(Tatiana) Mirta Lilia Pedro y (Rudy) Abdel Castro Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:15 pm
A las cinco de la tarde de este jueves, todavía los populares actores de la telenovela Soledad permanecen en la redacción de Juventud Rebelde, como si no hubiesen transcurrido cuatro horas intensas de intercambio con los lectores. Ni siquiera el bebé que desde hace siete meses crece en el voluminoso vientre de Mirtha Lilia Pedro (Tatiana), da muestras de auténtica protesta. Tanto se involucran con las interrogantes de los cibernautas, que Ernesto Fiallo (director), Freddy Domínguez (guionista), Tamara Castellanos (Odalys), Julio César Ramírez (Saúl), Raúl Pomares (Simón), Abdel Castro (Rudy), Ariel Albóniga (Jesús) y Margarita Ruiz (asesora), apenas notan el paso del tiempo.
Desde la Ciudad de los Puentes llega el primer mensaje que inicia el diálogo. Conocer las visiones que tienen los actores respecto al maltrato a la mujer, la crianza de los niños y la soledad, motiva el acercamiento de un grupo de ingenieros de la ECOA 19 en Matanzas.
Recordada por sus destacadas actuaciones en piezas teatrales al estilo de Juicio y condena pública de Charlotte Corday y por telenovelas como Destino prohibido, Mirtha Lilia prefiere «romper» la tarde hablando de su experiencia personal. «Tengo una hija adolescente, cuya crianza ha sido bastante difícil, porque he sido madre soltera. Reconozco que se descuidan muchos detalles cuando una sola tiene que hacerse cargo de todo. Tanto Rudy como Tatiana son víctimas de esas circunstancias, lo cual no justifica que el niño haya estado casi abandonado. Tatiana hacía lo que creía que era correcto. Simón llega para hacerle ver todo aquello que ella ha pasado por alto.
«En lo personal no soy como Tatiana. Soy más comprensiva y suave, escucho más. Una madre soltera es casi una heroína, pero se puede. En general, ser madre es un reto y las probabilidades de equivocarse son grandes. No obstante, como dice el refrán, es mejor estar solo que mal acompañado».
El adolescente Abdel Castro, quien con Soledad se estrena en la televisión, se explica las reacciones de Rudy de la siguiente manera: «A pesar de que mi mamá (en la TV) se esfuerza mucho por darme lo que necesito, por falta de tiempo me presta menos atención. Y Rudy, al no tener nadie quien lo corrija, se la pasa en la calle, sin estudiar y sin hacer las cosas bien. Siempre hace falta alguien que te guíe. La actitud del papá es muy mala, porque aunque los padres estén separados, el hijo es de los dos».
«Hay muchas maneras de ser víctimas de violencia, no solo la física, regresa al tema Freddy Domínguez. Por ejemplo, Tatiana nunca ha maltratado físicamente a su hijo, y sin embargo lo está violentando psicológicamente. También María, la madre de Lázaro, a pesar de ser muy querida, está sometida a una situación similar».
A ello se refiere la psicóloga Alianna Collado Castillo, pero a partir de cómo esa agresión se refleja en la pareja. Dice Alianna: «Han logrado escenificar el ciclo por el que transcurre la violencia desde una visión diferente al clásico cliché de todas las novelas. Es evidente que ha existido una revisión de la bibliografía científica sobre el tema. Aspiremos a que todos los programas aborden, de manera tan realista, un problema social y de salud».
El primer agradecimiento por las anteriores palabras vino de Tamara Castellanos. «Es muy oportuno lo que planteas, pues quizá lo que se muestre en pantalla pueda parecer a veces reiterativo para el televidente, pero ello es parte del mensaje, que refleja la realidad de la violencia, sus diferentes manifestaciones y el desenlace. Debemos entender que una de sus características es el miedo de la mujer a denunciar y a reconocer que es víctima de este mal, aunque eso parezca increíble».
Julio César Ramírez (Saúl) está convencido de que «este es un tema que los medios audiovisuales debían a los televidentes. Y es que generalmente eran pasados por alto y/o no se profundizaban. La violencia doméstica está ahí y no podemos vivir a espaldas de esa situación. Por tanto, en el arte, y en los medios audiovisuales es necesario que se traten porque es una manera de que las víctimas logren ver reflejado los diferentes matices del fenómeno».
«Puedo contar una anécdota: Hace unos días me encontré con un señor quien me confesó que recién se divorciaba porque había sido víctima del maltrato físico de su mujer. Es decir, que es algo que debemos combatir, y la mejor manera es mostrando lo que está sucediendo».
La sociedad en que vivimos
Si bien Soledad es una interpretación de la realidad, Fiallo considera que esta «refleja modestamente la sociedad cubana actual. Puede haber novelas que edulcoren esa realidad, pero hay otras que tratan de llevar a la pantalla el día a día. Nuestro propósito fue tratar de representar la soledad con todas sus tonalidades, no solo en las situaciones o los personajes, sino también en la luz, la escenografía...».
Pero, ¿por qué la soledad? El también guionista de La cara oculta de la luna le responde a Luis. «La soledad impuesta es un mal que afecta a muchos, pues está determinada por la incomunicación, la incomprensión, la intolerancia, y la violencia misma. Este es un problema que no particulariza países, edades, razas ni géneros, cualquiera, en un momento de su vida, puede sufrirla», enfatiza Domínguez, quien explica que concibe los conflictos de sus personajes a partir del mensaje que se quiere transmitir.
De paso, sin dar muchos avances de lo que sucederá en Desarraigo, la tercera temporada de Bajo el mismo sol («solo que recurre más a los códigos tradicionales de las telenovelas, adelanta), revela por qué le interesa tanto la actualidad a la hora de idear un libreto. «Nuestro modelo de sociedad no es perfecto y necesita del debate y del análisis de los temas más cotidianos que nos afectan a todos».
Yany Díaz, quien defiende a Soledad como la mejor temporada», se interesa por saber qué mensaje quisieron transmitir con la relación entre el joven del preuniversitario y Fabiola. Fiallo le esclarece que esta subtrama en particular también hace referencia a la soledad, aunque además evidencia la lucha entre lo material y lo espiritual. «Ariel es un joven criado con fuertes valores morales, mientras que Fabiola encontró un camino fácil para lograr sus aspiraciones sacrificando parte de su felicidad y adentrándose cada día más en su soledad», enfatiza este realizador que antes había sido codirector de Historias de fuego y Salir de noche.
A Ernesto, en cambio, le ha llamado la atención que «se ha hecho mucho hincapié en lo racial, esto al parecer es un mensaje subliminal...». A ello Domínguez responde: «Cuando “compongo” un personaje trato de ir más a su psicología que a su raza, de manera que puede ser blanco, negro, rubio o mulato, pues los conflictos son comunes para todos, como seres humanos que somos. No hay mensajes subliminales, la composición racial de la sociedad cubana es tan diversa como su cultura. Solo mostramos un reflejo de la Cuba que vivimos».
Para Kira, sin embargo, el tema más apreciable es el de la reincorporación a la sociedad de las ex reclusas, propuesto por Casa de cristal. Ese, dice, y el del abandono de los ancianos.
En cuanto al primero cuenta Mirtha Lilia: «Tengo una vecina que recientemente vivió esa dura experiencia y hemos conversado mucho sobre esto. Ella ha tenido mejor suerte que Tania, pues sus vecinos la han acogido de muy buena gana.
«Este es un tema muy necesario y nunca lo suficientemente debatido en nuestra sociedad, insiste Freddy Domínguez. Aunque la legislación ampara los derechos de estas personas. Incluso, aunque se preparan para ello mientras cumplen su sanción con programas de estudios que van desde dotarlos de un oficio hasta el nivel universitario, la realidad tiende a ser diferente, determinada por los prejuicios y tabúes».
Del abandono a los ancianos, que se pone de manifiesto en el «abuelo de Rudy», el reconocido actor Raúl Pomares señala: «Yo no diría abandono, sino cómo se ve la relación de los más jóvenes hacia los más viejos. Los tiempos cambian, cuando yo era joven esta relación era más amable. Hoy día los intereses son muy diferentes, y hay como un distanciamiento entre unos y otros. Hablo de mi propia experiencia con tres nietos que van de los 19 años a los siete, con ellos tengo que negociar, no discutir».
¿Cree que haya muchos Simón en Cuba?, inquiere Alejandro. Y la contesta de Pomares no se hace esperar. «Creo que sí. Solo que hay quien está solo porque se lo buscó y otros porque se lo “buscaron”, pero la soledad es una condición muy humana, aun estando acompañado». Por eso Pomares, recordado por sus interpretaciones en títulos como La primera carga al machete, El hombre de Maisinicú, Una pelea cubana contra los demonios..., le reafirma a Yuniesky que considera importante que aparezcan en pantalla personajes como Simón. «Si la pregunta va dirigida al actor, creo que sí, porque es un personaje contradictorio y eso enriquece la actuación. Si la pregunta va dirigida a un viejo como yo, de 77 años, creo también que sí, para por lo menos salir (sonríe)».
Julio quiere saber si Ariel Albóniga estima que existan muchos jóvenes con los conflictos de Jesús, lo cual admite este joven, quien se graduará de actuación en el ISA. «Sí, absolutamente. Pienso que hay no pocas personas con conflictos parecidos, y con muchísima incomunicación con sus familiares. Se trata de lograr una comunicación entre padres e hijos, de la necesidad de un entendimiento, e incluso de acudir a especialistas que puedan orientarlos».
Interioridades de una telenovela
Por las ventajas y desventajas de grabar una telenovela totalmente en estudio para un actor se interesó Lidianny. ¿La novela hubiera sido la misma si la hubieran grabado en exteriores?, interroga.
«En las condiciones económicas actuales, esclarece Fiallo, resulta más factible la grabación en estudio, pues se pueden controlar más las condiciones en las que se trabaja. Si bien aún no hemos logrado con la calidad deseada una escenografía, en el caso de Soledad tratamos a través de la fotografía trabajar las atmósferas según los conflictos. Aunque toda obra es perfectible, estamos satisfechos con el resultado logrado».
Al menos Mirtha Lilia y Julio César Ramírez hacen saber que prefieren el estudio. «Es más cómodo, aunque ciertamente en exteriores es más “real”», dice la futura mamá, mientras a Ramírez le recuerda un escenario teatral. «El estudio es el sitio donde pierdo esa sensación de estar frente a una cámara y donde generalmente me siento mucho mejor a la hora de interpretar un personaje».
La preocupación de Ivettys Medina Digo, sin embargo, estriba en que «en ocasiones me pierdo en la lógica de Soledad». Para que lo comprenda mejor, llega Freddy Domínguez: «Para entender un poco el porqué de esta manera de ordenar la trama pudiéramos pensar en una mirada telescópica a diferentes conflictos que suceden en un mismo tiempo dramático. El personaje que en un momento es secundario luego pasa a protagónico porque se comienza a contar su historia. La muerte de Arístides, por ejemplo, en la primera temporada se muestra a través del punto de vista de Tania, quien acababa de mudarse al barrio; mientras que en la segunda temporada se muestra desde la mirada de Leslie y Odalys que, como vecinas, tenían una relación con él. En Desarraigo la muerte de Arístides se devela como detonante del conflicto central».
Mientras tanto, a Lima y a JUANKRLOS D’LEÓN les resultan demasiado breves los capítulos, los cuales, según Ernesto Fiallo, deben durar 25 minutos aproximadamente, sin contar la presentación y la despedida. «Realmente es poco tiempo para llevar a la pantalla conflictos tan intensos y muchas veces, sentimos que necesitamos un poco más de minutos. Desde el guión estuvo previsto intercalar escenas de la primera temporada para marcar el momento en que transcurre la trama».
Yuri Cárdenas hubiese preferido «una novela amorosa, de ficción, que nos haga reír y llorar, aunque la trama ocurra en el año mil». «Yuri, le contesta Julio César Ramírez, me parece que debemos hablar de todos los temas y la telenovela no debe estar al margen del debate social. Sabemos que por su horario está destinada a que el telespectador relaje su día, pero debemos ofrecer un producto que logre esparcimiento y que provoque en ese espectador la inquietud y el cuestionamiento.
«Debemos procurar un espectador participante, porque es la manera en que la obra de arte cumple su función. La telenovela no debe ser una mercancía. Es un género que cada vez debe alcanzar niveles estéticos superiores y no solo ser una propuesta banal, sin trascendencia ética y social. Cuando vemos telenovelas de otras nacionalidades podemos valorar sus recursos de producción, pero muchas veces escasea el pensamiento, el análisis, los cuestionamientos, están vacías de significados. Eso sin dudas es un producto chatarra.
«No obstante, cuando se realizan series que puede inducir a un alto debate social y no cumplen con las reglas o las estructuras de las telenovelas, sí creo que deben ir a otros espacios, que ojalá sean concebidos dentro de la programación de la TVC. También coincido en que el público necesita programas más ligeros, de divertimento, quizá telenovelas con un perfil más humorístico».
Confesiones, actores y personajes
Basta con verlos abrazarse, conversar, sonreír... para percatarse de que el rodaje para todos constituyó una fiesta. Ernesto Fiallo lo deja claro: «Nos divertimos y disfrutamos mucho el trabajo. Logramos reunir un gran equipo y no recuerdo una sola experiencia negativa durante la filmación», repite una y otra vez.
«El resultado llega a miles de personas, pues es un espacio gustado y seguido. Un creador casi nunca está conforme con su quehacer, siempre queda esa insatisfacción de que se pudo haber hecho mejor. Fue una experiencia enriquecedora en todos los sentidos, aprendí mucho».
«Atacado» con frecuencia por los lectores, pero muy elogiado por su desempeño, Julio César Ramírez no obstante se «defiende». «Aseguro que Saúl es un personaje diametralmente opuesto a la persona que soy: no bebo alcohol y mi máxima ha sido siempre ser un caballero y tener a la mujer en el lugar más alto. Pero a los actores nos toca entrar en las diversas pieles. Los personajes se adueñan de nuestra vida diaria por un tiempo, y a veces nos vemos obligados a llevar sus nombres. Así es esta profesión: unas veces ser despreciables, otras cariñosos, pero siempre emprender la interpretación y el trabajo actoral desde la más absoluta sinceridad y profesionalidad. Por eso es que debo agradecerles la calificación de “despreciable” porque sin dudas es un halago.
«El equipo que creamos Tamara, Jany y yo, intentó pensar y comportarse como una verdadera familia. Puedo asegurar que mientras se rodaban las escenas, vivíamos con toda intensidad cada uno de los sucesos que se planteaban, al punto de terminar una escena temblando», confiesa el fundador y director del grupo Teatro D’Dos, creado hace 22 años.
Convertido en un chico muy popular gracias a Soledad, Abdel no para de agradecer por las reiteradas felicitaciones que recibe. Fiallo cuenta que este adolescente se sometió a un riguroso casting donde participaron aproximadamente 50 niños, y desde el primer momento él resultó el elegido por su naturalidad.
Feliz por lo que ha logrado, Abdel asegura que «me fue fácil, y quisiera tener la oportunidad de que me felicitaran de nuevo por otros personajes que puedan proponerme». Y puesto a hacer confesiones le reconoció en «secreto» a Blanquita: «Salí de un taller de La Colmenita, donde el único papel que me gustaba era el del burro porque disfrazado nadie me veía la cara. Cuando me dieron el personaje dejé la pena y el disfraz, y así salió Rudy.
«Para mí todo fue genial porque era el único niño. Pero me costaba hablarle mal a mi madre en la novela. Si se me ocurre hacerle eso a mi mamá (Mildred), me mata. Eso me resultó complicado porque nunca he actuado de esa manera frente a mis padres. Cuando terminé, mi mamá quería bajarme el Rudy “a palos”. Me decía: ¡Oye, yo no soy Tatiana! Porque no quería estudiar, me puse contestón…, pero poco a poco fui recuperando a Abdel y para alegría de mi mamá ya logré dejar a Rudy atrás».
Por un instante Mirtha Lilia tuvo que concentrarse para expresarle a Lumey cómo se sintió en el rodaje, «porque el varoncito que estoy esperando parece que también quiere participar en la entrevista… Me costó trabajo asumir una actitud agresiva ante Rudy, Simón…
«Cuando actúo me divierto, y tomé esto de divertirme como sinónimo de alegría, admite Pomares. ¿Disgustos? El perro, porque me dijeron que estaba entrenado y no era verdad. El primer encontronazo: no se llama Rolando, sino Danger, que quiere decir “peligro”. Cuando le decía: “siéntate, Rolando”, el tipo escupía como sinónimo de disgusto, movía el rabo y se iba para otro lado».
Aunque no tuvo estudios previos de actuación, Ariel Albóniga tuvo la suerte de trabajar en el Guiñol de Pinar del Río, ciudad donde nació. «Pero ese juego luego se transformó en una necesidad vital. Después vino el ISA, el teatro musical con Tony Díaz y El Ciervo Encantado, mi segunda familia.
«A la telenovela llegué de casualidad. Recuerdo que un día pasé por la Agencia Actuar y me llegué para preguntar si había alguna convocatoria, y conversé, casualmente, con Rolando Padilla, quien me habló de Bajo al mismo sol. Con Emar Xor Oña ya había trabajado en Mefisto Teatro y en materiales de la Escuela de Cine, pero no conocía al resto de los actores. Sin embargo, entre todos se estableció una relación muy estrecha, lo cual es muy importante a la hora de buscar un resultado artístico. Por eso le agradezco tanto a Asenneth, Oña, Mirtha Lilia, a todos».
¿Muy difíciles esas escenas tan fuertes con Oña?, se intriga Cosme. «Sí, fue bien complejo, pero a la vez muy reconfortante. Una experiencia única, porque estaba trabajando con un gran actor, que me apoyó en todo el proceso de grabación. Por ser tan violenta, hubo una sola toma para la escena donde hicimos “las pases”. Sí hubo un trabajo previo muy serio antes, que fue como un motor para estar listos a la hora de la filmación. La escena terminó en un abrazo muy fuerte, pero por supuesto nada estaba premeditado ni montado de manera coreográfica, sino que salió así espontáneamente».
Sin dudas, la conducción de Cuando una mujer le sirvió a Tamara, que en la vida real es muy amiga de Mariela Bejerano, para interpretar a su Odalys. «Este papel me ha servido para conocer y poder ayudar a las mujeres y a la familia a reconocer y enfrentar esos capítulos de violencia en su vida, y cómo solucionarlos.
«Me gusta la actuación, y la conducción la asumo como una actuación más. En Cuando una mujer es un personaje que Tamara asume para aconsejar y buscar soluciones. La actuación me fascina por el tiempo que empleo en la investigación de mis personajes y por los patrones positivos y negativos que puedo mostrarle a los televidentes», concluye.