El Presidente Miguel Díaz-Canel pronunció el discurso de clausura del III Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Autor: Estudios Revolución Publicado: 17/12/2021 | 04:53 pm
Hermosísimas, emotivas, breves y profundas resultaron ser las palabras pronunciadas este viernes, desde el capitalino Palacio de Convenciones, por el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante la clausura del III Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Foto: Estudios Revolución
Antes de compartir con los presentes un discurso desde el cual emergió Cuba soberana, de historia humanísima y transida de proezas, que no acepta etiquetas ni rótulos, el dignatario contó que solo habían transcurrido instantes desde que el General de Ejército, Raúl Castro Ruz, le hubiese llamado; y en esa conversación, dijo Díaz-Canel, el excepcional luchador le pidió que transmitiera a los delegados su valoración acerca del III Pleno seguido por él en sus dos días: fue una reunión, definió Raúl, marcada por la calidad de los debates.
El compañero Raúl –enunció el Presidente Díaz-Canel Bermúdez- envió a todos los participantes un fuerte abrazo revolucionario. Y luego de transmitir el elogio, el Primer Secretario del Comité Central del Partido dio inicio a sus palabras conclusivas: “Saludos, queridas compañeras, y compañeros, hermanos todos en este arduo camino que sólo puede emprenderse con claridad en las ideas que defendemos y confianza en los seres humanos que marchan a nuestro lado”.
El socialismo es hasta hoy, expresó seguidamente, «la única vía al desarrollo con justicia social. Una apuesta innegable a la inteligencia, la voluntad y la vocación solidaria de hombres y mujeres, conscientes de que hacen camino al andar».
«Otros lo han emprendido antes y nos han dejado lecciones, positivas o negativas, que no podemos ignorar, pero siempre atemperándolas a lo que singulariza nuestra experiencia concreta: historia, tradiciones, identidad y, por supuesto, el carácter y la cercanía de un adversario poderoso que lleva siglos al acecho«.
El mandatario aseveró que ese adversario «no acepta la soberanía y odia nuestro sistema social. Somos demasiado libres para lo que ellos consideran su patio trasero, y demasiado atrevidos por elegir el camino del socialismo».
Cuba con su alta cuota de resistencia y creatividad heroica siguió emergiendo en las palabras desde las cuales el mandatario afirmó: «Llegó el momento de felicitarnos». Y no es para menos: «las actuales generaciones de revolucionarios, como dijo el dignatario, se están probando en la pelea. La historia de Cuba está preñada de episodios de resistencia insuperables, pero ninguno de nosotros, desde las actuales responsabilidades, habíamos vivido años tan plagados de desafíos y amenazas. Vencerlos, es una proeza».
Díaz-Canel rememoró batallas contra un cerco imperial reforzado, contra una pandemia con picos escalofriantes de contagiados y fallecidos; contra adversidades como problemas en la generación eléctrica, desabastecimientos de productos de primera necesidad, altos precios, crisis global en la transportación de mercancías; y contra una Guerra de IV Generación que pretendió manchar todo lo bueno de la Revolución, que ha hecho “todo por arrancarle el alma a la Patria, acosando a sus artistas y poniendo en venta el servicio de algunos a las peores causas”.
El Jefe de Estado denunció la puesta en marcha de un plan desestabilizador del enemigo “que aún no ha cesado”, en un mundo crecientemente complejizado y asimétrico, donde la Isla no se pliega, “empeñada en probar que sí es posible un modelo diferente de sociedad, donde el hombre no sea depredador, sino un elemento de concordia, equilibro y sostenibilidad”.
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El intento cubano, reflexionó, no ha sido perfecto, pero sería injusto obviar en cualquier análisis el bloqueo enemigo que nos ha negado la sal y el agua.
El Partido Comunista de Cuba motivó otras reflexiones del mandatario, quien recordó que «la experiencia política acumulada es la de un Partido que nació de la unidad de todas las fuerzas patrióticas y no de la fractura y la pelea por el poder. Tenemos un solo Partido, pero con un programa propositivo y claro de lo que quiere la mayoría de su pueblo, al que se consultan las grandes decisiones políticas, económicas y sociales. Más que Partido somos un Unido, por la coherencia en propósitos y fines».
En otro momento alertó «que no basta con tener un arsenal de ideas y verdades como templos para defender. Es imprescindible moverlas con inteligencia, eficacia y rigor». Tenemos –aseguró en clara alusión al legado de Fidel- «una Revolución, siempre más grande que nosotros mismos, que tiene todavía mucho que contar, incluido lo que hemos aprendido a descartar porque no funciona o funciona mal. No olvidemos nunca el concepto de Revolución que nos legó Fidel. Es tiempo de cambiar lo que deba ser cambiado».
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Hacia final de su intervención desde la cual transmitió la gratitud enorme a nuestros científicos y trabajadores de la salud, a los jóvenes, a los combatientes y a todos los cubanos que han sabido llevar a Cuba hasta este momento en que la terrible pandemia va quedando atrás, Díaz-Canel expresó que «es un honor, un privilegio y un gran desafío, dirigir el Partido de los comunistas cubanos, digno entre los dignos del mundo, en tanto viene de raíces tan hondas y limpias como las de los próceres de la independencia; se afirma en los jóvenes de la Revolución del 33 y nace definitivamente con la martiana Generación del Centenario, Fidel y Raúl a la vanguardia y en cada acto el compromiso del Che: ¡Hasta la victoria siempre! ¡Patria o muerte! ¡Venceremos!».