Una política para jóvenes que se parezca a ellos Autor: Abdel Alfonso Núñez Publicado: 10/09/2022 | 10:59 pm
Los jóvenes, igual que pasó con sus padres y abuelos cuando tenían la misma edad, escapan a cualquier encasillamiento. Transitan por esta etapa, que el poeta Rubén Darío llamó «divino tesoro», marcados por las disyuntivas y singularidades del país, lo cual repercute en sus proyectos y expectativas de vida, y en las coincidencias o no de estas con las de la nación que quieren y construyen.
Ahí está un desafío esencial si queremos que sus sueños se ubiquen en la Patria, por encima de limitaciones y carencias, en un contexto caracterizado por cambios de diversa índole, que han impactado en varias esferas sociales.
La repercusión es más fuerte si sumamos estos años pandémicos, pues como apuntan investigadores, no solo las condiciones económicas han variado, también lo han hecho los ámbitos laborales y educacionales, la exposición a las nuevas tecnologías, las prácticas de consumo, así como la convivencia familiar.
María Isabel Domínguez García, una de las investigadoras que participa en la elaboración de la política. Foto: Abel Rojas Barallobre
Son realidades que inciden en su desarrollo y que han sido bien descritas por los estudiosos de las ciencias sociales, como la Doctora en Ciencias Sociológicas María Isabel Domínguez García, especialista del Centro de Investigaciones Sicológicas y Sociológicas, justo cuando Cuba elabora una política integral hacia la niñez y las juventudes y cuenta con un grupo de trabajo gubernamental para ello.
Según la estudiosa, existen varios problemas que impactan en las nuevas generaciones: la calidad educativa en algunos municipios y provincias; la migración interna, con saldos más desfavorables en las provincias orientales; la migración externa, con las tasas mayores en las provincias occidentales, fundamentalmente de jóvenes con alta calificación, y en su mayoría mujeres; así como el acceso a una vivienda independiente, pues la mayoría convive con sus padres, suegros u otros familiares.
A partir de la investigación El desafío generacional para el desarrollo del proyecto social cubano, presentada hace unos meses en un encuentro gubernamental, Domínguez García apuntó que el tema pasa, entre otros aspectos, por lograr la inclusión de los jóvenes en empleos productivos, y que ello permita la constitución de proyectos individuales, en correspondencia con el social; fortalecer los valores, fomentar la participación y atender las condiciones de vulnerabilidad, vinculadas, sobre todo, con las desigualdades por género, color de la piel y territorios.
¿Ante ese complejo panorama que usted describe pudiera pensarse que la atención a nuestra niñez y juventudes ha sido una prioridad solo en papeles?, pregunto, algo provocativamente, a la Doctora, quien afirma que no es así, pues desde inicios de la Revolución esa atención empezó fundamentalmente con políticas sectoriales, dirigidas a la educación y la salud, y en la que tuvo un peso importantísimo nuestra niñez, teniendo en cuenta la composición demográfica de la población en ese momento.
«Todo fue evolucionando desde la creación del Instituto de la Infancia en la década de los años 60, la consagración de sus derechos en la Constitución de 1976 y en el Código de la Familia de ese momento, así como el Código de la Niñez y la Juventud de 1978, una de las primeras leyes de niñez y juventud en América Latina y el Caribe.
«A lo largo de los años nuestro país ha mantenido esa mirada a las nuevas generaciones, atemperándola a las circunstancias concretas de cada momento. Por ejemplo, al principio de los años 2000 se concretó un primer plan nacional de atención a la infancia y la adolescencia, que 16 años después se amplió y fue más integral con la inclusión de las familias».
—¿Cómo se ven las políticas de juventudes en el contexto que vivimos ahora?
—Los elementos descritos anteriormente confirman que estos dos grupos sociales han estado en el centro de las políticas y de la atención del Estado, el Gobierno y las organizaciones sociales y políticas. Sin embargo, en un contexto como el actual, en el que nuestra sociedad envejece y el grupo de niños, adolescentes y jóvenes se reduce cuantitativamente, es necesario cuidar de ellos y repensar las políticas para su atención con un enfoque integral que permita articular los esfuerzos desde los diferentes sectores y ámbitos.
«Se necesita una mirada más cualitativa, más centrada, en función de las necesidades y los intereses propios de estos grupos sociales que han ido evolucionando y, por lo tanto, tienen ya otros tipos de demandas, aspiraciones y otras maneras de formularlas.
«Por ello, la Política que se elabora toma en cuenta la composición demográfica de la población, exige una mirada específica a estos segmentos por ese cambio de su peso en la sociedad, y también por esa condición cualitativa-subjetiva de estos grupos sociales que poseen, por su puesto, niveles educativos mucho más altos, otras interacciones sociales y también otras necesidades».
—A partir de febrero último se comenzó a hablar con fuerza de esa Política, incluso de un grupo de trabajo gubernamental para hacerla realidad…
—Hace mucho tiempo se viene hablando de la necesidad de una atención diferenciada, de otras miradas a las poblaciones infanto-juveniles por el cambio de contexto social, por el aumento de sus interacciones con otras realidades internacionales; además, por la entrada de las nuevas tecnologías que hacen que esas interacciones no sean solo presenciales, sino también virtuales y con mucha fuerza.
«En medio de todo eso llegó la pandemia, que ha generado complejidades no solo desde el punto de vista de la salud, sino también con las maneras en que se han desarrollado los procesos educacionales y las interacciones para estos grupos sociales.
«Recordemos que a partir de 2019, con la aprobación de la nueva Constitución de la República, estaba la necesidad de revisar y actualizar leyes y normativas para que estuvieran acorde con la nación que estamos viviendo. En la Constitución se reconoce nuevamente a los niños, adolescentes y jóvenes como plenos sujetos de derechos y activos participantes de la sociedad. Además, en el nuevo Código de las Familias se brinda especial atención y respeto a sus derechos.
«También luego de los sucesos del 11 de julio de 2021 se produce un incremento de los diálogos de la dirección del país, sobre todo del Presidente con diferentes grupos sociales, y en uno de ellos, el que se realizó desde la sección de Ciencias Sociales y Humanidades de la Academia de Ciencias de Cuba, se habló del tema de la política integral para la niñez y las juventudes».
—¿Qué pasó en ese encuentro?
—Allí se presentó el documento El desafío generacional para el desarrollo del proyecto social cubano, en el cual se sintetizaban un conjunto de elementos que las investigaciones mostraban, sobre el momento complejo que estábamos viviendo. Se identificaban brechas que las políticas existentes no estaban cubriendo y, por tanto, obligaba a repensarlas y a buscar otras alternativas para solucionar los problemas de las nuevas generaciones.
«A partir de esos debates se hicieron dos propuestas: elaborar una política integral hacia las juventudes y crear un grupo de trabajo gubernamental para ello. En ese momento se propuso que fuera solo dirigida a las juventudes, después se amplió a la niñez con un enfoque más integrador.
«Entonces se creó el grupo que, a partir de febrero, comenzó a plantear las líneas de trabajo para la elaboración de esa política y se conformó un grupo operativo coordinador, dirigido por el Primer Ministro, encargando su seguimiento sistemático a vice primeros ministros. Además, en él están organismos de la Administración Central del Estado, ministerios, centros de investigaciones sociales y representantes de las organizaciones juveniles y estudiantiles.
«Con ese primer núcleo también se identificaron las líneas de trabajo estratégicas que deberían formar parte de esa política y se conformaron 11 grupos de trabajo. Cada uno de ellos es coordinado por un ministro. Con esa composición, desde febrero, estamos trabajando para lograr esta propuesta y ya se han realizado 12 reuniones».
Es esencial lograr la motivación de niños, adolescentes y jóvenes para que participen en los procesos. Foto: Roberto Suárez
—Ustedes identificaron un conjunto de brechas y contextos relacionados con los niños, adolescentes y jóvenes en la Cuba de hoy… ¿Cuáles fueron? ¿Cómo se están moviendo estos grupos etarios?
—Cada momento es concreto y, por supuesto, cada generación de jóvenes tiene un conjunto de cuestiones resueltas que generan nuevas necesidades. Por ejemplo, una de las cuestiones que más peso tiene es cómo lograr articular los niveles educativos y de preparación profesional en un trabajo que sea de su satisfacción, que lo estudiado tenga un impacto en su vida real, que su salario le genere condiciones materiales de vida…. Esa es una brecha que no se ha logrado resolver.
«También se manifiesta un crecimiento de las desigualdades socioeconómicas que colocan a segmentos de la niñez y las juventudes en condiciones de vulnerabilidad. Hay grupos de jóvenes desvinculados del estudio y no se han incorporado a trabajar, y luego no tienen una satisfacción de las necesidades de la vida familiar, además de que viven en comunidades que tienen limitaciones materiales. Ello, asociado también a determinadas características del territorio y el color de la piel. Hay un peso en la afectación para mujeres jóvenes, que en algunos territorios implica elevadas tasas de embarazo en la adolescencia e interrupciones voluntarias.
«Estos elementos se van cruzando e implican que hablemos de una Política integral, porque aun cuando hay políticas universales no siempre logran llegar a esos lugares concretos a territorios específicos, a determinados grupos sociales, a determinadas familias, a determinados individuos.
«Por eso, no solo para esta Política, sino en lo que se viene haciendo en los últimos tiempos, se trata de focalizar, de identificar dónde están esas necesidades específicas para acompañar esas políticas universales con un tratamiento diferenciado. Lo realizado ha ido poniendo de relieve la importancia del rescate del trabajo social, una poderosa iniciativa de Fidel en los años 2000, y que luego fue perdiendo peso».
—En la actualidad, ¿cuáles serían las fortalezas y debilidades para lograr el cumplimiento de la Política?
—Fortalezas tenemos muchas: el sistema social que está basado en lograr el conocimiento y el bienestar de la sociedad en su conjunto y no de segmentos particulares; un sistema social que aspira a esa visión inclusiva, que cuenta con un conjunto de instituciones que están justamente pensadas, organizadas y preparadas para esa función social. Hablamos no solo de los organismos de la Administración Central del Estado, sino de los gobiernos a todos los niveles. Esa institucionalidad del país permite que cualquier política que se elabore sea implementada.
«Tenemos organizaciones sociales con una larga trayectoria en representación de la población. En este caso de los grupos juveniles y estudiantiles. También tenemos una capacidad instalada en términos de preparación, de calificación y grupos de investigación que permiten identificar y diagnosticar los problemas, incluso proponer soluciones. Contamos con una población, en su conjunto, y una juventud entrenada para participar si encuentra motivaciones.
«Pero tenemos también muchas debilidades. La primera cuestión que limita es la situación económica del país, que, como sabemos, ha estado agravada por el recrudecido bloqueo de Estados Unidos, en las limitaciones tecnológicas y materiales. Todo ello condiciona la posibilidad o no de que la Política que elaboramos avance con la rapidez y con todo el alcance que esta pudiera aspirar, porque muchas de esas cuestiones requerirían de recursos.
«Hay otras carencias que son también de carácter organizativo interno, que implica romper parcelaciones entre instituciones, que implica la mirada integral que necesitamos. En estos momentos estamos en un esfuerzo de articular y lograr esa integralidad, pero no es tan sencillo, porque muchas instituciones se han acostumbrado a trabajar en el espacio limitado que les corresponde y cuesta muchas veces trabajo conseguir que dejen a un lado ese burocratismo para lograr objetivos más generales».
—Mucho se habla de la falta real de participación de nuestros jóvenes en casi todos los procesos que desarrolla el país, incluso en sus propias organizaciones… ¿No pudiera ser también una limitante en este contexto?
—Cuando te decía que tenemos una juventud preparada para participar si encuentra la motivación, creo que esa también es una limitación o una de las debilidades: cómo lograr motivar, estimular. Creo que, por eso, una de las acciones importantes de esta Política es que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes sientan que van a formar parte de algo que es para su propio presente, su propio futuro, que están construyendo algo para sí mismos.
Otras brechas encontradas…
Desactualización de la legislación referida a este grupo etario, en primer lugar el Código de la Niñez y la Juventud con más de 40 años de vigencia y otras normativas específicas.
Dificultades para el acceso equitativo a dispositivos electrónicos por sus elevados costos, así como limitado acceso a sitios, plataformas digitales, el desarrollo y uso de recursos de alta tecnología por el bloqueo norteamericano.
Carencia de una estrategia para las relaciones con el sector no estatal en correspondencia con su creciente participación en los servicios recreativos.
Escasa prioridad a los gustos, intereses y necesidades de los más nuevos en las limitadas posibilidades de producción de bienes y servicios de que dispone el país y poca articulación para su distribución en lugares de demanda.