Su realizadora, la canadiense de origen haitiano Martine Chartrand, asitió a la puesta que con gran aceptación popular forma parte de la II Muestra Itinerante de Cine del CaribeBajo una luna llena en la famosa esquina del parque Trillo, en Centro Habana, la presentación del filme Âme Noire (Alma negra), de la realizadora canadiense de origen haitiano Martine Chartrand, trajo un silencio poco habitual en este barrio de rumba y tambores, y rompió con la rutina diaria de niños, jóvenes y adultos.
A través de una abuela que cuenta al nieto la historia de su nación, Chartrand atrapó la atención de los presentes. Puertas y ventanas, y balcones abiertos de par en par, fueron las butacas de esta sui géneris sala oscura, pero callejera, que propiciaron la Organización de Pioneros José Martí y el ICAIC en medio de la II Muestra Itinerante de Cine del Caribe.
En los casi diez minutos de Âme Noire, su realizadora intenta transmitir «la identidad, el reconocimiento, la belleza, el coraje y el sufrimiento de los pueblos negros», en un viaje que lleva a decenas de curiosos desde África hasta las Antillas.
Excitante era sin dudas el recorrido propuesto por la Chartrand, tanto que los ojos de los más pequeños, con más brillo que de costumbre, iluminaban la oscura noche. «La parte que más me gustó fue cuando el gusanito se comió la manzana y luego llegó el pajarito y se lo llevó. Para mí, eso representa la etapa neocolonial en Cuba», afirma convencido, para sorpresa no solo de estas reporteras, un chiquillo de solo 11 años.
Conmovida, Martine tampoco pudo escapar del asombro. «Es increíble la inteligencia con que reflexionan los niños, pues reconocen en el cortometraje su historia y la de otros países. El propósito esencial de mi trabajo lo percibo en sus caras y juicios», declara a Juventud Rebelde esta cineasta que se agenció en el 2006 el Oso de Oro de Berlín, justamente por esta película.
No hizo falta que Martine supiese español. Al menos, no para comunicarse con los vecinos que la rodearon emocionados para darles sus sinceros criterios sobre Âme Noire. Con ayuda de su coterráneo, el también realizador Frantz Voltaire, esta mujer de sonrisa franca y amplia prometió que «en el próximo encuentro la comunicación será en español. Desde pequeña quería visitar Cuba. Por eso hoy me siento muy feliz aquí, al cumplir uno de mis grandes sueños».
Como la del pasado martes en Cayo Hueso, muchas otras proyecciones cambiaron el ritmo de varias calles a lo largo y ancho de la Isla, y es que las interesantes propuestas de la II Muestra Itinerante de Cine del Caribe pudieron más, incluso, que Páginas de la vida, la siempre hipnotizadora telenovela de turno. Bien sabe el director Rigoberto López (Roble de olor, Puerto Príncipe mío, Yo soy del son a la salsa) que tanto realizadores como el público que asiste a estas exhibiciones lo agradece de veras. «Los invitados viven experiencias únicas en estos encuentros. No existe nada mejor para un artista que ver reconocida su obra y más en un público tan joven», asegura el presidente del evento.
«Los niños y adolescentes, a quienes se dedica este proyecto, demuestran que por encima de nuestras diferencias étnicas, lingüísticas y sociales, todos los caribeños somos una gran familia. Estas cintas proponen mensajes encaminados a la búsqueda incesante de nuestras raíces, como única vía para edificar un futuro donde los derechos de los niños sean respetados».
Cuando nos marchamos, el auditorio todavía permanecía inquieto, quizá esperando que del pequeño televisor que sirvió de pantalla «gigante» siguieran saliendo encantos. Atrás quedaba la promesa: «Habrá otras proyecciones, la Muestra empieza a tomar vida».