Ralph Fiennes, actor británico. Meritorio heredero de una opulenta tradición histriónica, compartida por la televisión, el cine y el teatro británicos, Ralph Fiennes está invitado para venir a Cuba a propósito de la celebración del aniversario 20 de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y, por supuesto, de la edición 28 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, sendos eventos que tendrán lugar en los primeros 15 días de diciembre.
Fiennes disfruta el raro privilegio de ser considerado, al mismo tiempo, actor exquisito, elitista en el mejor sentido, y también ídolo de multitudes, gracias, sobre todo, a la inmensa notoriedad conquistada por sus personajes de sufridor consuetudinario en filmes tan aplaudidos como El paciente inglés (1996), de Anthony Minghella; Onegin (1998), de su hermana Martha Fiennes; End of the affair (1999), de Neil Jordan; Spider (2002), de David Cronenberg; o El jardinero fiel (2005), de Fernando Meirelles, por solo mencionar cinco definitivas composiciones en la cuerda que mejor le sienta: traducir de manera creíble la psiquis compleja de personajes atormentados y mirada distante, víctimas torturadas por la inseguridad, la confusión o las pérdidas de los seres más queridos.
Hijo mayor de seis hermanos en una familia mayormente dedicada a las artes, Fiennes se graduó en la Academia Real de Artes Dramáticas en 1985. Tres años después, se incorporaba al elenco del Royal National Theatre y seguidamente a la prestigiosa Royal Shakespeare Company. A principios de los 90 debuta en el cine en producciones de prestigio que apenas fueron vistas en su país: Cumbres borrascosas y Baby of Macon. El verdadero salto a la fama fue propulsado por Steven Spielberg, con La lista de Schindler (1993), como el comandante nazi Amon Goeth, dueño de la vida y la muerte en un campo de concentración. El papel fue considerado uno de los «mejores» villanos de la historia del cine, luego de ser galardonado con un Globo de Oro, el British Award of Film and Televisión Academy, y una nominación al Oscar.
A partir de entonces es difícil encontrar un título absolutamente desdeñable en la filmografía de este actor, dedicado a explorar las complejidades de la naturaleza humana, remiso a la farándula vacua e invasiva, y decidido a no apartarse nunca por completo del teatro. A la cívica y retro Quiz Show (1994), de Robert Redford, le siguen la apocalíptica y confusa Strange Days, entre una serie de filmes románticos e historicistas en el corte de English patient, Oscar y Lucinda, o Sunshine, esta última dirigida por Istvan Szabo en ambicioso fresco historicista dedicado a ilustrar las contradicciones de tres generaciones de una familia —Fiennes interpreta tres papeles— y la historia de Hungría a lo largo del siglo XX. Entre los muchos actores que a la altura de 1995 habían sido Hamlet en Broadway, solo Fiennes pudo ganar un premio Tony (la máxima distinción del mundo teatral norteamericano), por interpretar al dubitativo príncipe de Dinamarca.
A propósito de su peculiar carrera, a caballo entre la escena y los sets cinematográficos, ha dicho: «No diferencio entre cine y teatro en términos de calidad ni de sustancia. Antes de elegirlos, analizo los personajes, su profundidad, la belleza de las palabras que dicen. Amo los personajes que me hacen crecer y que me anclan a mí mismo y a la tierra. Interpretar es para mí una experiencia de crecimiento y cambio. Yo soy simplemente un actor, y no una estrella de Hollywood, así que no tengo ningún interés en organizar mi vida pensando en la forma de entrar en el Club de los que cobran 20 millones, o en el modo de conseguir la fama y la inmortalidad».
Entre los encuentros que sostendrá Ralph Fiennes con los estudiantes y profesores de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, si se lo permite su agenda, es probable que se consiga organizar un encuentro multilateral entre el actor británico, el director Stephen Frears, de esa misma nacionalidad, quien estará entre nosotros con motivo de la presentación en el Festival de su filme The Queen, y el Premio Nobel de Colombia, Gabriel García Márquez, que ofrecerá por esos días su tradicional taller Cómo se cuenta un cuento, en compañía de los estudiantes seleccionados y del director español Fernando León de Aranoa. En fin, una propuesta de excepción, reunión de celebridades y creadores con bien ganado prestigio.