Esta edición de la Feria Internacional del Libro, dedicada a Ecuador, es también la oportunidad de conocer la nación andina a través de las páginas escritas por sus más destacados autores. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:45 pm
La literatura es excelente reflejo de un país, tanto como los ojos lo son del alma. Los libros también nos transmiten desde la mirada enamorada de un poeta, la acuciosa prosa de un ensayo o las turbulencias dramáticas de una novela, el alma de una nación, sus conflictos y anhelos, las esencias de su gente.
Por eso esta edición de la Feria Internacional del Libro, dedicada a Ecuador, es también la oportunidad de conocer la nación andina a través de las páginas escritas por sus más destacados autores.
La literatura ecuatoriana, con su alma indígena y deudora del español de Cervantes, se tejió desde sus inicios con un apego vital a los sucesos acontecidos en suelo patrio, testigo presencial y activo de su historia, capaz de enlazar versos, novelas o ensayos para revelar la idiosincrasia criolla, las atrocidades de déspotas o los momentos que sacudieron el curso de la nación.
Así nos encontramos en la etapa colonial con una figura como la de Eugenio Espejo (1747-1795), el primer periodista ecuatoriano, gran impulsor de la equidad entre clases y razas y precursor de la independencia, por cuyas venas corría la sangre india de su padre y la española de su madre, y cuyo nombre acompaña al Premio Nacional que anualmente se concede en el ámbito de la literatura, el arte y la ciencia.
Luego de las luchas independentistas americanas y el fracaso del proyecto de la Gran Colombia, que confederaba a las naciones de Ecuador, Venezuela, Colombia y Panamá, se desenvuelve el primer siglo de la República del Ecuador con sus perennes encontronazos entre liberales y conservadores. Una figura se abre paso en esta etapa con su huella de gigante, Eloy Alfaro, el líder de la revolución liberal ecuatoriana.
Bien sabe Casa de las Américas que Eloy Alfaro es para Ecuador lo que José Martí es para Cuba. Conocedora de su obra, de indudable proyección nacional y prueba fehaciente del valor de su pensamiento, publica Casa sus Escritos Históricos para acercarnos a los ideales por los que batalló por casi 30 años el viejo luchador.
De la vida de Alfaro muchos conocen su oposición al tirano García Moreno, su amistad con el escritor y periodista Juan Montalvo (el ensayista ecuatoriano más famoso del siglo XIX), de sus dos mandatos presidenciales y su horrendo asesinato, pero pocos conocen acerca de los nexos solidarios que se establecieron entre él y nuestro país. Eloy Alfaro y Cuba en el siglo XIX, nuevo libro del historiador ecuatoriano Germán Rodas, está dedicado al análisis de los vínculos históricos entre Ecuador y Cuba en los años decisivos de la Revolución liberal y del reinicio de la guerra por la independencia de Cuba bajo la conducción de José Martí.
Uno de los aspectos más interesantes de las letras ecuatorianas es la notable producción de textos narrativos, con autores que lograron fotografiar la idiosincrasia criolla en los albores del siglo XX al plasmarla en sus relatos. De ello dan fe los cuentos del llamado Grupo de Guayaquil, comprometidos con los temas sociales y determinados a mostrar la realidad del indígena, así como Huasipungo, de Jorge Icaza, que es tal vez la obra ecuatoriana traducida a más idiomas, en la que hábilmente se retratan las horribles penurias del cholo de la sierra ecuatoriana con un realismo impactante y crudo.
Mientras la generación de escritores del 30 se dedicaba al realismo social, aparece como una extraña disonancia la atrevida figura literaria de Pablo Palacio, quien fuera precursor del vanguardismo no solo en Ecuador sino también en América Latina. No en balde el Pabellón de Ecuador ubicado dentro de la fortaleza de La Cabaña lleva su nombre, en reconocimiento a la trascendencia de su breve producción literaria, de apenas una década (1921-1932), como un patrimonio imprescindible de las letras ecuatorianas. Casa de las Américas rescata para el lector cubano Páginas escogidas, de aquel autor que, entre la lucidez y la locura, indagó en la psicología del hombre, para hablar de antropófagos sádicos, de la vida de un ahorcado, huerfanitos con miedo y mujeres que miran las estrellas.
Como un puente tendido entre las temáticas costumbristas y la estética vanguardista, encontraremos al poeta Jorge Carrera Andrade (Quito, 1901-1978). Entre sus libros de poesía figuran Boletines del mar y tierra (1930); Hombre planetario (1957) y Obra poética completa (1976). Muchos de sus versos componen ahora la edición de su Poesía escogida, en la que podremos apreciar, desde su libertad estética, el apego por el espíritu y el paisaje de su tierra ecuatoriana. Tal dualidad le mereció el calificativo de «indofuturista» por parte de la poetisa chilena Gabriela Mistral.
Letras contemporáneas
Para tomarle el pulso al quehacer literario actual de los escritores ecuatorianos, son numerosos los ejemplares que evidencian que la narrativa sigue siendo un género privilegiado. Así lo demuestran las dos novelas tuteladas por Casa de las Américas: Leonor (Miguel Donoso Parejo) y La Madriguera (Abdón Ubidia), más las cuatro novelas presentadas por Arte y Literatura: La maniobra de Heimlich (Miguel Antonio Chávez), La sombra del apostador (Javier Vásconez), Tan solo morir (Alfredo Noriega) y Pubis equinoccial (Raúl Vallejo).
Con Leonor, Miguel Donoso nos pasea en medio de acontecimientos históricos, no solo latinoamericanos sino mundiales, ocurridos en diferentes épocas y lugares, pero sobre todo en la ciudad de Guayaquil y en México, país donde precisamente el autor se exilió después del encarcelamiento que sufrió durante la dictadura militar de 1963.
Para mayores referencias el lector deberá saber que Abdón Ubidia (Quito, 1944) es uno de los escritores más importantes y reconocidos de Ecuador. Obtuvo el premio Eugenio Espejo 2012, el mayor galardón que concede su país por la obra literaria de toda la vida, mientras que La Madriguera (2004) alcanzó el Premio Nacional Joaquín Gallegos Lara a la mejor novela de ese año, y en 2005 quedó entre las finalistas al premio internacional Rómulo Gallegos. En tanto Raúl Vallejo, además de ser un prolífico narrador, ha sido titular del Ministerio de Educación y Cultura durante los Gobiernos de Rodrigo Borja, Alfredo Palacio y Rafael Correa.
Lo más distintivo de esta cita habanera es que la mayoría de estos autores estarán presentes, y junto a ellos Raúl Pérez Torres, quien presentará ocho relatos bajo el título Los últimos hijos del bolero. Esta colección de cuentos de amor incluye Solo cenizas hallarás, ganador del Juan Rulfo de París, en 1994. Pérez Torres ha sido galardonado además con el Premio Casa de las Américas, Cuba, 1980; Premio Julio Cortázar, España, 1995; Premio Gabriela Mistral, Chile, 2004; Premio de la Unesco 2004 y su vasta obra literaria ha sido traducida al inglés, francés, alemán y griego.
Además del género novela, la cuentística es un ejercicio de gran estima dentro de las páginas ecuatorianas. Una mirada a su cosecha más reciente se encuentra en Amor y desamor en la mitad del mundo, que constituye una muestra del cuento ecuatoriano contemporáneo, y traza su eje aglutinador en la vertiente de la literatura erótica. Dividido en cuatro partes —Sonrisas después del festín, Obstinación de piel, Corazones de extraños designios y Fiesta encendida de cuerpos—, el libro agrupa a 27 autores de diversas tendencias y diferente nivel de madurez en cuanto a su producción literaria, quienes transitan los caminos del amor y el desamor.
Ocho obras deudoras del arte de contar se reúnen en Antología del teatro ecuatoriano contemporáneo, que saca a escena temas silenciados como el aborto, las violaciones o el desgarramiento que produce la emigración. Y para que el público infantil y juvenil encuentre también puntos de contacto con la nación latinoamericana, Gente Nueva propone El canto de fuego, de Leonor Bravo, y la antología Cuentos para soñar un país.
La primera obra no carece de los ingredientes que nutren al género fantástico: magia, acción, seres mitológicos y su dosis de filosofía; y la segunda recoge una selección de historias que recrean mitos, leyendas y fábulas con un lenguaje fresco y autóctono de diversas regiones ecuatorianas. Letras todas convocadas para trazar el camino hacia la riqueza cultural de este país, soñado y reinventado también a través de la creación literaria.