El protagonista, Guillermo Ginestá, junto a Lilian Sabina Roque, de la Casa Editora Abril, durante la presentación del libro. Autor: Rodolfo Blanco Cué Publicado: 21/09/2017 | 05:06 pm
Camagüey, 5 mar. (AIN)—. Entre anécdotas sobre lo inhumano del boxeo profesional transcurrió la presentación, en esta ciudad, del libro Los combates de Baby William, en la edición camagüeyana de la Feria Internacional del Libro Cuba 2011.
Guillermo Ginestá, o Baby William, ex boxeador profesional, protagonista del testimonio, relató cómo en el deporte capitalista el púgil es un objeto al que se le saca el mayor provecho posible y se le desecha cuando ya no puede aguantar más golpes.
El manager percibía un 33 por ciento de las ganancias y el resto, el aseguramiento para los torneos, el pago a los masajistas y los boletos de avión, corrían a cargo del deportista, razón por la cual muchos grandes como Baby Jack y Joe Luis murieron en la miseria, contó William a la AIN.
Agradeció además a la Revolución Cubana por dignificar al deporte y evitar la repetición de historias como las vividas por él, que llegó a pelear más de diez rounds en condiciones físicas extremas, como una operación reciente de apendicitis o costillas fracturadas.
Alberto Alvariño, autor del libro, recogió el testimonio de Ginestá, de 81 años y oriundo de Santiago de Cuba, aunque camagüeyano de corazón, quien además de boxeador entre los años 1948 —cuando arriba a Camagüey— y 1954, fue limpiabotas y trabajador de una imprenta.
Posteriormente en 1958, antes del triunfo de la Revolución, se incorpora a la lucha clandestina.
Luego de 1959 se vinculó a la Policía Nacional Revolucionaria, época donde vivió uno de sus momentos memorables: convertirse en una de las últimas personas que vio al comandante Camilo Cienfuegos con vida, en el aeropuerto de Camagüey, antes de su desaparición.