Oficinista. Autor: Adán. D. Publicado: 24/02/2024 | 08:20 pm
Apuntes de la vida real
A telón cerrado, se escucha una voz femenina que grita: «cierren la puerta, que ya son las 12 y media». Al levantarse el telón, un ciudadano flaco, desgarbado y narizón, logra colarse por el filito de la puerta antes de que cierre… El empleado termina de cerrar, mirándolo con el ceño fruncido… El ciudadano flaco le sonríe tímidamente, mientras se rasca la nariz. El resto de la gente, que espera turno, aplaude.
CIUDADANO FLACO:
Me hace el favor, ¿quién hace los cambios de leche?
El empleado, hosco, indica hacia una compañera extendiendo un dedo largo que parece un asta de bandera. El ciudadano flaco agradece con una inclinación de la nariz.
EMPLEADA:
(Con mirada de fiscal) Usted entró después de cerrar.
CIUDADANO FLACO:
(Sonriendo tímidamente) Bueno…, en el último momento…
Se trata de un tecnicismo legal. Ambos se miran, meditando el próximo movimiento. El ciudadano flaco opta por meter la mano en el bolsillo, sacar una fotografía y mostrársela.
CIUDADANO FLACO:
Es que al nené hay que cambiarle la leche.
La empleada mira la foto. Un niño gordito con tetera. Luego se vuelve a otra empleada, en busca de apoyo moral. La otra murmulla algo acerca de que la gente es desconsiderada.
EMPLEADA:
(Cerrando los ojos para no ablandarse ante el niño y su tetera) Lo primero que tiene que hacer, es ir a la botica y darse de baja.
CIUDADANO FLACO:
(Sonriente) ¡No, no, ya eso está! Mire, la baja de la botica.
EMPLEADA:
(Ripostando) ¡Pero es que también necesita un papel del médico!
CIUDADANO FLACO:
(Triunfante) ¡Como este!
Se hace silencio.
EMPLEADA:
(Insegura ya, aferrándose a su última esperanza) ¿Y la libreta, eh?... ¿Y la libreta?... Tiene que traerme la libreta.
CIUDADANO FLACO
(Triunfador) ¡Aquí está!
Un nuevo silencio. Las dos empleadas se miran.
EMPLEADA:
(Derrotada) Bueno… No queda otro remedio que hacer el cambio.
CAE TELÓN
……………………………………
El telón se alza sobre una Oficoda bulliciosa. Afuera brilla el sol. La gente se abanica furiosamente. Entra un ciudadano gordo, secándose el sudor. Se dirige a una anciana.
CIUDADANO GORDO:
¿Me hace el favor?, para darse de baja… Es que yo permuté, ¿sabe?
ANCIANA CON JABA:
Póngase en la cola.
Durante 15 minutos no pasa nada en la cola. Luego avanza, mientras la anciana de la jaba cuenta lo que pasó a su hijo Pepe, que se tragó una peseta cuando era chiquito, pero la atienden antes de terminar y nos quedamos sin saber el paradero final de la peseta. Le toca al ciudadano gordo.
CIUDADANO GORDO:
Es para la baja…, porque yo permuté y entonces…
EMPLEADA:
Eso es con Angelito… Aquel de allá. ¡Angelito, una baja!
El ciudadano gordo se dirige a otra colita. Pasan
20 minutos. El ciudadano gordo mira su reloj a menudo. Murmura bajito algo acerca de Lola, que le encarga a él todos los paquetes, y que va a llegar tarde al trabajo. Por el cariño con que menciona a Lola, se conoce que es su mujer. Al fin, le toca su turno. Se sienta en una silla frente a Angelito. Angelito no lo mira. Está poniendo en orden unos papeles.
CIUDADANO GORDO:
Es para darme de baja.
Angelito no responde. Ahora está poniéndole una presilla a los papeles.
CIUDADANO GORDO:
(Apagadamente) Es que yo permuté… para el Diezmero… y tengo que darme de baja…
Angelito parece abstraído. Se ha guardado en el bolsillo los cigarros y los fósforos. Abre una gaveta.
CIUDADANO GORDO:
(Tenso) Oiga…, la baja.
Angelito se incorpora. Mira al ciudadano.
EMPLEADA:
Ahorita, ahorita, ¡Él va a merendar!
Angelito hace mutis. El ciudadano gordo lo contempla con incredulidad. Luego se echa a llorar desconsoladamente.
Marcos Behmaras
El Sable, 15 de agosto de 1966.