René Avich prepara un concierto que realizará el próximo 22 de mayo en el ISA. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:49 pm
René Avich Wanton siente que el tres, un instrumento primigenio en la música cubana, debe recorrer el mundo, pues considera que hay lugares del planeta donde todavía su peculiar sonido no ha encantado.
Este joven músico lleva tatuada en las venas esa cadencia melódica acuñada por Miguel Matamoros, a quien tiene como a un grande de todos los tiempos, y también admira la destreza técnica de Pancho Amat, «una persona que es como mi padre, que me ha aportado mucho humanamente, y a mi lenguaje musical».
Son el dúo Los Compadres, la música santiaguera y Juan Formell, referentes que guían también ese ámbito autoral en el que Renesito hurga, busca y que devuelve en partituras. Ellos devienen ejemplos sustanciales a los que siempre acude para tomar los códigos de una sonoridad rica, diversa y alucinante, de la que somos herederos, y que debemos, opina, preservar.
De ahí que ante la preocupación de no pocos compositores y líderes de agrupaciones sobre la ausencia de un relevo serio en la sonoridad popular, este tresero reconozca que «existe desorientación en los jóvenes al manejar los códigos de esta música. Sin embargo, hay orquestas que están haciendo un buen trabajo y precisamente sus integrantes son noveles artistas. Como joven, me gustaría que fuéramos muchos más. Los exhorto a que se acerquen a las personas que conocen estos códigos para aprender, y también insto a la academia a enseñarlos, para que los estudiantes lo tengan a la mano.
«Hago hincapié en la escuela, porque es algo que se plantea, pero que no se hace mucho. Por eso les digo a las instituciones que estoy en la disposición de colaborar con ellas en este propósito. Porque esos códigos de la música popular, en específico los de la bailable, no se pueden perder. Las orquestas tienen éxito porque los estudian. Los directores musicales estudian la música cubana. Lo hizo Juan Formell, por eso es tan grande».
Renesito decidió estudiar el tres en su natal Santiago de Cuba. Su encuentro con ese instrumento fue casual, porque en el nivel medio había apostado por la guitarra, pero pesó más la atracción que sintió cuando escuchó los acordes del cordófono nacional.
«Empecé a estudiarlo aunque en Santiago no había un perfil de tres como tal, pero sí teníamos un taller muy bueno. Desde entonces se ha quedado conmigo para siempre y hasta me gradué de ese instrumento en el Instituto Superior de Arte (ISA)», explica a JR el artista, quien es miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).
—Ganas la beca de creación Ignacio Villa de la AHS, ¿qué posibilita este premio? ¿Cuánto repercute en tu carrera?
—Esa es una organización que ofrece muchas posibilidades a los jóvenes artistas. Tiene este sistema de becas que ayuda a financiar una obra creativa, como ha sido mi caso, y que ya tenía parte de ese trabajo adelantado.
«Representa la oportunidad de grabar un disco. Ya hice un video promocional, el cual comprende la presentación de mi obra, donde explico de qué va e incluyo dos de mis temas. Uno es Huellas del Tivolí, que dedico al barrio santiaguero en el que vivieron personalidades como Miguel Matamoros y trovadores legendarios de la música cubana. Porque fue allí donde se asentó la tumba francesa y es un foco de la conga de mi ciudad natal. La otra pieza se nombra Son para un guajiro, que compuse especialmente para Pancho Amat».
—Hace casi tres años, Cubadisco realizó una competencia sui géneris relacionada con el son cubano y de ahí surgieron varios proyectos contigo. Quisiera que hablaras de esa experiencia, del concurso y de lo que vino después.
—Fue una experiencia muy bonita. No pensé estar entre los finalistas. Me dio mucha alegría, porque hubo solidaridad entre todos los competidores. Nos acompañamos en la final, y después del premio fue mucho mejor, ya que hicimos un disco juntos, en el que cada uno mostró su obra.
«Esa competencia representó también una puerta para llegar al Charangón. El maestro Elito Revé supo de mi existencia y otras personas también. Creo que, por lo general, más que ganar o perder un premio, los certámenes son una oportunidad para promover a los artistas y para que las personas sepan que existimos».
—Jóvenes treseros de Cuba obtuvo el premio en el apartado de Música Tradicional Popular, en esta edición del certamen fonográfico, ¿qué trae ese álbum?
—La producción se convirtió luego en un material didáctico, porque las piezas que aparecen en la misma se transcribieron para el plan de estudio del tres. Estamos muy contentos con el premio. Hubo muy buena calidad entre los volúmenes que compitieron en nuestra categoría. Creo que el premio no es solo de cada uno de los que participamos en el disco, sino del tres cubano.
—¿Existen otros fonogramas que ahora mismo ocupan buena parte de tu tiempo?
—Sí. Hice un arreglo musical para el álbum Mañanita de montaña, de Eduardo Sosa, que compitió en Cubadisco. Estoy terminando una propuesta discográfica, a propósito de la beca Ignacio Villa, aunque todavía no nos hemos puesto de acuerdo con las disqueras. Sería un volumen de presentación de mi obra. Tengo la intención de invitar a Ernán López-Nussa, y a José Luis Quintana, «Changuito», entre otros, para hacer una mixtura de versiones, en las que estas personas pudieran compartir conmigo. También incluiría alrededor de nueve temas de mi autoría. En total, sumarían 12 títulos.
—Hay un matiz clásico en tus interpretaciones del cual es imposible que te desprendas. ¿Cómo consigues integrarlo con lo popular?
—Lo clásico en algún momento fue popular. Lo que conocemos como clásico, lo que nos llega de Europa, en algún momento fue su folclor, y ellos lo plasmaron en sus obras. Fue el lenguaje de esa época. El tema me llega por la academia, lo cual es importantísimo para los músicos.
«Trato de plasmar en mis creaciones el folclor cubano, en todos los sentidos, y no me refiero solo a los tambores, sino a la trova tradicional, que es lo que más me llega, porque soy santiaguero y mi formación fue también en la Casa de la Trova. Además, trato de explotar todas las posibilidades que me brinda el tres, en ello están implícitos los matices y las técnicas que ofrece el instrumento».
—¿Has considerado impartir clases de tres, o ya lo has hecho? ¿Qué te gusta decirle o le dirías a tus alumnos?
—Tengo poca experiencia en la docencia, aunque en el ISA organicé un taller sobre música popular. Trato de explicar lo poco que sé sobre el tres y nuestra sonoridad, a la que pienso hay que prestar atención y cuidar mucho. Es imprescindible dominar sus códigos básicos, respetarlos y darles aires contemporáneos.
«Me gusta que se den cuenta de que mi música no solo tiene referencias nuestras, también del mundo, y que estoy pendiente de la actualidad».
—¿También la experiencia con la orquesta Revé marca tu tiempo?
—El Charangón era algo necesario para mi carrera. Siempre va a quedar plasmado en mí. Los treseros venimos de una zona donde tenemos que hacerlo todo, desde los arreglos hasta las introducciones musicales. Todo se maneja muy oral, y en la Revé ya hay un trabajo hecho. Fue duro, porque tuve que seguir un camino que ya estaba escrito y era muy confuso para mí porque estaba acostumbrado a hacer lo que quería.
«En la Revé tuve que tener ese tipo de disciplina. Fue importante porque conocí géneros como el changüí y participé con la agrupación en los festivales de ese estilo. Con ella descubrí los escenarios del mundo. Doy gracias a la vida por poner esa orquesta en mi camino y estoy orgulloso de aportar mi granito de arena allí».
—¿Podrías ofrecernos detalles de tus planes más inmediatos?
—Estoy expresando mi música a través de un formato de dúo (guitarra y tres). Ahí me hago acompañar por Javier Castellanos, quien es titulado con honores del ISA. Estamos tratando de sintetizar estos códigos de la sonoridad cubana de los que te hablaba, desde la perspectiva de la música de cámara. Compongo para este formato y para el disco que mencioné antes.
«También preparo un concierto, que realizaré el próximo 22 de mayo en el ISA, donde interpretaré buena parte de las piezas de Jóvenes treseros de Cuba... Y hay muchos proyectos que todavía son proyectos».