Influenciado por las canciones de Silvio Rodríguez, el joven cantautor mexicano habla con JR de su vida artística y del disco que acaba de presentar en La Habana
Leonel Soto (Los Mochis, Sinaloa, 1972) se considera un trovador influenciado por las canciones de Silvio Rodríguez. El joven cantautor mexicano vino a Cuba para palpar esa especial música que mira a la sociedad, las relaciones humanas y el amor, y que tiene en la Isla a varios de sus principales exponentes.«A Silvio lo he escuchado siempre y tiene tantos temas que no te los acabas nunca», afirma Soto, mientras confiesa que a través de los títulos del autor de Ojalá, ha practicado la guitarra, «porque son complicadas y eso me ayudó a ir conociendo el instrumento».
Leonel escogió la nación antillana para iniciar una gira que lo llevará por más de una decena de países. Pequeñas muertes, su segundo disco, es el pretexto para visitar otras tierras y continentes, lo cual propiciará al músico otras vivencias que de seguro mostrará en nuevos fonogramas.
Su contacto con el público y con noveles trovadores cubanos fue posible gracias a la Asociación Hermanos Saíz y al Festival de la Palabra de la capital azteca. De ahí que Soto pudo compartir escena con David Torrens, Kelvis Ochoa, Ray Fernández y Ariel Barreiros, entre otros.
—¿Cómo ha sido la vida artística de Leonel Soto?
—Para empezar, tuve que salir del lugar de donde soy, del norte de México, a más de diez horas del DF, porque en mi país si no estás en la capital, no existes. Escribo canciones desde que estaba en Mazatlán. Desde allá escuchaba a Silvio Rodríguez, a Pablo Milanés y a Joaquín Sabina. Un día me dije: «Esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida».
«Integré hace años un grupo que se llamaba Bandidos, en aquel entonces había una corriente sobre cantar rock en tu idioma. Se trataba de dejar de interpretar el género en inglés para hacerlo en español. Surgieron muchas agrupaciones en Iberoamérica.
«Con Bandidos canté un tema que titulé Ha llovido en California, que habla del problema de la emigración que tenemos en México hacia la frontera con Estados Unidos, donde la gente se va en busca de mejores oportunidades económicas. Todavía interpreto esa canción. Ojalá un día sea obsoleta, pero no veo para cuando.
«Al mudarme al DF me “agarró” una pequeña compañía independiente. Esta disquera se dedica totalmente al apoyo de cantautores. A raíz de eso fue que se pudo dar este viaje. Y yo feliz, porque para mí venir a Cuba es como hacer una peregrinación a la meca de la trova».
—¿Estudiaste música?
—Soy autodidacta. Me compré libros y otros materiales sobre el tema y ahí me tienes.
—¿En qué te inspiras para componer?
—Soy muy observador. Me agrada tomar fotos de las cotidianidades. Tengo un tema llamado Tres metros sobre tierra que trata sobre la donación de órganos. Me gusta hablar de las cosas que pasan, por eso hice Girasoles en el desierto, sobre los feminicidios que han sucedido al norte de la nación, en Ciudad Juárez.
«Allí se cuenta la historia de la madre que sale por las avenidas con la foto de la hija. En fin, trato de no cerrar los ojos ante los problemas que tenemos en mi país y que llegan a ser universales».
—En estos días has compartido escena con jóvenes músicos ¿Cómo te resultaron estos encuentros?
—A David Torrens lo conocía de hace años en México. Descargábamos, como dicen ustedes, en un sitio llamado Los íntimos. Reencontrarme con él ha sido fabuloso. A Kelvis Ochoa lo vi por primera vez y tiene un increíble trabajo. He hecho buenas migas con ellos y con el cienfueguero Ariel Barreiros.
«Para mí ha sido increíble compartir todo esto con los músicos y con la gente. De hecho, tengo muchas canciones a medio hacer, aunque ya tengo la música, no quiero ponerle letra a todas hasta que no termine la gira».
—Háblanos de ese recorrido que ya emprendes.
—Promuevo mi disco Pequeñas muertes. Es un álbum más maduro, aunque el primero lo hice con recursos propios, pero ahora he evolucionado. La gira la inicio aquí y además visitaré más de una decena de naciones. El año próximo me tomará un mes ir a Italia, España, Francia y Suiza. Luego regresaré a México y emprenderé el periplo por toda Sudamérica.
—¿Qué representa para un joven trovador venir a Cuba?
—Afortunadamente conocí casi todo mi país primero antes de decidirme a ver el mundo. Todo viaje enriquece el alma y Cuba es fascinante. Esta Isla siempre ha sido un lugar que como cantautor, tienes que conocer. Tengo muchos amigos cubanos, que igualmente son cantantes. Me ha agradado ver la gente, La Habana vieja. Al final de eso también trata este viaje, de estrechar los lazos de amistad para cuando regrese, porque amenazo con volver.