En la Cruzada Cultural, los jóvenes universitarios comparten con niños de las comunidades apartadas. Autor: Luis Raúl Vázquez Muñoz Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
CIEGO DE ÁVILA.— La actividad no comienza a las 9:00 de la mañana, que es la hora fijada y «cocinada» previamente. La guagua sale con ligero retraso, el mago no contesta el teléfono, se necesita buscar un micrófono en Vista Hermosa, los bafles tienen un pequeño desajuste...
Pero la demora no congela el movimiento en el antológico barrio de Maidique, ubicado en la periferia de la ciudad de Ciego de Ávila, rodeado de charcos y olores silvestres, y que algunos llaman Lugones. Mientras se ensamblan ciertos «mecanismos», los niños retozan o compran helados y dulces llevados por gastronomía; las princesas mellizas del dúo Géminis ensayan en susurros; Yarletys, instructora de arte, prepara con cierto nerviosismo los pinceles; el guitarrista Ailán se pone de acuerdo con unos chamacos de la comunidad para interpretar un número.
Cuando el Sol ya arde en la piel y el gatico Vinagrito ha salido varias veces versionado por la amplificación, se inicia, finalmente, el espectáculo en el terraplén laberíntico y sofocante.
Así emergen aplausos y sonrisas del vecindario, los mejores premios para estos muchachos que participan en las Cruzadas Culturales de la Federación Estudiantil Universitaria en Ciego de Ávila. Así este proyecto veraniego, liderado por jóvenes, suma otra página en rincones distantes o esquivos de la provincia.
Los reporteros entonces hurgan más allá de esta historia matutina para enterarse, con Fidel Díaz, presidente provincial de la FEU en el territorio, de otras vivencias en Sanguily, Los Naranjos, Pesquería, Orlando González, Jicotea o Clementina. «Una vez, en un barrio lejano, no nos dejaban ir porque les gustó mucho lo que les presentamos», nos dice.
Y aclara que las Cruzadas..., nacidas hace varios años pero consolidadas hace tres cursos, estuvieron antecedidas este verano por funciones en hogares de ancianos, centros penitenciarios y la casa de niños sin amparo filial en la capital provincial.
«Participan artistas aficionados de las cinco universidades de Ciego de Ávila. Ya son cientos los estudiantes que se han sumado en estos últimos tres años. Para las vacaciones formamos dos brigadas: la José Antonio Echevarría y la Julio Antonio Mella», nos informa Díaz con el fondo musical de una canción infantil entonada por Buena Fe.
En ese ir y venir por comunidades de difícil acceso, vestidos de payasos, músicos, bailarines, actores o cantantes, los integrantes de las Cruzadas... han endulzado almas, han tejido amistades, han comprendido cuánta falta hace sembrar yemas espirituales para que la monotonía se apague. Al menos en Lugones, todavía con el eco de una canción de Gémenis, queda el latido y la esperanza del reencuentro.