«Estamos felices porque no hicimos un trabajo para guardarlo en una gaveta ni en una computadora», coinciden Irialys Peña Cárdenas, en tercero de la Licenciatura en Contabilidad y Finanzas, y Brian Acosta Villalonga, de igual año de Economía. Autor: Hugo García Publicado: 19/03/2022 | 10:40 pm
«En mi experiencia, el paso por las empresas me ha servido como ejemplo práctico para las clases, pues el desarrollo de un proyecto en una entidad brinda herramientas para llegar a hacer investigaciones, nos da un nivel por encima de la docencia. El estudiante tiene que ser capaz de relacionar lo que recibió en las aulas con lo que vive en las entidades».
Así define Lázara Yailén Tartabull Marrero, estudiante de 3er. año de Licenciatura en Turismo, en la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, el necesario vínculo universidad-empresa. Y ella ha podido disfrutarlo en varias entidades como el hotel Royalton Hicacos, de Varadero, donde los directivos siempre la tenían en cuenta para tomar decisiones y enseñarle cómo hacer las cosas.
«La mayor debilidad está en que a veces ni las mismas empresas valoran las ventajas que les puede reportar contar con los estudiantes. El recién llegado ofrece una mirada diferente, porque a veces los problemas se hacen cotidianos y nadie los ve; entonces al llegar un joven detecta alguna deficiencia o dirige la mirada hacia cómo se puede hacer mejor un determinado proceso. Sin embargo, hay centros laborales donde ven al estudiante como una molestia».
En el mismo hilo conductor dialoga Irialys Peña Cárdenas, estudiante de 3er. año de la Licenciatura en Contabilidad y Finanzas, al considerar que ha sido muy bueno ese vínculo, pues en las empresas donde ha realizado prácticas le permitieron aplicar sus conocimientos.
«Cuando realizamos un informe con las 43 medidas implementadas en la economía nos sentimos felices porque vimos que no hicimos un trabajo para guardarlo en una gaveta», menciona Irialys, quien añade que muchas veces las empresas solicitan los servicios a la universidad, y en otras los mismos estudiantes contactan con dichos centros.
Por su parte, Brian Acosta Villalonga, de 3er. año de Licenciatura en Economía, ha estado en empresas de porcino y recuperación de materias primas, donde ha nutrido a esos colectivos de conocimientos actualizados. «En Materias Primas no tenían implementado un sistema de costos; tras nuestra recomendación empezaron a trabajar en eso, y logramos aprender cómo funciona el sistema empresarial cubano, cómo se nutren de las 43 medidas.
«Cuando comenzó la Tarea Ordenamiento, con los nuevos precios y medidas que impactaron a la población y al sector estatal, se cambiaron muchas cosas, y los estudiantes de la carrera de Economía, junto a personal del Ministerio de Finanzas y Precios, nos vimos inmiscuidos para llevar las aclaraciones necesarias a las entidades e hicimos inspecciones y auditorías», precisa.
«Mi departamento se vincula directamente con la carrera que concluí», afirma la ingeniera Laura Silva. Foto: Nelson Rodríguez Roque.
Las experiencias de estos jóvenes matanceros demuestran que las universidades son fundamentales no solo para preparar el capital humano que se necesita en las empresas, sino para el desarrollo de la innovación como método para elevar los resultados económicos. Ese vínculo nutre en dos sentidos: permite llevar más conocimientos al centro laboral y transmitir experiencia práctica para la formación de profesionales más capacitados.
Si bien no se trata de materia nueva, pues en la formación preprofesional de los estudiantes universitarios ese sistema está establecido hace muchos años, hoy va más allá de ese saber previo para vincular a la academia, sus profesores e investigadores, en la búsqueda de nuevos caminos para el desarrollo del país.
En algunas ocasiones soluciones científicas, luego de su aprobación por el tribunal académico competente y los lauros para sus autores, iban a formar parte del estante. Esos saberes chocaban con entramados que no permitían su puesta en práctica y posterior generalización.
Ahora otros vientos soplan a favor de la ciencia y la innovación en el país, como política de Estado,con lo cual las investigaciones abandonan las antiguas
gavetas para convertirse en realidades palpables en la empresa. Así lo confirmaron a Juventud Rebelde autoridades académicas, estudiantes y profesores de diversos centros de altos estudios.
Un vínculo casi natural
Desde Matanzas llegan otros criterios como el de Jonathan González Barrueta, estudiante de 3er. año de Agronomía, quien considera muy importante ese vínculo, porque es necesario observar en el campo cómo se realizan los trabajos para mejorar la producción de alimentos.
Y su colega Ranchel Estévez Díaz refiere que ha participado en la restauración de las plantaciones citrícolas de Jagüey Grande, perdidas luego de ser atacadas por algunas plagas, y tuvo la oportunidad de sembrar guayaba y otros cultivos. «Aprendimos con los campesinos y productores; hicimos un proyecto vinculado con la empresa citrícola para restaurar las áreas agrícolas y la cantidad de plantas que había que sembrar.
«Nuestra carrera tiene gran vigencia por todo lo relacionado con la seguridad alimentaria y vamos a aprovechar toda la tierra que sea posible. Siempre tuvimos asesoramiento; el mismo director de la Empresa nos atendió y hablamos de la economía, de los costos e insumos, de las carencias causadas por el bloqueo y de los nuevos métodos de innovación, aportando cada uno su granito de arena, como dice el Presidente, para salir adelante», subrayó.
Para la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, la cual está festejando su aniversario 50 con la característica de ser multidisciplinaria —ocho facultades y 41 carreras— el vínculo universidad-empresa se da casi de manera natural. Claro que Leyda Finalé de la Cruz, rectora del centro, reconoce que esa relación ha avanzado. «Anteriormente era más reducida; ahora las investigaciones son prácticamente conjuntas. Cada día se acorta más el tiempo entre el logro de un producto y su aplicación.
«Las políticas están bien claras. Estamos impuestos de la necesidad de aportar para revertir la situación que presentamos y avanzar con la economía nacional. Ambos, la academia y el sector empresarial, estamos claros de los retos que tenemos.
«Es motivador y cada vez más se insertan en esos procesos los estudiantes. El contacto directo con el sector empresarial les permite ser mejores profesionales en el futuro. En nuestra universidad los proyectos con el sector industrial son amplios: con el petróleo, con la empresa de cilindros de gas —con la cual tenemos una investigación para el mejoramiento de la soldadura—, todo en aras de elevar la calidad. También con el turismo, sector estratégico del país. Estamos insertados en el empeño de que Varadero se convierta en una ciudad digital».
La universidad de la Atenas de Cuba tiene a su favor poseer varios centros de investigación, entre estos la estación experimental de pastos y forrajes Indio Hatuey, con importantes investigaciones vinculadas con la alimentación animal y la industria azucarera, con el objetivo de mejorar la calidad de la caña de azúcar, destacó la Rectora.
«Tenemos el Centro de Anticorrosivos y Tensoactivos, el cual se destaca en la producción de grasas, ceras y otros productos para la protección de metales; el Centro de Estudios Biotecnológicos, donde se preparan y aplican probióticos para la alimentación de animales de importancia económica, y el Centro de Estudios de Fabricación Avanzada y Sostenible, que participa en la fabricación de elementos biomédicos, incluyendo implantes, sensores y partes de equipos», subrayó.
Impacto universitario
Para Humberto García Valdés, vicerrector primero de la Universidad de Artemisa, el vínculo con la Zona Especial de Desarrollo Mariel marca pauta en ese centro de altos estudios. «Hemos realizado diversas investigaciones vinculadas con temas que a la Zona le interesan, y también al territorio debido al impacto de contar con ese enclave económico.
«A pesar de que somos una universidad joven, los límites no existen en el trabajo con nosotros. Si hay alguno es porque no somos lo suficientemente proactivos. Estamos en un buen momento. La empresa ha entendido la necesidad del vínculo con la academia y sus solicitudes son constantes.
«La Zona ha ido adelante en demandar la colaboración de la universidad. Y no somos nosotros los únicos, también los centros de altos estudios de Pinar del Río, La Habana y la Cujae mantienen estrechas relaciones con ella; claro que nosotros somos los que estamos más cerca. Primeramente el impacto fue con carreras de perfil tecnológico y económico. Ahora ya se ha extendido a otros saberes, como son los idiomas y las ciencias sociales», subrayó.
También con corta vida, la Universidad de la Isla de la Juventud Jesús Montané Oropesa, fundada en 1994, no se queda atrás en el aporte al país. Cuenta
con 30 proyectos vinculados a varios sectores de ese Municipio Especial.
La mayor debilidad está en que a veces ni las propias empresas valoran las ventajas que les puede reportar contar con los estudiantes universitarios, afirma la matancera Lázara Yailén Tartabull Marrero, en tercer año de Licenciatura en Turismo.Foto: Hugo García.
Haydée Paula Paz Izquierdo, vicerrectora de ese centro de altos estudios, destacó que el vínculo universidad-empresa se extiende también a formas no estatales de producción. «De los proyectos, 11 tributan al sector agroindustrial, con temas como sanidad vegetal y suelos, y con el Grupo Empresarial Labiofam tenemos dos. También las ciencias sociales tienen un papel destacado, con los estudiantes de Derecho y de Estudios Socioculturales», precisó.
Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos, lamenta que a veces les faltan recursos para culminar una investigación, o tienen que venir a un laboratorio en La Habana, todo lo cual demora el trabajo. «Tenemos a 112 estudiantes vinculados con proyectos de investigación para el desarrollo del territorio. El municipio se está adentrando en lo profundo; no es que antes no lo hiciera, pero ahora se fortalece.
«En los últimos seis meses hemos concretado 15 convenios con empresas. También se realizaron tres ferias en las que han estado los directivos de las empresas junto a la academia. Es un movimiento novedoso, que nos da la posibilidad de introducir los resultados que tienen las investigaciones, tanto maestrías como trabajos de curso y doctorados.
«Para nuestra pequeña universidad, situada en un territorio atípico en el país, haber logrado dos productos que están ya en aplicación resulta un gran logro. Uno es la producción de biol, relacionado con la biotecnología vegetal, con resultados en la agricultura urbana, y también la Agromena, formulación de minerales industriales modificados con portadores de nutrientes químicos solubles para mejorar los suelos», destacó.
La directiva significó que esa universidad cuenta con el potencial humano calificado para dar respuestas, desde la ciencia, a principales problemas, así como cuentan con la disposición y el compromiso de la comunidad universitaria. «Lo más importante ahora es aunar energías, opiniones, ideas, alinearlas con las necesidades locales, buscar la solución y que esta se generalice rápido. Esa es la mejor vía para incentivar respuestas domésticas desde la ciencia en la misma empresa y a nivel territorial», resaltó.
Pionera con la industria
Para la joven ingeniera moense Laura Silva, la Empresa Che Guevara constituye una extensión de las aulas de la universidad. En la planta ocupa la plaza de especialista en Minas y atiende inversiones (contratos con terceros nacionales): «Como reserva de la Especialista Principal de Planificación y Topografía asumo otras tareas e incluso soy sustituta del Director de la Unidad Básica Minera.
«Mi departamento se vincula con mi carrera. Una de mis responsabilidades es planificar y apoyar distintas acciones; de ahí que no me distancio de los yacimientos.«Existen reservas por tributar a nuestra economía en la Che Guevara, donde se lleva a cabo una capitalización industrial y se han impuesto el reto de producir a mayor escala. A dicha contribución, hay que agregarle el empuje desde la Universidad de Moa influirá en el éxito de la empresa estatal socialista como dinamizadora del país», opinó.
Lo contado por esta joven evidencia que para la Universidad de Moa Antonio Núñez Jiménez el vínculo con la empresa es algo natural desde los mismos cimientos de su fundación. Relacionada estrechamente con el grupo empresarial Cuba-Níquel, sus alumnos hacen sus prácticas fundamentalmente en
las plantas y otros espacios
vinculados con la fabricación de ese material. De ello dan fe la fábrica Comandante Pedro Sotto Alba y la empresa Comandante Ernesto Che Guevara.
En este sentido Yurisley Valdés Mariño, vicerrector primero de ese centro de altos estudios, ponderó una investigación que realizan para elevar la eficiencia energética de la planta Che Guevara, así como el estudio geológico para la línea por donde pasarán las redes hidráulicas del proyecto del trasvase Este-Oeste, obra fundamental del país.
«Tenemos una matrícula que supera los 1 600 estudiantes, la mayoría de ellos becados, pues provienen de todo el país. Su inserción en los proyectos de investigación es vital, no solo porque ayuda a su formación profesional, sino como componente esencial de su formación como ciudadanos que tienen un compromiso con su nación», precisó.
Sin duda, existen las condiciones contextuales que impulsan la relación universidad-empresa en el país. Las políticas nacionales respaldan un mayor vínculo de la ciencia, la tecnología y la sociedad. En la academia puede estar ese motor impulsor, unido a la experiencia y la práctica, que propicie la mirada joven al desarrollo.
Universidad que acompaña al graduado
«Se están creando las condiciones para que los jóvenes tengan un altísimo nivel de participación en todas las transformaciones que el país está tratando de hacer de manera acelerada», expresó el Doctor en Ciencias José Ramón Saborido Loidi, ministro de Educación Superior (MES).
A una pregunta de Juventud Rebelde, el titular refirió que está implementado que el estudiante universitario realice la práctica preprofesional en la entidad que luego lo recibirá como graduado, porque se está utilizando el sistema de ubicación laboral adelantada.
«Allí deberá realizar su trabajo de culminación de estudios, el cual debe ser una investigación vinculada con el quehacer de ese centro y que aporte científicamente al desarrollo de la empresa.
«Después de graduado hay un año de preparación para el empleo, en el cual se complementa la preparación. Eso se entiende, pero tiene muchas barreras. Hemos visto casos de un estudiante Diploma de Oro que tiene una subutilización en el empleo y empiezan las desmotivaciones. Eso que está establecido no se desarrolla siempre bien.
«Por ello estamos trabajando en una propuesta de intervención universitaria, en coordinación con las entidades empleadoras, para que la universidad interactúe en ese año de preparación para el empleo.
«No obstante, cada día nuestros estudiantes se vinculan más a los programas de ciencia e innovación. Muchos de los contratos que realizan las empresas consideran su participación dentro de los grupos de investigación y desarrollo, incluso reciben los beneficios económicos.
«Pero cuando son más de 15 000 graduados no todos tienen la misma suerte. Es preciso que no haya un freno a la disposición del joven que desea contribuir con su preparación al desarrollo del país», acotó.