La gala por el 26 de julio recorrió la diversidad de la cultura de Cuba y la provincia de Ciego de Ávila. Autor: Roberto Suárez Publicado: 25/07/2025 | 09:39 pm
El público se puso de pie y aplaudió por más de un minuto. Al concluir la gala, no quedaba más remedio que sentir la vanidad —en el sentido más positivo del término— por la profesionalidad de esos artistas y técnicos, por el coraje de haber preparado y ensayado un espectáculo al mismo tiempo que se remosaba el Teatro Principal, con la incertidumbre de un fallo técnico; pero, sobre todo, más que vanidad, orgullo por el pecho, el sentido de pertenencia, el corazón que todos pusieron en cada parte del espectáculo.
Por esa razón, a esta altura de la noche y del cierre, mencionar a un artista en especial sería una falta con los demás. Una injusticia imperdonable.
La gala por el 72 aniversario del 26 de julio recorrió en varios bloques momentos de la cultura y la historia de Cuba.
Comenzó con una alegría al Moncada, luego vinieron las demás partes con sus referencias al danzón, el teatro vernáculo, la cultura yorubá, la zarzuela, a la balada, la declamación guajiro en nota de cultura rapera, juvenil, auténtica. Diciendo cosas, en pocas palabras. Estremeciendo, como solo el arte lo sabe hacer.
Lo que se vio en el Teatro Principal y la televisión fue no solo un espectáculo. Fue una heroicidad. Un día antes, exactamente, los conductores y técnicos trabajaban a brazo partido en un Teatro, cuya remodelación no parecía tener final.
¿Cómo se haría una gala en esa condiciones?
Su director, Orlando Concepción González, veía aquellos ajetreos, entornaba los ojos y repetía: «Pero la vamos a hacer, la vamos a hacer». Y la gala se hizo. Y con ella hay que decirle a los artistas: Gracias, gracias a todos.
Fotos: Roberto Suárez.