Es otorgado por la Organización de Pioneros José Martí
Señor Arco Iris, vamos a pintar, los lindos colores de la felicidad porque una vez más, Liuba se acercó a los niños para cantarles con su voz suave y melodiosa. En esta ocasión no lo hizo ante un gran auditorio. Bastó con un local repleto de pequeños, madres, médicos, enfermeras y el personal que cupo en el teatro del Hospital Infantil William Soler.
Estela fue el granito de canela que entró en cada uno de los corazones allí reunidos para alegrar la tarde de esos infantes que permanecen extensas temporadas internados para sanar de sus padecimientos.
A Lo feo Liuba le puso todo su amor porque «estar cerca de los niños es el tesoro más grande que puedo tener en mi vida. Me siento honrada de poder trabajar con ellos; vengo a los hospitales porque los pequeños se lo merecen y me hace feliz mantener el contacto».
Así fue como la tristeza cambió su color y Ana, la campana, tocó la sensibilidad de las madres de estos pequeñines que se encuentran ingresados. A más de una se le escapó alguna lágrima cuando su niño olvidó los dolores y aplaudió a la par de los coros.
El grillo Crín estuvo más que saltarín porque la alegría se desbordó por los rincones; solo anhela que aumente el número de quienes, como Liuba, pasan con sus obras, al menos una vez al mes, por estos lugares en donde se encuentran niños que necesitan de La vacuna de vida que brindan las artes.
Allí, en la línea de azúcar por donde pasa El trencito Pipipipí, estuvieron también los muchachos de La Colmenita para, junto a representantes de la Organización de Pioneros José Martí, y como homenaje al Día Internacional de los Derechos de los Niños y las Niñas, celebrado este 20 de noviembre, entregarle a Liuba María Hevia el premio Los zapaticos de rosa, máximo reconocimiento que otorga la organización.
El cangrejo Alejo, La marcha de las letras, El despertar y otros temas conformaron el repertorio que Liuba ofreció.