Ramón Carlos Leyva Pérez. Autor: José Luis Estrada Betancourt Publicado: 21/09/2017 | 05:22 pm
«¿Tú sabes quién será músico de verdad? Ese bebé que traes en tu vientre». Como si pudiera entrever el mañana, la profesora de piano de la madre de Ramón Carlos Leyva Pérez pudo adivinar el futuro. Y desde pequeño, el hoy director de la Orquesta de Guitarras Isaac Nicola le dio razones para que ella supiera que había acertado.
«Apenas levantaba una cuarta del piso cuando mi abuelo me compró una guitarrita de madera. En mi segundo grado me presenté a las pruebas de captación, pero las opciones eran violín y piano y yo solo quería la guitarra. Entonces, mi mamá me puso a dar clases con Bertica Maestre, iniciadora, para muchos en Las Tunas, en este mundo fabuloso. Por suerte, cuando llegué al quinto, pude ingresar a la Escuela Vocacional de Arte (EVA) El Cucalambé. Desde entonces la guitarra se apoderó de mí».
—¿Cómo y cuándo surgió la orquesta?
—Sucedió en 1998, por una petición de la que fuera entonces subdirectora de Música del nivel elemental de la EVA, Amira Moreno. Ella me propuso que agrupara los niños en una orquesta, para que se presentara fundamentalmente en las Jornadas Cucalambeanas. Al inicio, yo solo hacía el montaje de las obras que ellos tocaban. Eran piezas sencillas y no requerían de un director al frente. Pe-ro en el año 2000, al graduarme en el Instituto Superior de Arte (ISA), conmigo se abrió el nivel medio profesional de la guitarra, lo cual posibilitó la llega-da de alumnos de territorios cercanos.
«Por aquella época, Louis Aguirre, mi profesor en el ISA y en ese entonces director de la Orquesta Sinfónica de Camagüey, me sugirió que asumiera la dirección de la orquesta. ¿Pero cómo?, le pregunté. Y él se comprometió a darme un mínimo técnico, que me permitiría, con el tiempo, adentrarme en ese arte. A base de golpes lo conseguirás, me dijo. Y así fue.
«A partir de ese momento, las obras fueron mucho más complejas. Aguirre me ayudó muchísimo. Recuerdo que realizaba un Festival Internacional de Música Contemporánea, con presencia de músicos europeos, donde participamos en dos ocasiones. Tuve entonces el privilegio de conocer al maestro Harold Gramatges, quien me dio no pocos consejos. Allí nació una gran amistad entre el maestro Jesús Ortega y yo.
«Cuando Ortega conoció de la existencia de la Orquesta de Guitarras Isaac Nicola, segunda en antigüedad de Cuba —la primera es Sonatas Ha-baneras, que él dirige—, se llenó de regocijo. De él partió la idea de que en Las Tunas se desarrollara cada dos años el Encuentro Nacional de Or-questas de Guitarras (existen diez co-lectivos en la Isla), el único evento de su tipo y donde se reúne la mayor cantidad de guitarristas del país».
—¿Qué distingue a la agrupación tunera del resto?
—Hay algunos rasgos. Por ejemplo, la del maestro Ortega es una orquesta completa: cuenta con los requintos (más pequeñas y con un registro más agudo), las guitarras convencionales, esas que conoce todo el mundo; y las bajas, unas especiales de siete cuerdas. El maestro siempre abogó porque tuviéramos los requintos.
«En nuestro caso, nos salvó el hecho de que Las Tunas contara con el mejor lutier de la Isla: Dioscóride Borges Fuerte. La Dirección Provincial de Cultura se los encargó y él los construyó. El maestro me decía: Ya verás cuando los tengas cómo se ampliará la gama de la tesitura de la música. Y tenía toda la razón.
«Hace unos años, el mismo Jesús Ortega, por orientación del Instituto Cubano de la Música, viajó a Brasil e hizo una compra de varias excelentes guitarras, que mejoraron la calidad de nuestros instrumentos. Ahora podemos mostrar diez guitarras convencionales, dos bajas de siete cuerdas y cuatro requintos. Pienso que en todo ello estriba nuestra distinción».
—¿Y en cuanto a los arreglos?
—Es digno destacar la labor que desempeña el maestro Ortega en ese sentido, porque estamos hablando de agrupaciones atípicas. En la historia de la música no se escribió para este formato. Los grandes —Mozart, Beethoven, Bach…— compusieron para cuarteto de cuerdas, para el piano, pero no para una orquesta como esta. El maestro se ha dedicado a realizar transcripciones de conciertos, de obras, y asimismo llevar la música cubana a nuestro repertorio: desde Lecuona hasta la trova tradicional santiaguera. Sin dudas ha enriquecido enormemente nuestra propuesta musical.
«Yo he realizado asimismo pequeños aportes: transcripciones de otras obras, al tiempo que he incorporado composiciones del maestro Leo Brouwer, como Acerca del cielo; o al estilo de Paisaje cubano con rumba que, aunque son para un cuarteto, pueden funcionar muy bien en este tipo de formato».
—Pronto se cumplirán 15 años de la existencia de la orquesta. En este tiempo, ¿cuáles han sido los mayores regocijos?
—Creo que el primero fue el concierto ofrecido al maestro Leo Brouwer, una figura emblemática de la guitarra mundial. De igual modo, siempre son muy enriquecedores los intercambios con las otras orquestas. Al mismo tiempo, tengo muy buenos recuerdos de la provincia de Holguín, donde han tenido la gentileza de invitarnos a sus jornadas de conciertos, en las cuales los muchachos se sienten a gusto. Eso es muy bueno.
—¿Cómo anda la salud de la Isaac Nicola?
—Excelente. Tengo la dicha de contar con muchos alumnos en la EVA, que se vislumbran como la cantera. No son todos fundadores quienes la integran en la actualidad. Sin embargo, la retaguardia está asegurada con un nivel medio fuerte, con una matrícula numerosa y con calidad.
—Se habla muy bien de la enseñanza de la guitarra en Las Tunas...
—Quizá se deba al claustro. Cuando yo estudié tuve una profesora ma-tancera, Bárbara Milián, quien nos formó a mí y a Argibaldo Acebo Pérez, magnífico concertista de la provincia, además de a Rosa Matos, la primera mujer que ganó un concurso Internacional de La Habana. Sin dudas, nosotros ahora somos continuadores de su obra. Me gusta el magisterio, me place enseñar aunque soy muy exigente.
«Con la asesoría del maestro Ortega, una enciclopedia en la enseñanza del instrumento, completan el equipo de profesores antiguos alumnos míos, quienes están trabajando muy bien. De hecho, el Centro Nacional de Escuelas de Arte (CNEART) ha reconocido nuestra labor, y en la actualidad tenemos estudiantes del nivel medio profesional, desde Cienfuegos hasta Santiago de Cuba. Es decir que gran parte de nuestro país estudia la guitarra aquí. Es una gran responsabilidad. Todo lo que se ha conseguido responde también a la entrega absoluta de la directora de la EVA, Nuris Cantallops, quien se desvive por traer a la escuela a maestros reconocidos como Eduardo Martín, Campusano...».
—El Encuentro Nacional de Orquestas de Guitarras. ¿Qué características tiene?
—Tiene una característica: la primera noche los estudiantes ofrecen un concierto a los visitantes. Durante las jornadas siguientes, dos orquestas comparten el escenario del Teatro Tunas en las noches, mientras por el día las agrupaciones se presentan en diversas instituciones: escuelas, centros de trabajo, prisiones, complejos de la salud… —en el primero, cuando la situación económica no era tan compleja, cada or-questa se movía hasta un municipio de la provincia. Se clausura con una orquesta gigante, donde se unen todos, y convocamos a coros, invitados..., que al final interpretan Cuba, qué linda es Cuba. Se trata de una gran fiesta que esperamos siempre con ansias».