Alejandro Falcón. Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 05:51 pm
Hay un tema que siempre preocupa a Alejandro Falcón y es el tiempo, ese eterno controlador de nuestros días. Estoy segura de que si la jornada tuviera más de 24 horas, este joven pianista las emplearía en ahondar aún más en la música cubana.
Falcón es admirador de nombres imprescindibles en la historia musical como Ernesto Lecuona, Rubén González, Emiliano Salvador, Chucho Valdés y Ernán López-Nussa. Le motivan los ritmos tradicionales y los dota de una visión más contemporánea. De ahí nace la idea de su segunda producción discográfica, titulada Cuba now danzón (El danzón ahora en Cuba), y facturada por Colibrí.
«Es un álbum que sigue ese trabajo que siempre he hecho con mi grupo Cubadentro, donde cultivamos géneros como la rumba, el son, el chachachá..., y los mezclamos con sonoridades más modernas como el latin jazz y las músicas del mundo, así como con todas las influencias que tengo como joven artista», explica a JR.
Este fonograma, que tuvo su concierto este año en el teatro Mella, contó con la producción musical de Alejandro y del maestro Joaquín Betancourt. De los 11 títulos, seis fueron compuestos por Falcón, mientras que en el resto de las obras el pianista da rienda suelta a su imaginación y nos regala versiones de danzones importantísimos de la música cubana como El bombín de Barreto, de José Urfé; y Rompiendo la rutina, de Aniceto Díaz, entre otras.
«Es mi visión personal del danzón, la cual llevo a un plano más contemporáneo. El género necesita de esa mirada. Se debe ir a la raíz, pero desarrollarla, porque no todos los jóvenes optan por la música cubana y eso es lo que he hecho con el disco», afirma.
De las piezas suyas sobresalen Canción para Romeu, que interpreta junto a la orquesta del Liceo Mozartiano, dirigida por José Antonio Méndez (Pepe). También incluye Dj dance song, La trompeta mágica, Monserrate y Para danzonear.
«Casi todos los que participan en el CD son jóvenes, aunque trato de integrar también a artistas consagrados. Agradezco a Colibrí por esta oportunidad. Este es un álbum que viene acompañado de un DVD del realizador René Arencibia, el cual contiene imágenes del proceso de grabación y un documental», asegura.
Desde antes de la salida de su primer CD, Claroscuro —ganador del Premio Cubadisco 2013 en ópera prima—, Falcón está inmerso en muchísimos proyectos: orquestó un disco al quenista argentino Rodrigo Sosa y compone y colabora con otros artistas.
—¿Cómo ha sido tu experiencia como pianista?
—Siempre me digo que soy un músico del siglo XXI. No me considero solo jazzista. Me gradué en 2011 del Instituto Superior de Arte, en el perfil de Composición; y en 2009 la Sinfónica Nacional interpretó una de mis obras, Raíces profundas de mi monte espiritual, dirigida por el maestro Roberto Valera en esa ocasión. Esa pieza hace un repaso de los toques bantú y de los cantos de esa religión, que introduzco con instrumentos tradicionales como el clarinete y el cello.
«También fui integrante de la orquesta de Paulo FG por dos años cuando me gradué de la ENA, y luego llegué a Otra Visión, donde estuve cuatro años y medio. Con ambas agrupaciones realicé varias giras internacionales.
«Con Paulo aprendí a tocar la timba, y con Orlando Valle, “Maraca”, el latin jazz, los ritmos tradicionales y la música afrocubana. Después fui por dos años de director musical del grupo de Waldo Mendoza. Seguidamente comencé mi proyecto Cubadentro, el cual alternaba con el trabajo con Waldo y también con el cantautor Polito Ibáñez.
«He estado, como digo yo, en las dos aguas: la música de concierto y la popular. Me he nutrido de ambos mundos, sobre todo porque hoy todos los músicos de la Isla tienen una formación académica y también influencia de lo popular. Es importante saber tocar de todo. Siempre tengo en cuenta mis patrones: la música cubana y el latin jazz. Pero me gusta estar en otros proyectos para aprender de cada mundo, para después ampliar el espectro de mi obra como compositor».
—¿Cómo crees que los jóvenes músicos se pueden interesar por los códigos de nuestra sonoridad? ¿Qué atractivos les ves?
—Cuando tenía 17 años ya comencé a componer mis primeras contradanzas para piano. Ya en la ENA tocaba piezas mías junto a las de Lecuona. En mi caso, hay un interés personal por la música de Cuba. Somos una isla muy musical y aquí se han creado muchos de los grandes géneros de la música popular universal como el mambo, el bolero, el chachachá, el danzón, la rumba, el son, el changüí..., y siempre habrá músicos a los que les interese nuestra sonoridad.
«Siento que se le debe dar una mayor divulgación y apoyo a los jóvenes que la cultiven y a los que la lleven a otros ámbitos. Hay muy poca promoción para nosotros.
«Yo he intentado que nuestra música, como sucede con Cuba now danzón, no se vea vieja, sino renovada. No he creado nada nuevo. Opto por defender mi música y trato de desarrollarla a mi manera».
—¿Qué conceptos manejas en Cubadentro?
—Siempre trato de reflejar la música cubana. El grupo lo integran Keisel Jiménez y Guillermo del Toro, de Habana D’ Primera, y Adel González, quienes comparten la percusión —cuando no está uno está el otro—; los bajistas son Aniel Someillán y Sergio Raveiro.
—Hay un trabajo que destaca en tu novel carrera, y es tu relación con la música de los Beatles.
—El proyecto El espíritu de los Beatles fue una idea del productor Enrique Carballea. Él nos propuso a Luna Manzanares y a mí tocar, desde nuestra visión, la música de ese grupo emblemático. Hicimos diferentes conciertos en espacios como el Submarino Amarillo de la capital y en Bellas Artes, al que asistió el maestro Juan Formell como público. Fue un reto para mí, porque lo Beatles son un paradigma de la música mundial.
—Hay un fuerte movimiento de jazzistas en la Isla, ¿cómo se insertan los más nuevos en él?
—El Concurso Jojazz ha sido muy favorable en todo esto. Obtuve el premio en 2002 y en 2005, y luego he sido jurado en varias ediciones de ese certamen. Allí han concursado varias generaciones de músicos y es muy bonito porque todos estamos defendiendo el jazz cubano.
«Ha sido muy importante la evolución de este festival creado por Chucho Valdés y Alexis Vázquez, quienes han formado una cantera, y ya podemos hablar de una nueva generación de jazzistas cubanos que está marcando pauta en la música nacional».