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La sociedad del humo, ¿individualismo o tolerancia?

Cada 31 de mayo se celebra el Día Mundial sin Tabaco, y se supone que durante esa jornada no se empuñe un cigarrillo, por el bien colectivo. El Día Mundial sin Tabaco brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestros derechos. Somos parte de la misma humanidad y compartimos un objetivo común: respirar un aire limpio.

Autor:

Laura Fajardo Mastache

¿Quién no ha callado ante la bocanada amarga que supone verse envuelto en la danza del humo ajeno? Los fumadores, cigarro en mano, defienden su elección: «Es mi derecho». «Estoy en mi espacio». «La calle es pública»… Los que no fuman, luchan por respirar aire limpio.

La tensión entre fumadores y no fumadores es un tema que se cierne como una nube densa sobre nuestra sociedad actual. Cuando se trata del humo del tabaco, las diferencias de opinión y las disputas pueden surgir en cualquier sitio.

Todos hemos sido víctimas silenciosas del tabaco; hasta el fumador, quien de niño seguro se vio expuesto a un humo que no era suyo y despertó su curiosidad sobre el sabor de ese rollito blanco que provoca un urgente afán de consumo.

Cada 31 de mayo se celebra el Día Mundial sin Tabaco, y se supone que durante esa jornada no se empuñe un cigarrillo, por el bien colectivo. Esta fecha también es utilizada para promover políticas antitabaquismo, ya que los fumadores se apañan entre sí para minimizar las quejas de los que no forman parte de su «especie». Escudándose en justificaciones y negación, tratan de restar importancia a la nocividad para quien recibe el humo de segunda mano.

Esta oportunidad de reducir el consumo y proteger a los no fumadores surgió como una iniciativa global, para concienciar sobre los peligros del tabaquismo y sembrar las bases de un debate sobre la libertad individual, pues resulta injusto perder de vista que las personas pueden elegir no fumar.

En algunos sitios existe una cultura de  tolerancia hacia el tabaco, con asiento en costumbres históricas e imágenes estéticas que lo asociaban a glamour y elegancia, y eso dificulta a los no fumadores para expresar su disgusto. Esta dinámica refleja la tensión entre grupos polarizados para evitar conflictos sociales.

Los no fumadores a menudo enfrentan un dilema al expresar sus preocupaciones. El temor a ser marcados como antisociales o exagerados puede ser una barrera para reclamar derechos. Sin embargo, es fundamental recordar que la protección de la salud y el bienestar deben prevalecer sobre cualquier etiqueta.

Con el tiempo, los fumadores pueden volverse insensibles al olor y los efectos del tabaco, y eso desemboca en dificultad para comprender las preocupaciones de los demás, al punto de esgrimir respuestas como «todos tenemos un vicio» y «de algo hay que morirse».

La regulación del tabaco es un tema complejo, que involucra consideraciones de salud, economía y libertades particulares.

No es asunto de preferir un grupo por encima de otro o crear división: se trata de encontrar el equilibrio en el bienestar colectivo. La tolerancia es fundamental para construir una sociedad donde las personas puedan coexistir pacíficamente y respetar las diferencias culturales y de opinión.

Libertad individual implica derecho a tomar decisiones sobre su propia vida, siempre y cuando no afecten a los demás. La lucha contra el humo del tabaco no debería ser una batalla entre fumadores y no fumadores, sino una búsqueda conjunta de espacios saludables para todos. Los que no fuman tienen derecho a vivir sin la amenaza del humo, y alzar la voz puede contribuir a crear esa conciencia.

Es esencial fomentar la empatía y la comprensión mutua. Los no fumadores pueden expresar sus preocupaciones de manera respetuosa, recordando que su objetivo es protegerse, y a quienes les rodean, no atacar a quien desprende el humo.

Cada país adopta enfoques específicos para abordar el tabaquismo, de acuerdo con su contexto cultural y económico. En un mundo diverso y globalizado, la tolerancia y la comprensión resultan cimientos sobre los que construimos una sociedad más saludable.

El Día Mundial sin Tabaco brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestros derechos. Somos parte de la misma humanidad y compartimos un objetivo común: respirar un aire limpio.

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