Los cubanitos perdieron ante Japón en su debut de este miércoles. Autor: Tomada de Tribuna de La Habana Publicado: 17/08/2023 | 12:54 pm
Williamsport, Estados Unidos «¿No te sabe demasiado amargo que el debut de Cuba en una Serie Mundial de las Pequeñas Ligas sea sufriendo un cero hit, cero carrera?», le pregunté a Vladimir Vargas, el director técnico de Bayamo después de la derrota sus niños (0-1) ante el Musashi Fuchu, de Japón, en el estadio de los Voluntarios.
Casi caía la noche del miércoles 16 de agosto y Vladi, como le dicen todos sus conocidos, apretó los ojos para luego responderme que a nadie le gusta perder y «menos de esta manera, pero no cabe lamentarse ya, lo que hace falta es darle ánimo a los muchachos y decirles que se perdió una batalla, pero no la guerra».
Tenía la tristeza estrujándole todo el cuerpo. No podía esconderlo. Aun así ponderó el deseo de los suyos, quienes se vieron maniatados por el pitcheo de Hinata Uchigaki, un lanzador que habían estudiado hace varias semanas por video, pero la realidad superó con creces las imágenes. El diestro de Tokio propinó ¡13 ponches! en cinco entradas en una magistral clase desde el montículo.
«Hay que felicitarlo, nos anuló con el control y sobre todo con los rompimientos», me comentó Vargas en las afueras del estadio, una instalación que se llenó para ver el estreno de la Mayor de las Antillas en este tipo de torneo, surgido en 1947.
«Estaban haciendo el swing muy grande en vez de tratar chocar la bola», le dije en un alarde de mánager improvisado. Y sorpresivamente me respondió que era cierto, «se lo dijimos varias veces, pero en la vida real pasó otra cosa».
Incluso, cuando Uchigaki se fue por lanzamientos (hizo 86) y le dejó la bola al relevista Akito Musada para que lanzara el sexto y último episodio, muchos pensamos que podría llegar una rebelión bayamesa, pero el relato del partido no varió –hubo un ponche más- y los rivales terminaron festejando, japonesamente, por supuesto.
Yo sé que había presión en Luis Enrique Gourriel, quien lanzó tremendo partido (un solo hit y cinco bases) y en el primer relevista, Ismael Ortega (dos bases), tal vez menos en Edgar Torres, un niño que siempre luce concentrado y no en balde ha sido designado capitán del equipo.
Quizás hasta el propio director nuestro estaba presionado, algo lógico porque hay demasiados ojos sobre él y también demasiadas esperanzas. «Sobre todo la arrancada de estos partidos es difícil, después uno se va relajando», me dijo con la sinceridad que lo caracteriza.
Modestamente, creo que haber empezado a batear rompimientos solo después del torneo doméstico de las Pequeñas Ligas puede ser un detalle decisivo en el comportamiento de nuestra ofensiva en este choque. De hecho, Uchigaki nos mareó con esas serpentinas. «Allá nos preparamos desde abril, pero en nuestro campeonato no se puede tirar, es una indicación para cuidar los brazos de los muchachos», me comentó el estratega. (Sobre ese tema escribiré luego).
Tal vez para el próximo choque, el sábado, después de haber roto el hielo, salga un equipo menos tensionado. No dudo que los contrarios traten de emplear también muchas curvas, porque ellos estaban en las gradas mirando y mirando.
Pero no todos los días son miércoles. Veremos si los bayameses, quienes ya estuvieron cerca de ser eliminados en casa, resurgen y avanzan. Otra derrota los eliminaría; mas, ya lo dijo Vladi: no es hora de lamentos. Hay que pasar página y salir a comerse el terreno.