «No estaba loco y cuando algo o alguien le resultaba interesante entonces su comportamiento era serio y coherente», añade.
Rosenberg, quien financió a finales de los años 60 la colección Memorias del surrealismo, que da título a la muestra, afirma que esa serie de litografías «marcó un momento en la vida de Dalí. La carpeta debía contener 12 grabados, pero calculé que, aun tratándose de un maestro como él, dos de ellos debían ser brillantes, ocho mediocres y dos pobres. En consecuencia, le encargué dos piezas más para sustituir las dos peores. Pero Dalí realizó 14 obras maestras, por lo cual me dejó dos preciosos grabados adicionales. Extraje los dos menos relacionados con los otros 12 y los imprimí en ediciones independientes. Ambos tuvieron mucho éxito y uno de ellos, Alicia en el país de las maravillas, está considerado como uno de sus mejores grabados».
Sin embargo, ni aun tratándose de Dalí, todo sale a pedir de boca. Fueron muchos los contratiempos antes de llegar a feliz término estos grabados. Algunos de los gouaches (aguadas), ya en la imprenta estaban dañados y no podían usarse en tales condiciones. El calor, al trasladarlos en el auto en el que habían sido colocados, derritió la cera del papel donde habían sido colocados y se mancharon. Dalí se puso furioso cuando lo supo, cuenta Rosenberg, pero los reparó. No pintó sobre las manchas sino que creó «objetos como piedras y otras cosas en colores más oscuros que los originales para esconder las imperfecciones y tratar de que parecieran parte de la pintura».
Las doce tribus de Israel —otra de las series que integran la exposición que está en Bellas Artes— fue realizada en tiempo récord por Dalí, asegura Alex Rosenberg. «Me tomó 30 años crear esta serie. Lo que me tomó solamente cinco días fue registrar mis conocimientos», dijo el artista al referirse a ella.
Nacido el 11 de mayo de 1904 en Figueras, Girona (España), Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí realizó unas 1 500 pinturas, además de decenas de ilustraciones para libros, litografías, diseños escenográficos, vestuarios, y una gran cantidad de dibujos y esculturas. Hizo fotografía y trabajó para el cine e incursionó también en la literatura.
La mayor colección de obras suyas está en el Teatro-Museo Dalí, de Figueras, seguida por la recopilación del Salvador Dalí Museum, de San Petersburgo (Florida), y otras como la que figura en el Museo Reina Sofía de Madrid, el Espace Dalí de Montmartre (París) y el Dalí Universe de Londres.
«Yo soy el surrealismo»
Pocas veces los cubanos hemos tenido la oportunidad de tener en casa la obra de uno de los artistas más auténticos del siglo XX, «no solo por sus impresionantes imágenes oníricas sino también por su proyección personal y filosofía de vida», como escribió en sus palabras al catálogo el curador cubano Máximo Gómez.
Es la primera vez que Bellas Artes acoge en sus salas al gran Dalí, un creador muy cuestionado como ser humano, desde el punto de vista ético, pero excepcionalmente brillante como artista.
En los años 90 tuvimos una ocasión similar cuando en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam se presentó una exposición de la pintura de quien no solo simbolizó el ícono del surrealismo, sino que el surrealismo vivía en él. «Si comprendes tu cuadro de antemano, no vale la pena que lo pintes», expresó en una ocasión. Cuentan que en el año 1951 estuvo en La Habana, pero poco se sabe de esa visita. Como testimonio de ello quedó un dibujo o auto retrato que trazó en una cartulina dura de 30 x 30 centímetros y que regaló a un español amigo suyo. Debajo de esa obra escribió: «Los españoles somos en el mundo los que poseemos más personalidad, vale pues bien la pena de que la personalidad nos haga a veces sufrir».
«Yo soy el surrealismo», solía afirmar el hombre que a la edad de 15 años quiso ser Dalí y lo fue. El hombre que a los 25 años quiso llegar a ser el pintor más sensacional del mundo y lo consiguió. Salvador Dalí murió el 23 de enero de 1989 en el hospital de Figueras, a los 84 años de edad.