Marcial Gala presentará el texto poético Moneda de a centavo, de la Editorial Mecenas. Autor: Julio Martínez Molina Publicado: 21/09/2017 | 04:54 pm
CIENFUEGOS.— Al referirse a Las horas violentas, texto de Marcial Gala antologado en la selección de cuentistas cubanos contemporáneos Palabra de sombra difícil (Casa Editora Abril y Letras Cubanas, 2001), Rogelio Riverón escribió que dicho autor «…se vale de una triste ironía para calar, casi siempre desde perspectivas alienadas, en eso que un mal cronista insistiría en llamar el devenir cotidiano».
En su ensayo sobre la literatura cubana titulado El concierto de las fábulas, Alberto Garrandés incluye entre los libros «reveladores» la novela Sentada en su verde limón, editada a Gala en 2004, también por Letras Cubanas, siete años después de que ese mismo sello le publicara el volumen de cuentos El juego que no cesa.
Igual, otras voces autorizadas de nuestro país han reconocido, en diversos ámbitos, la trayectoria literaria del autor, miembro de la Asociación de Literatura de la UNEAC en la provincia de Cienfuegos, quien presenta, con la Editorial Mecenas, Moneda de a centavo, un texto poético en la actual Feria del Libro que en su etapa habanera tiene lugar en La Cabaña.
El autor de El hechizado o Dios y los locos tiene además en fase de edición otra compilación de cuentos con Letras Cubanas, titulada Perro mundo; y concluye su nueva novela, Terminator.
—Con el sello Mecenas publicas tu primer poemario. ¿Por qué tal género ahora, luego de varios libros de cuentos y novelas?
—Moneda de a centavo es mi primer libro de poesía, pero esta siempre estuvo presente en mi vida; la hacía incluso antes de la narrativa. Lo que pasa es que mi poesía o lo que yo así llamo (tendría que ver si es tal) es muy elemental, pero para mí resulta muy entrañable, porque tiende bastante a reflejar los estados de ánimo más profundos que me caracterizan. El cuento es un género de un modo u otro aparejado a la poesía, en el sentido de que ambos surgieron en los albores de la humanidad.
«Estoy convencido de que los cromañones tuvieron un lenguaje parapoético o paranarrativo. Como han dicho tantos, narrar un cuento y escribir un poema constituyen prácticamente hechos raigales que, por añadidura, sirven para caracterizar a un ser humano. La novela es otra cosa. Se dice que, como el ensayo, representa un género de madurez surgido en las naciones tras un proceso de desarrollo social.
«La novela es un género que influye mucho en uno, consume tiempo y demanda nivel de concentración. Me resultaba difícil escribir cuentos en la etapa de la escritura de mi nueva novela. En estos trances comencé de nuevo a poetizar, o a intentar hacerlo, ya se verá».
—¿Qué diferencia lo que hacías casi 20 años atrás —por ejemplo, Enemigo de los ángeles (Mecenas 1992)— y tu labor actual?
—Cuando inicié el camino de la narrativa, a la manera de otros creadores, tuve tendencia a la literatura fantástica que propende al asombro del lector, y busca lo insólito o lo desacostumbrado. Ya después, con los años, lo que uno escribe se hace más personal, más dado a las experiencias individuales que te marcan.
«La literatura empieza para entonces a estar ceñida o marcada por la dimensión del dolor. Más joven piensas que las enfermedades, la muerte de las personas amadas son algo lejano a tu persona. En tal franja puedes, quizá con un poco de suerte, dedicarte a temas un poco más abstractos, más universales. Ahí encaja bien la literatura fantástica.
«Al paso del tiempo, aunque sigas tratando de cierta forma dichas vertientes argumentales, vas más hacia lo entrañable, rumbo a la emisión de lo personal, que muchas veces es la expresión del dolor y de la pérdida».