No le bastó a Alicia aparecer en el desfile inaugural, sino que sorprendió al público con Retrato para el recuerdo, escoltada por eternos primeros bailarines cubanos, como Jorge Vega, a su izquierda. Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 05:26 pm
Aparentemente, con Impromptu Lecuona concluía, la víspera, la hermosa gala que el 23 Festival Internacional de Ballet de La Habana había preparado para celebrar el centenario de La comparsa, un clásico de la música criolla, pero, de repente, se dejó escuchar una voz: «Su atención, por favor: Hay nombres en el recuerdo de nuestro público que nunca se olvidan. Entre ellos, los de Martha García, María Elena Llorente, Orlando Salgado, Lázaro Carreño, Jorge Vega y Osmay Molina; y otro que no es necesario siquiera nombrar, porque forma parte de sus emociones estéticas más íntimas...».
Lo que sucedió después en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana fue la apoteosis cuando, tras el tributo fílmico al autor de Damisela encantadora y la puesta en escena de piezas como La commedia e… danzata, Tarde en la siesta, Espartaco, Suite Lecuona e Interludio en el limbo (estos dos últimos estreno en Cuba), apareció en el escenario la prima ballerina assoluta, acompañada por esos eternos primeros bailarines cubanos, para demostrarnos, en Retrato para el recuerdo, que su espíritu aún danza a la altura de las leyendas.
No era aquel Retrato de un vals que naciera en 1990, pero sí el mismo Vals de la mariposa que Lecuona dedicara a otra grande: Anna Pávlova, e inspirara a la Alonso. Y allí, con sus brazos de gracia infinita, sus gestos y movimientos, estaba, para sorpresa de todos, la directora general de Ballet Nacional de Cuba. Alicia, bailando emocionada, rodeada de quienes han contribuido a robustecer por el mundo la gloria de la Escuela Cubana de Ballet.
Por eso fue interminable la ovación de este lunes, que de seguro se repetirá en las sucesivas jornadas del 23 Festival, el cual se extenderá hasta el 7 de noviembre.