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Con el humor siempre en ristre

Pedro Méndez, símbolo de la más profunda entrega en el humor y la cultura de los cubanos, conversa con Juventud Rebelde acerca de los orígenes del suplemento humorístico Melaíto

Autor:

JAPE

Pedro Méndez es de esas personas que se hace notar y querer porque siempre tiene una broma a flor de labios; una jarana que puede ir desde la más elaborada idea hasta la más irreverente y procaz frase, pero siempre cargada de un gracejo espontáneo y sincero. Ahora, aunque menos hilarante —jodedor, dicho en buen cubano—, su presencia sigue inspirando regocijo, porque es símbolo de la más profunda entrega en el humor y la cultura de los cubanos.

Ganador de infinidad de premios y condecoraciones, este fundador y eterno director del suplemento de humor gráfico Melaíto ostenta como mayor lauro el cariño y respeto de varias generaciones de caricaturistas de todo el mundo. Ha sido nominado, además, al Premio Nacional de Humor, que entregan el Centro Promotor del Humor y el Ministerio de Cultura a personas que, como él, han dedicado su vida a hacernos reír y reflexionar.

—¿En qué condiciones y por qué asumes la fundación de Melaíto?

—Melaíto se funda en 1968 para apoyar a los macheteros y a quienes estaban participando en la Zafra de los Diez Millones. Surge a partir de la idea de Alfredo Nieto Dopico, entonces director del periódico provincial Vanguardia, y con el apoyo incondicional de los dirigentes políticos de la provincia, entre ellos el primer secretario del Partido, Arnaldo Milián Castro. Ambos convocaron a un grupo de dibujantes gráficos para crear un suplemento que hiciera reír y alegrara las horas de los macheteros en los campos de caña villaclareños. Yo provenía del Comité Provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas y allí conocían que desde pequeño tenía una vocación innata por el dibujo.

«Pasó la Zafra de los Diez Millones, pero Melaíto no desaparece. La popularidad que tuvo este suplemento lo convierte en una publicación estable del periódico Vanguardia y una de las primeras dedicadas al humorismo gráfico en el interior del país. Fue la gente, el mismo pueblo, quien nos bautizó con el nombre de Melaíto, pues así se llamaba un personaje que gustó mucho. Al ir a los estanquillos, nadie pedía un A millón hasta los diez (primer nombre de la publicación), sino ¡déme un Melaíto, por favor! De todas formas, la intención inicial se mantuvo, pues el logotipo sigue siendo una mocha, como símbolo del trabajo de los macheteros en los años 70».

—¿Cuándo surge la idea de hacer un salón convocado por Melaíto?

—Esa idea aparece alrededor del año 2000, cuando todavía se sentían los efectos del período especial, momento en el que nos quedamos sin el papel requerido para hacer la tirada semanal. Esta fue una de las alternativas que buscamos. Por aquel entonces yo era, además, el presidente de la Uneac en Villa Clara, y desde esta institución buscamos el apoyo necesario para que surgiera este certamen. En esta nueva aventura de la publicación se enroló una vez más el Comité Provincial del Partido. Todos necesitábamos sentir y hacer sentir que Melaíto seguía vivo, que la creatividad de sus miembros no se había visto disminuida por las carencias de esa época.

—¿Y por qué el humor erótico como tema principal?

—Pensamos que debíamos hacer algo que nos distinguiera, y ese era un tema no muy tratado dentro de los salones de humor convocados en el país. Cada año se realiza este Salón y se hace coincidir con la gran fiesta del 20 de diciembre, día en que Melaíto cumple aniversario. Así pensamos seguir para reunir en nuestra tierra a los humoristas gráficos de todo el país.

—¿Qué significan Melaíto y el humor gráfico para ti?

—Sencilla y profundamente… ¡mi vida!

—¿Es tu hijo Janler un artista de la plástica por casualidad o tú se lo inculcaste?

—Más que casualidad, creo que en él influyó la causalidad. Lleva mi información genética… (jajaja), pero además, él se concibió, nació, creció y se desarrolló en un medio desbordado de pinceladas humorísticas. En él no solo está mi influencia como padre, sino la de todos los demás «melaos» que lo han visto perfilarse y andar sobre su misma cuerda.

—¿Qué de bueno o de malo te ha reportado la profesión que él escogió?

—De bueno hay mucho… compartir las ideas, perfeccionar los chistes y la técnica de ambos, trabajar de conjunto cada año en la exposición Atendiendo personalidades y, sobre todo, regocijarme inmensamente con los éxitos que ha ido logrando en su carrera. Lo malo, si existiera, aún no lo he descubierto.

—Eres un eterno colaborador de la prensa de todo el país, pero nunca te ha interesado irte de Santa Clara. ¿Por qué?

—Porque soy un guajiro nato muy apegado a mi terruño. En este entorno me formé como artista de la plástica y es aquí donde se suceden a diario los acontecimientos que me siguen dando el motivo para idear los chistes y no dejar de sonreír.

—¿Comparas el Melaíto de hace 20 o 30 años con el actual?

—Siempre miro desde la óptica de que cada Melaíto ha ido respondiendo a una época. Pueden coincidir situaciones, pero no creo que deban ser comparados. Cada cual fue el resultado de la cotidianidad de un momento dado. En concepto, la diferencia es que antes era un semanario y en la actualidad tiene una frecuencia mensual, aunque supe que tendremos buenas noticias con respecto a este tema.

—¿Cómo ves a dedeté, Palante y al resto de las publicaciones de humor gráfico?

—Los veo como a hermanos que marcaron un camino, pero que también nos enseñaron que podíamos alcanzarlos.

—Un lamentable problema de salud te impidió dibujar por un tiempo. Sin embargo, ya lo haces nuevamente, ahora con tu mano izquierda. ¿Por qué insistes en dibujar si a fin de cuentas ya tienes una obra reconocida?

—Con esta insistencia que dices, creo que gratifico a la vida por permitirme estar aún aquí, con el humor siempre en ristre.

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