Un prestigioso panel de periodistas valoraron sus experiencias junto al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Autor: Jorge Cruz Publicado: 19/10/2025 | 01:51 am
Que el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, era un gran comunicador, es una afirmación que no merece dudas. Pero, ¿cuáles eran las concepciones del Comandante en Jefe sobre el ejercicio de comunicar?, ¿qué lo caracterizaba y cómo utilizó las plataformas comunicacionales en su acción política?
Esas y otras interrogantes guiaron los análisis y vivencias del panel Fidel en la prensa: un líder que escribió su historia, realizado este sábado durante el 1er. Festival Internacional Granma-Rebelde, y que condujo la periodista Katiuska Blanco, autora de varios libros biográficos sobre el Comandante en Jefe, entre ellos Todo el tiempo de los cedros.
Fue el destacado intelectual Ignacio Ramonet quien abrió el panel, y lo hizo al recordar las sesiones de entrevistas que concluyeron con el volumen Cien horas con Fidel.
«Era una persona obsesionada con encontrar la idea precisa —dijo Ramonet—. Podía pasarse horas y hasta días buscando el término exacto. Eso lo llevaba a su escritura. Era un cazador de errores para lograr un uso correcto del idioma, lo que se diría de otra manera: Fidel era un verdadero editor, al punto de que Gabriel García Márquez le daba los manuscritos de sus obras para que los revisara».
Los demás participantes —Juvenal Balán Neyra, fotorreportero del periódico Granma y premio nacional de Periodismo José Martí 2023; la periodista e investigadora Yunet López Ricardo; Alina Perera Robbio, del equipo de Comunicación de la Presidencia de la República; Tubal Páez,
presidente de honor de la UPEC, y Randy Alonso Falcón, director de la plataforma Ideas Mutimedios— recordaron momentos en que se evidenció esa particularidad de Fidel a la hora de concebir su escritura o intervenciones.
Entre ellas, una revisión constante de los textos, la consulta permanente y exhaustiva de documentos con especialistas sobre el tema antes de hacer público cualquier mensaje, además de un sentido del momento en que debía comunicarse.
Solo que lo anterior no era posible sin otro de sus rasgos como individuo y que modelaron su acción política: el ser un lector voraz.
Todo ello, unido a un sentido crítico de los datos que procesaba, eran premisas que lo convertían en un actor de la política con una alta capacidad de análisis.
En el borde delantero de la noticia
De los innumerables recuerdos con Fidel, Juvenal Balán Neyra evocó las búsquedas de las imágenes, pero también la manera en que se develó una personalidad conocedora de cómo manejar la comunicación.
«Fidel siempre estaba en el borde delantero de la noticia —rememoró—. Él no rehuía el encuentro con la prensa, más bien lo buscaba; pero con él había que estar bien preparado, porque el entrevistador podía convertirse con mucha facilidad en entrevistado».
El peso de la comunicación lo complementaba con un sentido de la oportunidad y del momento. Guiado por ese conocimiento fue que envió a Venezuela a un equipo de periodistas a los pocos días del golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez Frías, en abril de 2002.
«Lo hizo —explicó Juvenal— porque sabía perfectamente que el ambiente y el clima de lo vivido se tenía que decir, pero que había que contarlo en ese momento, no después, y eso solo se podía hacer a través del periodismo».
El sentido estratégico de la comunicación
Entre los intercambios afloró otra idea. Por su historia de vida, Fidel es un hombre de la radio y los inicios de su vida política estuvieron marcados por ese medio de comunicación. Sin embargo, a lo largo de su trayectoria demostró una capacidad de adaptación muy grande a distintas plataformas.
Sin contar sus discursos, están los escritos de prensa, el uso de la televisión y el conocimiento que mostró hacia la computación e internet. No se conoce, y eso lo reveló Randy Alonso, que Fidel dedicó un mes completo para aprender a utilizar la computadora y cómo navegar por internet.
«Esa es otra particularidad en él —dijo—. No es solo usar el arma, sino también conocerla».
Otro aspecto a significar, según Alonso, es que esa comunicación se realizaba con un sentido estratégico, donde lo principal no se perdía de vista ante la presión de lo inmediato y donde el acto de informar formaba parte de la acción política.
Una de las pruebas mayores está en la manera en que gestionó la información con el golpe de Estado en Venezuela, sobre todo en el cómo, cuándo y qué divulgar del hecho de que el Presidente Chávez no había renunciado, lo que contribuyó, junto con la movilización del pueblo de Venezuela, a desmontar la narrativa golpista.
«En Fidel —apuntó—, la comunicación no era la causa, sino parte de la solución del problema, y todo lo que hacía se pensaba desde una ética, que la aprendió de Martí. Desde los comienzos de la Mesa Redonda siempre nos insistía en una cosa: si nos equivocamos hay que decirlo. Se rectifica al día siguiente, pero siempre hay que apegarse a la verdad».