El trovador cubano Gerardo Alfonso. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:39 pm
El tiempo pasa. Tenemos cosas que decir, que leer, que oír, que ver. Hay historias que no pueden esperar a ser contadas por otros. Y no se trata de desconfianza o vanidad. Es cuestión de conocimiento de causa. ¿Qué mejor memoria que la propia para recordar lo que nos ha sucedido?
Gerardo Alfonso no quiere dejar ese placer a otros. Son los sueños todavía es el título de la autobiografía al alcance de las manos de los lectores. Su vida en letras lleva el nombre de la canción que tanto lo identifica como soñador, y que lo une para siempre a ese amigo del alma que para él representa Ernesto Guevara.
«Mirando algunos libros biográficos pensé que debía tener un material sobre mi vida que estuviera lo más completo posible porque “mañana nunca se sabe”, como dice John Lennon, y porque me gustaría que los próximos críticos o biógrafos interesados en escribir algo relacionado conmigo tengan de referencia la versión de mi vida contada por mí. A veces se tiene una idea general del artista y no sabes las particularidades ni los derroteros por los cuales hace lo que hace. Muchos juzgan la consecuencia sin ver la causa.
«Este no es un libro de justificación ni de redimir nada. Se trata de poner las cosas sobre el tapete para que se entienda quién soy. Si no cuento, no describo, nadie se entera y cada evento es importante porque suma elementos a la hora de hacerse un criterio del artista. Quise escribir sobre mí para tener mi versión junto a las de otras personas».
Existen muchos seres alrededor de cada uno de nosotros. Está el que creemos ser, el que ven los otros y el que realmente somos. ¿Cuál es el que nos entrega Gerardo Alfonso desde su sinceridad? «Este es un “yo” diferente al que aspiro a ser con un carácter que debo seguir forjando. Un “yo” que se tiene que despojar de montones de vicios que se acumulan en el trayecto. Cuando eres artista y recibes aplausos, méritos y condecoraciones, te vas llenando de algo que te separa del mundo. Me parece que es muy peligroso y lucho contra ello.
«Es importante después de llegar a la cima, bajar y pedir el último. Pero a veces te pides el último a medias y sigues queriendo conservar lo que lograste, y abrazarte a eso. Cuando realmente te despojas y vuelves atrás, encuentras que hay mucho que aprender y es bueno descubrir nuevas cosas. Creo que si aplico esta experiencia voy a ser un artista completamente diferente al que fui.
«No sé si seré mejor o peor, pero la idea de tener otro camino junto con lo que he hecho me hace feliz porque es como multiplicar el potencial y saber que cada vez que tienes esa valentía de recomenzar y encontrar nuevos caminos, representa una riqueza impresionante; porque siempre estás vivo, te renuevas, no envejeces», reflexiona en voz alta.
«Cuando vi el libro escrito me di cuenta de que había una historia grande en 33 años de carrera. Eso me da mucho orgullo», confiesa.
Sobre este Gerardo Alfonso renacido que debuta en el mundo de la literatura editorial hay muchas memorias que esperan a unirse con la música. «Tengo una plataforma en mi aprendizaje nuevo en cuanto a creación y puntos de vista musicales y temáticos, que todavía no estoy aplicando. Ahora trabajo en 13 composiciones para la banda sonora de una película que se llama La saga de Daniel; dos temas para una serie de documentales de la Televisión y uno para los discapacitados. Un poco de esas canciones va con este nuevo espíritu».
Algunos momentos de la vida dicen más cuando se observan en conjunto. Otros ponen a reflexionar al menos filósofo. ¿Qué puede sorprendernos de este cantautor que no cesa de jugar con los géneros musicales y ha creado para las nuevas generaciones ritmos asimétricos como el ochanga y el guayasón? «En Son los sueños todavía me desdoblé en mi vida artística. Obviamente, la música es muy espiritual y está ligada con elementos afectivos de la vida privada. Mis hijos, mi familia, mis amigos, amores que me inspiraron, algunos eventos y relaciones que he tenido, aparecen dentro del libro. Pero el hilo conductor fue el de la canción, la música, las influencias, las experiencias que me llevaron a hacer mi carrera.
«La infancia fue un momento impresionante que no pude ignorar porque ahí uno carga la mochila para la travesía de toda la vida. El resto es una selección de sucesos relevantes. Presentaciones y conciertos, el momento de la canción del Che, de Sábanas blancas, la grabación de mi primer disco.
«Una etapa muy significativa que recogí fue la que dediqué a la batalla por el regreso del niño Elián», apunta.
Luego de varios años sin grupo, Gerardo volvió a la carga. Ahora con la profecía de la lluvia. Un misterio que puede comprobar quien se proponga ir un día a uno de sus conciertos.
«Llevo seis años haciendo conciertos con momentos preciosos pero siempre con aguacero incluido. Parecía una mística, una superstición que yo tenía. El que se enfrenta a eso por primera vez cree que estoy loco o creyendo cosas que no tienen nada que ver; pero si le preguntas a cualquier músico que me ha seguido en la carrera, están convencidos igual que yo de que algo está pasando. Primero lo veía como una cosa negativa y ahora lo veo como un poder».