Los inconfundibles paisajes de Humberto Hernández, «el Negro». Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:16 pm
Dos destacados nombres de la plástica cubana, Raúl Rodríguez Pérez (Borodino) y Sergio Roque Ruano, dialogaron hace poco en la muestra Placeres de la imaginación, expuesta en la galería Pedro Esquerré, de la ciudad de Matanzas. Allí, las obras, de diferentes técnicas, mostraron cómo cada artista ve el mundo en derredor, y cómo sienten por dentro. Ellos presentaron pinturas, dibujos y cerámicas que llevan la impronta de quienes hace mucho tiempo desandan, con sus aventuras pictóricas, el tiempo cu- bano y allende sus fronteras. Porque imaginar o plasmar espacios ideales para estar a la medida de nuestros sueños y deseos abarca una zona inmensa de la vida que ellos saben llenar de obras de arte… Y una sorpresa los acompañó en esa oportunidad: Humberto Hernández «el Negro», otra enorme figura de la plástica nuestra fue el creador invitado.
El hombre por dentro
Hace más de 20 años, Raúl Rodríguez Pérez, «el Boro» —como le han dicho siempre los amigos—, acaparaba la atención en cuanto encuentro aparecían sus obras. Aquellas piezas inmensas donde hacía unas parodias pictóricas en las que recomponía, con tonos expresionistas, datos primitivos, gótico-medievales, barrocos y hasta simbolistas, causaban admiración y ponían en juego el pensamiento de quien se acercaba a mirarlas. Aquellos signos de espíritu postmodernista, con contenida sátira, sacaban a la luz aspectos ambientales de la realidad que nos rodeaba entonces, así como deformaciones, conflictos de la vida cotidiana y hasta caricaturas de algunas gentes, realizadas de manera muy personal.
El tiempo ha pasado y el artista, luego de sumergirse en la vida y en el arte, sale a flote con nuevas experiencias que traspasan los lienzos. Y aunque su figuración ha cambiado, el lenguaje y sus signos mantienen puntos de contactos con lo anterior. Detrás de estas obras, donde se entremezclan figuración-abstracción, líneas, manchas..., hay tintes expresionistas inherentes a su eterno quehacer. Las figuras, como siluetas de aquellos monstruos de otrora, adquieren tonalidades más fuertes, juega con las texturas que saca de los mismos colores y las formas, llevándonos de la mano por un laberinto de creatividad que motiva las retinas. En sus más recientes creaciones, Borodino pone de relieve un interés por la riqueza y la exuberancia cromática que es como un fijo y final latido que le llega de la misma luz nuestra, de la naturaleza, del sentido lúdico que forma parte esencial de nuestro carácter.
Graduado de la ENA en 1981, este artista se integra a una figuración que tiene puntos de contacto con la realidad y se organiza en el plano de manera caprichosa y disparatada al modo de los sueños.
Cuerpos a flor de piel
El volumen es el asidero en Sergio Roque Ruano (Camagüey, 1954), no por azar estudió escultura... El volumen en barro o en la suave piel transformada en cuerpo femenino, adquiere dimensión hedonista en su quehacer cotidiano, ya sea en cerámica, pintura, escultura o dibujo. Roque pasa de una técnica a otra con suma facilidad. Lo más importante es que en cada una de las manifestaciones que asume mantiene su impronta, el sello que lo caracteriza.
Los seres que habitan sus obras parten de un minucioso estudio de las figuras hacia una búsqueda de los cánones de perfección humana, pero que él modifica a su gusto, siempre tras el movimiento, adaptando y adoptando poses caprichosas que, cuando de cerámica hablamos, aprovechan incluso las formas de los recipientes donde plasma las imágenes. Allí cobran un hálito singular, y parecen hasta respirar cuando se les observa detenidamente… En la plana superficie también, los cuerpos y las figuras adquieren otra dimensión, manteniendo el aliento poético que caracteriza sus creaciones, donde se muestra deudor de los clásicos.
Las técnicas mixtas, acrílicos sobre lienzo, y cerámicas del artista reflejan escenas idílicas en las que el amor, por momentos, es protagonista de historias. Cuerpos vibrantes, rostros enigmáticos, y detalles de un paisaje soñado, campean sobre el barro, la tela o la cartulina, logrando una armonía entre las figuras y los espacios que las contienen. Y sus formas entrelazadas evocan en el espectador una percepción sensual a partir de la cual se definen visiones y sentimientos. Roque amalgama dentro de él las experiencias de sus maestros, ya sea en Cuba (ENA) o en Kiev. En sus pinturas juega mientras pinta viajando de un tono a otro, reflejando paisajes, lugares y gentes que surgen desde el interior del artista.
Una sorpresa pictórica
El carbón no solo está en los hornos que pueblan los cuadros del Negro. Está también en la materia misma que a veces ennegrece los azules del cielo en el paisaje. Y parece ser que el carbón es una metáfora del propio artista, que sin prejuicios inútiles ha decidido asumir como sobrenombre el que cariñosamente le han dicho siempre. Las obras de Humberto Hernández (Pinar del Río, 1958) están marcadas por un peculiar manejo del sentido de belleza, y al mismo tiempo del género más representativo del paisaje. Al ver las obras del artista —graduado de la ENA, 1980, y del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río, 1991—, cada uno puede tener una impresión diferente, pues ese discurso lírico que lo convoca da esa posibilidad, siempre con un motivo distinto.
Son obras en las que coinciden las visiones portadas por su memoria que mucho tienen que ver con su infancia en la zona rural y costera de Puerto Esperanza (Pinar del Río), con inquietudes expresivas que lo acercan a los tratamientos gestuales y matéricos derivados de la estética informalista.