Ahmel Echevarría comenzó en la literatura, de un modo casual, en el 2000. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:18 pm
Ahmel Echevarría Peré afirma haber empezado de forma tardía en la literatura. Sus lauros, entre los que se cuentan el Premio David 2004 en el género de cuento con el libro Inventario; y el Pinos Nuevos 2005 con la noveleta Esquirlas, además de mención en el Premio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) Luis Felipe Rodríguez de 2009 por la obra Pastel para pitbulls, demuestran que eso no ha sido un impedimento para que este joven habanero, nacido en 1974, se destaque como creador. Lo ratifica también el hecho de haber participado en publicaciones como las antologías Historias soñadas y otros minicuentos y Los que cuentan.
Para sorpresa de muchos, ni siquiera su carrera universitaria fue decisiva en la inclinación de Echevarría Peré por la narrativa. «Me gradué de Ingeniería Mecánica en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (CUJAE) y comencé en la literatura de casualidad, a principios del año 2000, gracias a dos amigos que conocí durante el servicio social. Ellos me hablaron de un taller literario en Centro Habana al que comencé a asistir.
«Hasta ese momento me inclinaba más por la lectura y escribía como hobby. En ese lugar aprendí a ser más agudo al leer y relacionar los referentes culturales, sociales, políticos e históricos que aparecen en los textos.
«Desarrollo mi quehacer narrativo con cuentos y novelas mayormente. También ejerzo la opinión comentando libros de autores cubanos. En la Asociación Hermanos Saíz (AHS) trabajo en la columna Diálogo, donde publico reseñas literarias sobre textos de escritores jóvenes. Los entrevisto, además, porque me gusta indagar cómo otros componen sus obras».
—¿Cómo ha podido relacionar la carrera universitaria que estudió con su quehacer literario?
—Cuando me inicié en las letras, un mundo totalmente ajeno a las ciencias técnicas, tuve que plantearme resolver un problema: ¿Qué es la literatura? Asunto que aún hoy creo no he desentrañado del todo, pero aún así comencé a trabajar.
«Investigué sobre los escritores que me interesan: por qué los leía, quiénes son aquellos considerados clásicos. Así, poco a poco, como un ingeniero conoce las partes de un aparato electrónico antes de intentar desmontarlo o repararlo, he logrado descubrir un “misterio” de la manera más certera y eficiente posible. En eso me ha ayudado mucho la carrera de Ingeniería Mecánica.
«Ahora mi pasión es escribir, por eso no he vuelto a ejercer como ingeniero desde el servicio social. Es una pasión que se podría comparar con el placer de la zozobra, pero al interactuar con mis escritos, revisarlos, ver cómo se relacionan con las distintas esferas de la vida, me hacen sentir satisfecho por dedicarme a escribir».
—En los tiempos que corren, ¿considera más factible ser un escritor de grandes ventas o uno comprometido con su realidad?
—El dinero es necesario para vivir digna y cómodamente, pero la realidad es que literatura no es mercado. No fueron pocos los escritores que vivieron y murieron en la precariedad, y aún así sus obras perduran.
«Más allá de escribir, me interesa relatar con exactitud, claridad, comprometerme con mi tiempo, reflejar lo que entiendo de él, comunicarme con los lectores. Si de camino a ello logró expresar mis impresiones a más de uno supongo que mi obra se insertará en el mercado favorablemente y será bien recibida, pero no es mi objetivo».
—¿Es muy complicado para un joven narrador publicar sus obras?
—No todo es redactar un manuscrito y entregarlo a una editorial. Cuando somos jóvenes y con poca experiencia, lo ideal es dar a valorar nuestro trabajo. El sistema de concursos literarios de nuestro país es una buena forma de encaminar lo que hacemos, y entre los premios que muchos de ellos ofrecen está la posibilidad de editar los textos ganadores.
«Recomiendo ante todo no apurarse, no se debe escribir por escribir, y los jóvenes tienen muchas posibilidades en las editoriales, aunque siempre tendrá sus complejidades».
—¿Qué papel ha jugado la Asociación Hermanos Saíz en su trabajo, y específicamente a la hora de publicarlos?
—En mi caso particular he tenido muy buenos vínculos con la Asociación. Ya no formo parte de ella como tal, pero continúo a su lado. Me permitió interactuar con otros jóvenes escritores de toda Cuba y ampliar mi labor.
«Estar vinculado a la AHS no quiere decir que se debe esperar a que sus directivos te propongan participar en alguna publicación. Eso debe venir, en mayor medida, del autor. La AHS hace mucho por los jóvenes y desearía que así continuase por mucho tiempo».
Echevarría Peré tiene varios proyectos en el tintero, unos más inmediatos que otros. En la pasada XXI Feria Internacional del Libro Cuba 2012, aparecieron dos cuentos suyos en las antologías Todo un cortejo caprichoso y Ni más ni menos gorda —esta última tiene la peculiar característica de estar compuesta por relatos sobre personas con sobrepeso. Para más adelante tiene por publicar dos libros, uno de ellos, Pastel para pitbull, espera por el fallo de un concurso para ser publicado. Y todo ello, claro, lo llena de satisfacción.