Penumbras, del director Charly Medina, mereció el premio Torre Vigía, que otorga la subsede de Matanzas. Autor: Roberto Otero Martínez Publicado: 21/09/2017 | 05:25 pm
Ni siquiera se atreve a imaginar cómo será la reacción del público cuando vea en la pantalla grande su primera película en cine digital, inspirada en la premiada pieza Penumbra en el noveno cuarto, del dramaturgo Amado del Pino (Reino dividido, Cuatro menos, El zapato sucio y Triángulo). De cualquier manera, aunque siempre ha defendido que «Penumbras no es para mayorías», ya Charlie Medina tuvo este martes una grata y primera impresión «en serio» (antes se hicieron pequeñas exhibiciones), en la capitalina sala Charles Chaplin, donde tuvo lugar el estreno de este largometraje con guión de Carlos Lechuga, el director de Melaza.
«Penumbras, que se estrenará en todo el país el próximo jueves, es una película con solo cuatro actores, de dos o tres locaciones, cerrada, hermética, minimalista, no porque se realizó con pocos recursos, sino por su propuesta estética. No es tampoco de grandes despliegues técnicos ni de grandes escenarios, ni demasiado notables eventos dramáticos. Es como una pieza, como si todo sucediera en una misma noche, o en un mismo momento, aunque no ocurre así.
«Sin embargo, quienes ya la han visto me han asegurado que puede llamar mucho la atención del público, pues aborda muchos temas: el béisbol, el amor, la búsqueda de la felicidad..., y además siempre es atractivo, me dicen, el tratamiento de personajes del mundo marginal, pero que poseen una ética en su comportamiento, como es el caso de Pepe (Omar Franco), ex presidiario, adicto... ¡Ojalá y convoque! Es un drama psicológico, que le va a hablar al público de hoy, aunque ya no existan esos sitios donde la gente iba a amarse furtivamente.
«El teatrólogo Omar Valiño me comentaba que este filme completaba lo que Amadito proponía para la escena; eso que quizá en el espacio teatral no se podía concretar, que es esa atmósfera opresiva, de la noche, húmeda, donde los personajes se mueven en medio de esa nocturnidad, con la luz en clave baja, en penumbra todo el tiempo. Creo que la película le da ese contexto que a veces el teatro no puede ofrecer. Y eso me parece interesante», reconoce Medina, en su breve conversación con JR.
La casa de los personajes
Rodada en casi un 95 por ciento en el barrio Colón, en La Habana, Penumbras se filmó en espacios como los que propone Del Pino en su pieza. Ese fue el caso, por ejemplo, del lugar donde habitaba Pepe, en una piscina del hotel Bristol (ahora un edificio de vivienda). «Allí nos fuimos al último piso, cuenta Medina, y encontramos la “verdadera” casa de ese personaje. También “intervenimos” la antigua posada La red, ubicada a un costado de San Rafael. Fue una labor bien interesante a nivel de escenografía, de ambientación, la que llevó adelante el director de arte, Alain Ortiz, reconocido por su destacado quehacer en filmes como Kangamba, Larga distancia... Su trabajo fue en verdad intenso».
—¿Cómo determinaste los protagonistas de tu película?
—No hice casting. Ya Ismercy Salomón (Tati) había estado en Los heraldos negros con un pequeño personaje de dos secuencias, pero me gustó mucho lo que me ofreció, la manera como explota sus amplios registros vocales, lo que brinda físicamente. Por eso, cuando pensaba en la posible bailarina, enseguida me vino Ismercy a la mente, a quien vengo persiguiendo desde el teatro, pues es una primera actriz de la compañía Teatro El Público, que se merecía ser más visible en la TV y el cine.
«Tomás Cao, por su parte, había formado parte del elenco de obras mías como Los aretes que le faltan a la Luna y Los heraldos..., así que conozco perfectamente bien su histrionismo, al igual que el de Omar Alí, un colaborador muy cercano, y que aquí se mueve en una vertiente distinta. No sucedía de ese modo con Omar Franco, con quien trabajo por primera vez y quien asume el mismo personaje de la magnífica puesta en escena que dirigiera Osvaldo Doimeadiós. Vamos a ver qué dice el público, pues es esta una película donde los actores pueden destacarse».
Todo su potencial
Si algo tenía muy claro el equipo de realización de Penumbras —producida por RTV Comercial de conjunto con la empresa española VM Broadcast Services Global y que contó con el apoyo de otras instituciones—, es que nada interrumpiría el rodaje de la película.
«Nos propusimos hacerla en las condiciones que fueran, y fueron duras, señala Charlie. Dentro de los 20 días de rodaje, fueron 12 madrugadas —siempre me acusan de que me gustan las noches (sonríe)—. Hasta nos enfermamos de dengue. No pudimos escapar ni mi anotadora (scrip) ni yo, mientras el fotógrafo (Roberto Otero Martínez) cogió una infección en la piel, porque los sitios donde rodábamos a veces no estaban muy higienizados. Sin embargo, tuve la suerte de reunir un colectivo excelente, y de contar con Pedro Suárez, un magnífico profesional. Su presencia en el proceso de posfilmación, ocupándose de todos los procesos tecnológicos, y responsabilizado con el montaje, fue determinante».
Con importantes títulos a su haber como Páginas del diario de Mauricio, Kangamba, Los dioses rotos y Verde verde, Pedro Suárez nos entera de que se unió a Penumbras cuando Charlie llegó a él con el proyecto antes de que filmara. «Me habló de su idea acerca de la puesta en escena, del rodaje. Por tanto la post comenzó antes de rodar la película. Asimismo conversé con el fotógrafo, visitamos las locaciones, discutimos la visualidad que se le quería dar...
«De ahí surgió la primera incógnita: ¿Con qué filmar? Y nos decidimos por una cámara Canon 5D y ya sabiendo a la pantalla que íbamos a llegar, comenzamos a elaborar toda la estrategia. De todas maneras, se filmó y se me apareció Charlie y me dijo: “Vamos a convertir este rodaje en una película”. Entonces salimos a buscar al que a nivel de presupuesto pudiera producirla y encontramos a RTV Comercial.
«Como asegura el director, por fortuna nos encontramos con un equipo con un gran compromiso para el trabajo: Roberto Otero como director de fotografía; Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán en la música (premio Goya por Habana Blues); Osmany Olivare, en el diseño sonoro y mezcla final; Mario Leclere, en los efectos digitales y la posfilmación; Velia Díaz de Villalvilla, responsable del sonido directo...
«Resultó un proceso muy interesante, pues se trataba de adaptar una pieza que venía del teatro, y que había que lograr que fuera una obra cinematográfica; que mantuviera una relación y a su vez una distancia con la puesta, que no perdiera esa impronta cinematográfica que Charlie intuía y en la que yo podía aportar, gracias a mis experiencias anteriores.
«Queríamos, además, conseguir buenos resultados en la relación entre costo y tiempo de realización. Toda la posproducción se realizó en cuatro meses, lo cual es un récord para el cine cubano actual (normalmente se toman entre siete meses y un año). Esta película nos fue sorprendiendo a medida que iba siendo editada».
Lejos de lo «clásico»
Admite Roberto Otero, egresado en 2007 de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (Famca) del Instituto Superior de Arte, que por mucho tiempo lo acompañarán las vivencias de Penumbras. «Fue un trabajo sui géneris, porque esta película se realizó con una cámara Canon 5D, que permite grabar video en alta resolución. Estamos hablando de un largometraje muy arriesgado, que se filmó en las mismas locaciones que inspiraron la historia, y que hubo que acondicionar en función de la puesta en escena, de la atmósfera.
«Charlie me pidió una película realista, pero con un alto nivel estético. Había que lograr un balance. No es la clásica película cubana que fotográficamente se desarrolla en el centro del solar y de la calle para afuera.
«Es una película intimista, hacia dentro, de espacios reducidos, con cuatro personajes que están todo el tiempo en cámara. Por tanto, no existen secuencias con grandes acciones o desplazamientos, casi todo se concibe en espacios de cuatro metros, tres; lugares que arquitectónicamente son muy interesantes (hay una que es muy impactante), y como fotógrafo tenía que resolver escenas de mucho texto, con actuaciones muy contenidas, donde la fuerza dramática estaba en el rostro, en lo que decía el personaje. Hubo que construir una atmósfera que estuviera a la par del comportamiento y la manera de ser de esos personajes», enfatiza este joven premiado en diversas ediciones de la Muestra Joven Icaic por obras al estilo de El cuarto 101 y El último secreto.
«El gran dilema siempre era dónde colocábamos la cámara, pero, por suerte, se efectuó una buena labor de preproducción. Charlie me marcó la pauta de dónde me podía mover, y dentro de ese espacio me dio libertad total. La propuesta fotográfica surgió desde el mismo ensayo, viendo cómo actuaban los personajes diciendo un texto fuerte, pero muy sincero; atendiendo a sus reacciones, sus miradas.
«Entonces supe qué debía hacer, lo que iba a destacar, a partir de que Charlie supo extraerles el máximo a los actores, consiguió que, aunque se estuvieran mirando, el drama estuviera latente. Penumbras es una película con su propio carácter».