La Comuna, 1er. Encuentro Nacional de Juventudes Revolucionarias, mostró a jóvenes dispuestos a seguir defendiendo, bajo cualquier circunstancia, nuestro proyecto social. Autor: Roberto Suárez Publicado: 27/02/2022 | 12:25 am
Las juventudes revolucionarias reunidas en La Habana declaramos que la Revolución que triunfó en 1959 es el camino iniciador del futuro de emancipación solo existente en continua creación y unidad por el pueblo y sus vanguardias.
Al asumir hasta sus últimas consecuencias el legado de radicalismo martiano, fidelista y de otras mujeres y hombres de la Revolución, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), organización juvenil del Partido Comunista de Cuba, y espacios emergentes revolucionarios de diversas regiones del país, declaran: su unidad en torno a la lucha incansablemente por la dignidad, libertad e igualdad plenas; por la absoluta destrucción de la explotación capitalista allí donde plante su sombra de pudrición y falsa prosperidad; por el fin de toda discriminación y opresión por género, orientación sexual, identidad de género, clase social, color de la piel, personas en situación de discapacidad, grupo etario u otras lesivas a la dignidad humana; por la vocación antimperialista y anticolonialista; por la preservación de los principios éticos, la verdad, la limpieza y la luz que dimanan de la obra revolucionaria; por la defensa consciente de que la Revolución es la expansión constante del programa político del pueblo y de la capacidad de este para conquistar el camino de su bienestar, libertad y felicidad hacia una nueva forma de ser que toca el alma misma de la gente.
Como impulso ético que nos interpela, ha crecido la Revolución de diversas formas, no siempre desde sus organizaciones tempranas y ya históricas. Existen en el campo político actual proyectos comunitarios, medios de comunicación digital, grupos de debate en redes y de confrontación virtual a las tendencias contrarrevolucionarias, proyectos de formación política de incidencia popular y solidaria, organizaciones de varios credos religiosos, organizaciones de reivindicación de las personas en situación de discapacidad, iniciativas y colectivos feministas y LGBTIQA+, la protección animal y por la justicia ambiental que constituyen acumulados de un tejido social comprometido con los principios y apuestas de la Revolución.
No puede existir, entonces, rechazo ni recelo entre las formas que nacen bajo el impulso ético e histórico de la misma Revolución; sino que debe darse el ejercicio de acercar lo diverso para realizar la unidad. El reconocimiento de la diversidad es principio de fragua de la unidad. Y tal y como ha crecido un mundo en su dispersión, es hora de recoger y juntar bajo una misma bandera todo lo que se ha formado en la defensa de los principios de la Revolución Cubana en su hora actual.
Esta obra de unidad y creación se hace para juntar las formas heterogéneas de la Revolución con sus organizaciones históricas, y no provocar absorción de una por la otra, sino creación de lo nuevo; para favorecer la política revolucionaria en continua renovación, y no para disolverla; para romper el inmovilismo, y no para confirmarlo; para unirnos y salvarnos como el mismo pueblo que somos, y no para entorpecer ni suprimir lo que hemos creado.
Los espacios emergentes revolucionarios y la Unión de Jóvenes Comunistas reconocen la potencialidad y responsabilidad de esta última para aupar este empeño de unidad y transformación radical de todas las formas de activismo y militancia revolucionarias existentes en el universo juvenil; siendo conscientes de la existencia de incomprensiones, desencuentros y confrontaciones mutuas que es preciso superar.
Y frente a esa voluntad de unidad revolucionaria no faltará quien, por pudor equivocado, por falso purismo o por oportunismo solapado, nos presente una Revolución como imagen pura y completa, un objeto de veneración retirado de la realidad. Pero la Revolución es una obra incompleta, que demanda completarse con nuestro sacrificio, porque solo en ese sacrificio se hace real: solo del fuego desatado de sus «impurezas» pueden fraguarse sus victorias.
Sostenemos el vínculo con los movimientos revolucionarios de la izquierda mundial. Alzamos el internacionalismo como valor, pero también como necesidad, que permita crear el mundo al cual debemos insertarnos, un mundo inexistente aún donde no prime la fuerza del capital reduciendo a los pueblos a la más horrorosa explotación, un mundo que debe ser solidario, anticapitalista, anticolonialista, equitativo, feminista, de justicia social, ecológica y de género.
La Revolución ha de ser siempre expansión y profundización de las causas más justas, nunca límite ni aplastamiento. Su grandeza radica en su capacidad para existir en nuestra cotidianidad como la oposición a todo lo injusto.
Bajo estas nociones, asumimos los siguientes principios articuladores:
PRIMERO: La UJC y los espacios emergentes revolucionarios son resultado de acumulados históricos de la Revolución Cubana, de la causa mundial del socialismo, de la tradición de lucha de nuestro pueblo por su total emancipación y de fuerzas progresistas de todas partes del mundo.
SEGUNDO: La UJC y los espacios emergentes revolucionarios asumen hasta sus últimas consecuencias el legado de radicalismo martiano, fidelista y de otras mujeres y hombres de la Revolución, la lucha por la dignidad, igualdad y libertad plenas, contra la explotación clasista y colonial y contra todos los tipos de injusticia y discriminación por razón de orientación sexual, identidad de género, color de la piel, grupo etario, credo religioso, situación de discapacidad, origen nacional o regional, entre otras lesivas a la dignidad humana.
TERCERO: La UJC y los espacios emergentes revolucionarios sustentan el derecho de Cuba a su total independencia y soberanía; condenan el imperialismo y su política colonialista; y reafirman la absoluta autodeterminación del pueblo cubano para elegir el camino del socialismo como vía para alcanzar toda la justicia.
CUARTO: La UJC y los espacios emergentes revolucionarios se consagran en el respeto y la defensa de la Constitución de la República de Cuba.
QUINTO: La UJC y los espacios emergentes revolucionarios deben sostener relaciones de horizontalidad y autonomía en sus formas, unidad en sus principios y fomentar la unidad de acción.
SEXTO: La UJC y los espacios emergentes revolucionarios aceptan la contradicción, no el antagonismo; el desacuerdo de método, no de principios ni ética para la magna obra de construir el socialismo en Cuba.
SÉPTIMO: La UJC y los espacios emergentes revolucionarios reconocen el papel de vanguardia y el compromiso constitucional que debe cumplir la UJC para la formación de las más jóvenes generaciones en los principios revolucionarios y la ética del socialismo; y suscriben su potencialidad y responsabilidad para nuclear y catalizar el empeño de unidad y transformación radical de todo el activismo y la militancia revolucionarios existentes en el país.
OCTAVO: La UJC y los espacios emergentes revolucionarios reconocen su deber con la Revolución y el pueblo en impulsar y liderar todas las transformaciones políticas necesarias para profundizar la causa del socialismo y sus tareas históricas de liberación social y nacional.
NOVENO: La UJC y los espacios emergentes revolucionarios se reconocen como continuidad de la Batalla de Ideas iniciada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, entendida como proyecto para la profundización del socialismo y la recuperación de sus imaginarios en la Cuba actual.
En La Habana, a los 26 días del mes de febrero del año 2022, en el Año 64 de la Revolución, los firmantes se comprometen a honrar, de acto y de palabra, estos principios articuladores.