Dos de las piezas que se exhiben en el Memorial José Martí: Paulita, de Lorenzo Linares, y Norka 2010, de Mabel Poblet. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 04:56 pm
Como ha ocurrido con otros grandes, para conseguir la inmortalidad a Alberto Díaz Gutiérrez, Korda, le hubiera sido suficiente haber captado a través de su cámara y con rapidez de relámpago, una de las imágenes que más ha iluminado el mundo: la instantánea del Guerrillero Heroico durante el acto de despedida de las víctimas del sabotaje a La Coubre. Pero haber legado para la posteridad la fotografía más reproducida de la historia conllevaba también el peligro de ser conocido solamente —incluso para algunos en Cuba— como el autor de la foto del Che.
Sin embargo, están quienes no se cansan de evidenciarnos que al ilustre habanero, capaz de descubrir la más sublime belleza hasta en lo aparentemente simple, no solo le asistía una sensibilidad extraordinaria, sino que poseía un talento envidiable para conseguir el encuadre perfecto, la iluminación precisa. En ese caso, entre los incansables se encuentra Roberto Chile quien, por medio del proyecto Alas con puntas, convocó a 12 artistas de la plástica inspirados por el maestro en su más reciente exposición, Sencillamente Korda.
¿Por qué Chile decidió rendir este merecido homenaje que permanece hasta hoy en el Memorial José Martí? El mismo camarógrafo, editor y realizador lo explica: «Korda no solo documentó el tiempo que le tocó vivir, es decir, su obra no vale únicamente por lo que testimonia, sino, además, por su arte y por lo que le aportan al fotoperiodismo revolucionario cubano, a la cultura y al arte contemporáneo de nuestra isla. Korda no fotografiaba, Korda pintaba. Korda no es un fotógrafo más sino uno de los más grandes artistas cubanos de todos los tiempos. Murió sin recibir algunos reconocimientos que merecía. Por eso siento que estamos en la obligación de premiarlo».
Todo un «experto» en llevar adelante exposiciones itinerantes con Alas con punta, Roberto Chile debería evaluar seriamente la posibilidad de mostrar esta magnífica muestra en otros lugares de la geografía nacional, e incluso en el extranjero. Estoy convencido de que muchos estarán encantados de admirar esta fabulosa «lectura» hecha a las creaciones de quien antes de eternizar con su lente fuera contador y vendedor ambulante. Y es que no se trata solo de presentarnos al creador que fotografiara la epopeya revolucionaria e incursionara con maestría en la foto artística, de moda, de prensa, submarina, retratos..., sino traerlo hasta el presente mediante la pintura, el dibujo, la serigrafía.
Así, Enrique Ávila (En fin, el mar), Jorge Luis Ballart (Miliciana), Nelson Domínguez (Homenaje a Korda), Francis Fernández (Patria o Muerte), Javier Guerra (Hasta Siempre), Lorenzo Linares (Paulita), Kadir López (Eso es), William Pérez (Olas para el Quijote), Mabel Poblet (Norka 2010) y Ernesto Rancaño (Estás) aceptaron gustosos el desafío, mientras Erik Olivera, con un retrato de Korda, y el diseñador Jorge Rodríguez Diez con el cartel que anuncia la exposición, se sumaron a la nómina.
La notable intensidad que el fotógrafo logró apresar en los fotogramas nos es ahora devuelta gracias a la utilización de las más diversas técnicas: desde la mixta, el óleo y el acrílico sobre tela, hasta la acuarela sobre cartulina y el empleo del metal y la porcelana. Conformada por obras de mediano y gran formato, en la expo llaman poderosamente la atención piezas como la ya mencionada Norka 2010, donde Mabel Poblet a partir de la serigrafía sobre acetato transparente compone el afamado retrato de la modelo que más posó delante del lente del artista. Impacta asimismo el modo como Lineras por medio del carbón mineral sobre tela nos trae de una manera vívida esa obra impresionante titulada La niña con la muñeca de palo.
Lo más interesante es que a pesar de que lo expuesto nació a partir del genio de Korda, basta con ver las creaciones para identificar enseguida los rasgos que distinguen el quehacer plástico de cada uno de los autores. No necesita identificación Estás para «adivinar» que detrás está el siempre inspirado Rancaño, lo mismo sucede con el inmanente abstraccionismo de Domínguez presente en Homenaje... y así va pasando tanto con los consagrados como con aquellos que desde ya van dejando sus marcas.
En cuanto a Chile —una suerte de director de orquesta—, en esta expo vuelve a proponernos un sustancioso diálogo entre el audiovisual y las artes plásticas. Su magnífico documental, el cual da nombre a esta muestra, parte de un testimonio inédito de Korda, que nos acerca al célebre artista, quien se refiere a sus primeras experiencias cámara en mano, su fascinación por la belleza femenina, su incursión en la fotografía submarina, etc. Roberto se encargó del guión y de la dirección general y de fotografía, así como de la producción acompañado por Diana Díaz.
Chile está firmemente convencido de que «la obra fotográfica de Korda es un tesoro, que no solo hay que preservar, sino también darlo a conocer a las nuevas generaciones». Aplaudámoslo entonces por su práctica martiana con la cual nos demuestra que la mejor manera de decir es hacer.