Benancio con las Anacaona. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 21/09/2017 | 05:38 pm
En estos tiempos de discos compactos y conciertos que luego se convierten en DVD y multimedias, Benancio Labrada Seisdedos prefiere darse promoción mostrando a los entendidos lo que sabe hacer en vivo. Dispuesto a establecer la comunicación, el músico dijo en la Redacción de JR, que toca al menos siete instrumentos al unísono y todos han sido fabricados por él.
Ante un público motivado por la curiosidad de sus planteamientos, este hombre espigado de 52 años, al que inexplicablemente se le conoce por Pepe, reveló que la idea le surgió hace solo un año y aclara que no fue el resultado de un viejo sueño, o de una revelación en plena madrugada. Lo impulsó esa constante búsqueda de entretenimiento que desde niño lo caracterizó.
Un buen día tomó los materiales, sacó espacio de su apretado tiempo de cultivador de cebollas y hortalizas, y talló el tambor e hizo con sus manos el bongó, las maracas, la clave, la pandereta y la campana. Incluyó en su singular orquesta, el guayo y una filarmónica.
Con todos los instrumentos listos y con ese don que la Madre Natura le obsequió al dotarlo de un buen oído musical, este avispado campesino se presentó por primera vez en el portal de su casa, y fueron sus primeros escenarios ese bucólico terruño suyo que es Cuatro Vientos, del Escambray cienfueguero. En esas plazas empezó a tocar cumbias, vallenatos, merengues y la música más auténtica de Cuba.
Labrada Seisdedos busca en cada actuación lo que todos los músicos: el reconocimiento del público, y para nada la remuneración.
Ya con un notable average de presentaciones en la Perla del Sur, gracias a su labor como artista aficionado de la Casa de Cultura de Cumanayagua, y el regocijo de compartir la escena con las Anacaona hace solo unos meses, Benancio se dispuso a conquistar la capital en mayo último.
Algunos amigos le hablaron del auditorio que tendría en el Malecón o en La Habana Vieja. Él a todos les manifestó su satisfacción por tender puentes culturales con los citadinos, en busca de un único premio: estar en el corazón de los habaneros y de los habitantes de esta Isla, pues su ideal es ser «alguien en la vida», como lo fue Polo Montañez: «un guajiro natural, pero de Cienfuegos».
El hombre orquesta de Cuatro Vientos sorprende por su carisma y emprendimiento. Su historia revela el ímpetu para alcanzar las metas y la valía de su proyecto, que anclado en ese sentimiento genuino de ofrecer un arte auténtico, nos muestra que es una sencilla persona de pueblo, que lleva en sus venas la cubanía.