José Ángel Portal Miranda, ministro de Salud Pública. Autor: Omara García Mederos Publicado: 28/10/2021 | 12:04 pm
Estimado Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República;
Estimado Esteban Lazo Hernández, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado;
Estimados diputadas y diputados;
Invitadas e invitados;
Compañeras y compañeros:
Casi dos años de enfrentamiento a una de las más terribles epidemias vividas por la humanidad en los últimos siglos ha dejado innumerables lecciones que no nos está permitido olvidar. En medio de los muchos desafíos impuestos por la COVID-19, HACER es la premisa esencial que ha marcado el día a día de esta nación que defiende sin descanso la vida de su pueblo.
Los resultados que hoy nos distinguen son muestra de cuánto ha hecho Cuba para ganar la batalla a una enfermedad que no discrimina en su acción devastadora contra el ser humano.
Tras un inicio de año particularmente complejo, donde se produjo el incremento acelerado de contagios en todo el territorio nacional, en septiembre logramos detener el ritmo de crecimiento y en octubre la situación comenzó a ser más favorable.
Si bien a diario, y por diversas vías, nuestro pueblo recibe información detallada sobre el comportamiento de la COVID-19 —tanto en nuestro país, como a nivel internacional—, considero inevitable hacer referencia a lo sucedido desde la última vez que, en este mismo escenario, compartimos algunas ideas sobre la situación epidemiológica.
Las cifras de la pandemia a nivel global demuestran sus dimensiones reales, con implicaciones catastróficas en todos los ámbitos. Al cierre del 24 de octubre de 2021 se habían contagiado con la COVID-19 un total de 244 millones 362 mil 039 personas, y los fallecidos sumaban 4 millones 962 mil 901, para una letalidad de 2.03%. La cifra de pacientes recuperados representaba el 90.5%.
Específicamente en la región de las Américas, el número de confirmados ascendía a 93 millones 918 mil 200, para el 38.4% del total a nivel mundial. Asimismo, se reportaba el fallecimiento de 2 millones 302 mil 105 personas, para una letalidad de 2.45%.
En Cuba, tras realizar 10 millones 385 mil 213 pruebas diagnósticas, hasta al pasado día 24, se acumulaban 946 mil 960 confirmados con el virus, lo cual representa un 9.2% de positividad. En esa misma fecha, habían sido dados de alta 932 mil 951 pacientes, el 98.6% de quienes han enfermado, lo cual constituye una de las cifras más altas de ese indicador a nivel mundial; con una letalidad acumulada de 0,87%.
Si hacemos un breve recorrido de lo sucedido en nuestro país en los últimos meses, resulta oportuno señalar que en el transcurso del 2020 logramos un buen control de la epidemia, que fue posible mantener a principios del 2021, a pesar del aumento de casos que significó la entrada de las nuevas variantes del SARS-CoV-2, entre diciembre y febrero.
Recordemos que desde el inicio del 2021 el contexto epidemiológico cubano se distinguió por un crecimiento sostenido de casos, hasta alcanzar en agosto las mayores cifras de toda la epidemia, constatándose el día 23 los números más elevados para una jornada, con 9 mil 907 contagios. Al día siguiente llegamos a tener ingresados —tanto en instituciones hospitalarias como en sus hogares— 50 mil 930 enfermos.
Lamentablemente, los días 3 y 14 de agosto se produjo la mayor cantidad de decesos: en cada uno, 98 personas perdieron la vida como consecuencia de la COVID-19.
De abril a septiembre prevalecieron dos variantes del virus: Beta y Delta. En apenas tres meses la última de ellas se convirtió en la predominante, de manera que ya en el noveno mes del año estaba presente en el 100% de las muestras secuenciadas. En estos momentos sigue siendo la variante Delta la que prevalece.
A partir del pasado 20 de septiembre —fecha en que 40 mil 984 personas se encontraban ingresadas por estar contagiadas con el virus— comenzó el descenso acelerado de los casos activos. El 17 de octubre se reportaron 8 mil 261, lo cual significó una reducción de 32 mil 723, en 27 días; es decir, un 75% menos de pacientes ingresados.
Por otra parte, en el transcurso del último año se ha continuado expandiendo la red de laboratorios de Biología Molecular hasta llegar a todas las provincias y el municipio especial Isla de la Juventud. Actualmente funcionan 27 instituciones de este tipo, con capacidad para procesar 25 mil pruebas de PCR diarias. Este despliegue de equipamiento con novedosas tecnologías permitirá, además, encauzar nuevas investigaciones en enfermedades como el cáncer y mejorar la calidad de la atención a nuestro pueblo.
La actualización constante y oportuna de nuestros protocolos —teniendo en cuenta siempre la situación epidemiológica y las mejores experiencias—, nos ha permitido enfrentar con mayor precisión las diferentes complicaciones que ha traído consigo la enfermedad.
Es una máxima de trabajo que contempla el Plan para la Prevención y Control del nuevo coronavirus, aprobado por el Consejo de Ministros en fecha tan temprana como enero de 2020. Dicho Plan y su actualización sistemática, acorde con las experiencias aportadas por la ciencia, nos ha permitido anticiparnos a los riesgos de la enfermedad y actuar sin improvisación al adoptar decisiones.
Como parte de su ejecución, en el transcurso de toda la epidemia se han aprobado medidas para mantener el funcionamiento de las principales actividades económicas y de servicios en el país, a pesar de las complejidades epidemiológicas que hemos vivido.
Uno de los ejes principales de ese Plan lo constituye la organización de los servicios de Salud, en lo cual se ha trabajado de manera escalonada la disponibilidad de camas de hospitalización —incluidas las de cuidados intensivos—, así como el aprovisionamiento de ventiladores pulmonares y otros equipamientos médicos y tecnológicos. También ha sido imprescindible la preparación de los profesionales y técnicos de la Salud que laboran tanto en la zona roja, como en el resto de los centros y servicios habilitados para hacer frente a la enfermedad.
Esa manera de actuar nos posibilitó, durante la mayor parte de la epidemia, mantener un equilibrio entre las necesidades y las capacidades de camas hospitalarias y otros servicios indispensables para el tratamiento de los pacientes positivos a la COVID-19.
No obstante, es válido recordar cómo, entre los meses de julio a septiembre de este año —momento en que dichas capacidades llegaron al máximo posible en varios territorios—fue inevitable abrir nuevos centros asistenciales y ampliar la dotación de camas de forma acelerada.
A partir de ese momento, se duplicaron las camas para la atención a casos sospechosos y pacientes con enfermedad leve y moderada; creció el número de servicios de Cuidados Intensivos para la atención a graves y críticos, con un incremento exponencial de la dotación de camas; y fueron creadas las salas de Vigilancia Intensiva (UVI), contando en la actualidad con 75 de estos servicios, cuya concepción innovadora, tanto del protocolo como de la forma de atención, ha permitido que más del 80% de los pacientes en estadio moderado ingresados en ellas no llegue a las terapias intensivas.
Es justo señalar que en medio de este difícil contexto iniciamos el desarrollo de nuestra estrategia de vacunación, tema sobre el cual ampliaré más adelante.
A las complejidades que ha implicado para los profesionales de la Salud el enfrentamiento al virus se sumaron durante los últimos meses otras limitaciones, como la baja cobertura de oxígeno medicinal para la atención a los pacientes, a partir de una avería que sufrió la principal planta productora del país. Fueron días difíciles, en los que toda la nación se mantuvo en vilo y se hizo necesario adoptar decisiones de contingencia para trasladar oxígeno contra reloj a todas las provincias.
Compañeras y compañeros:
El quehacer en Cuba durante estos casi dos años ha sido extraordinario desde todos los ámbitos. Los resultados que nos distinguen son fruto del trabajo de muchos y han tenido como premisa esencial tres componentes fundamentales del Modelo de Gestión Integral diseñado.
Ellos son: el epidemiológico; la organización de los servicios de Salud y la ciencia, complementados con una amplia información estadística, una permanente evaluación de la información clínico-epidemiológica y sus tendencias; así como los procesos continuos de capacitación a profesionales y estudiantes de la Salud y otros sectores.
En el centro de todo el hacer está la voluntad política de nuestro Partido y Gobierno de poner en primer lugar la salud de las personas, lo que ha tenido como premisa imprescindible una gestión de Gobierno basada en el empleo de la ciencia, así como la prevención y anticipación de riesgos ante la enfermedad, para minimizar su incidencia entre la población cubana.
Justamente en la ciencia se han encontrado las mejores respuestas para combatir al virus, y a pesar de la tragedia que ha significado su propagación en el mundo, su acelerada dispersión ha impulsado el desarrollo del conocimiento de una manera sin antecedentes en Cuba.
Los resultados alcanzados ratifican lo expresado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, cuando en 1990 aseveró: «La independencia no es cuestión de símbolos. La independencia depende del desarrollo, la independencia depende de la tecnología, depende de la ciencia en el mundo de hoy».
El vínculo establecido desde la actividad de gobierno con los sectores productivos y de servicios y el sector del conocimiento, ha sido una de las principales fortalezas que distingue el enfrentamiento hecho en el país al mortal virus.
El trabajo desplegado durante todo este periodo por las universidades cubanas y sus nexos con el sector de la Salud es un valioso ejemplo de cooperación. Otro elemento distintivo ha sido la integración del Sistema de Salud con la industria biotecnológica cubana, así como otras instituciones de investigación y centros de producción.
Recordemos cómo, desde el primer momento, todas las investigaciones y evidencias científicas con que contábamos, y las que fueron concretándose luego, se han utilizado como respaldo para adoptar decisiones, tanto del Sistema Nacional de Salud como del Gobierno.
El Sistema de Ciencia e Innovación en Salud, creado desde la década de los años 60 del pasado siglo y fortalecido en los últimos años, demostró que estaba preparado para afrontar el desafío que trajo consigo la epidemia e hizo posible la introducción de los resultados de la ciencia, de forma ágil y oportuna.
La creación, implementación y posterior validación del Sistema de Gestión de la Epidemia en Cuba, representa el primer resultado de la ciencia cubana en la lucha contra la COVID-19. Por su impacto, este sistema constituye una innovación organizacional, caracterizado por la transdisciplinariedad e integralidad en las acciones que a partir de él se desarrollan.
Es imprescindible subrayar, además, que el Grupo de Ciencia —creado para el enfrentamiento a la COVID-19—, y su Comité de Innovación, han sentado pautas para una gestión innovadora. En su haber cuentan con un elevado volumen de investigaciones, innovaciones y publicaciones científicas sobre el tema.
Entre sus mayores retos, como órgano conductor de las tareas científicas, estuvieron la conformación de un sistema de gestión de ciencia proactivo, permanente e inclusivo; la conformación de una estrategia de re-posicionamiento de productos biotecnológicos y farmacéuticos, registrados o en desarrollo clínico para otras patologías; y la flexibilización de mecanismos de trabajo previamente aprobados para el cierre del ciclo de la ciencia y la innovación, entre el Sistema Nacional de Salud y otros organismos, organizaciones e instituciones.
En esta etapa resalta la concreción de mil 23 proyectos de investigación e innovación desarrollados tanto a nivel nacional, provincial como institucional, los cuales abarcan investigaciones básicas, clínico-epidemiológicas y sociales.
De esas investigaciones en curso, 261 tienen un alcance nacional y han sido aprobadas y conducidas por el Comité de Innovación MINSAP–BioCubaFarma. En ellas se incluyen las que desarrollan los Servicios Médicos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
De las 261 investigaciones nacionales, 41 son ensayos clínicos; 14 intervenciones poblacionales; cuatro estudios de intervención; 59 estudios clínicos observacionales; 65 estudios epidemiológicos; 44 estudios relacionados con el diagnóstico de la enfermedad; 19 investigaciones psicológicas y sociológicas; así como otros 15 estudios asociados.
Como respuesta a la emergencia sanitaria de la COVID-19, en esta etapa se ha conformado una carpeta con 27 productos desarrollados por las empresas de BioCubaFarma: cuatro inmunomoduladores; tres antivirales; tres medicamentos antiinflamatorios; tres vacunas con aprobación de uso de emergencia y dos candidatos vacunales, aún en ensayo clínico; cuatro diagnosticadores serológicos; cuatro diagnosticadores moleculares; y cuatro equipos médicos.
Del total de productos, 18 cuentan con el Autorizo de Uso de Emergencia, concedido por la Autoridad Reguladora cubana; nueve se encuentran en proceso de desarrollo; y 22 en escalado productivo.
La labor de nuestros científicos nos ha permitido disponer de hisopos y medios de cultivo cubanos, posibilitando una amplia cobertura diagnóstica en el país.
En este periodo se han empleado más de 170 ventiladores pulmonares producidos por la industria y su Centro de Neurociencias, que han ayudado en la atención de pacientes graves.
Además, el Centro de Estudios Avanzados de Cuba ha creado insumos nanotecnológicos utilizados ampliamente por los laboratorios de Biología Molecular. Unido a estos logros, empresas de BioCubaFarma avanzan en el desarrollo de equipamientos e insumos que permitirán el diagnóstico por PCR de esta y otras enfermedades en el país.
Son resultados que nos enorgullecen y nos han concedido soberanía tecnológica para hacer frente a la epidemia y atender a quienes se han contagiado con el virus.
Entre otros estudios e investigaciones llevados a cabo en esta etapa, sobresalen los relacionados con el diagnóstico molecular de la COVID-19 y sus variantes circulantes; la introducción de nuevos medicamentos; la modelación matemática a fenómenos epidemiológicos; así como otras investigaciones clínicas, genéticas, psicológicas y sociales.
Expondré a continuación algunos ejemplos de los resultados derivados de dichas investigaciones:
Los modelos de pronósticos han dado luz sobre la marcha de la enfermedad y han servido de guía para aprobar acciones sanitarias en dependencia del escenario epidemiológico.
De manera particular, los estudios moleculares y los asociados con la carga viral han aportado conocimientos del virus y constituido base para otras investigaciones que posibilitan avanzar en estudios clínicos y de la efectividad de nuestras vacunas y candidatos vacunales.
A partir de la secuenciación genómica del virus se ha podido identificar de forma progresiva la introducción de diversas variantes al país. Esas investigaciones nos llevaron a conocer, por ejemplo, que la variante Delta —reconocida internacionalmente como la más transmisible—, ha estado relacionada con el incremento en la incidencia de casos en todas las provincias en los últimos meses, y demostró que debido a su ventaja evolutiva ha sustituido a todas las variantes del SARS CoV-2 que circulaban en Cuba.
Otras investigaciones inmunológicas, genéticas, clínicas y psicológicas han posibilitado perfeccionar el protocolo clínico con un mejor abordaje de la COVID-19, como enfermedad sistémica altamente compleja.
El conocimiento acumulado al respecto ha derivado en nuevas clasificaciones de pacientes, así como en la identificación de patrones clínicos y biomarcadores que predicen la gravedad en estos enfermos.
Entre los medicamentos desarrollados por nuestro país más usados y con resultados altamente eficientes se destacan los interferones: Heberferon, Heberon (interferón alfa 2b humano recombinante) y el Nasalferon. El uso temprano de estos antivirales ha evitado que la mayoría de los pacientes avancen a etapas graves de la enfermedad.
Los productos innovadores de la industria biotecnológica cubana, como el péptido Jusvinza y los anticuerpos monoclonales Nimotuzumab e Itolizumab, han aportado un sello distintivo a nuestro protocolo. A partir de su empleo se han constatado tasas de recuperación de pacientes graves superiores al 80%; en el caso de los de alto riesgo se redujo de forma significativa el tránsito hacia la enfermedad severa.
De igual forma, se han estudiado la epidemiología de la enfermedad severa, y la correlación entre la incidencia y la mortalidad, tanto por territorios como a nivel de país, lo cual ha permitido adoptar nuevas medidas en dependencia de la situación de cada provincia.
Como parte de las estrategias clínicas se incluye el abordaje a la anticoagulación, con la utilización de la Estreptoquinasa. La Eritropoyetina se ha introducido como medicamento citoprotector. Ambos medicamentos de producción nacional han demostrado su eficacia en el tratamiento a pacientes graves y críticos, y su supervivencia.
El uso de la inteligencia artificial, para evaluar los exámenes radiológicos, y de tomografías computarizadas de tórax, para el diagnóstico de neumonía, a partir del contagio con la COVID-19, también han sido resultado de investigaciones realizadas con el concurso de varios centros científicos.
De vital importancia han resultado los estudios asociados al comportamiento de la enfermedad en las edades pediátricas. El protocolo para este grupo de pacientes se destaca por su combinación innovadora de medicamentos cubanos, incluido el uso de la Biomodulina T y el Surfacen. La supervivencia de esos pacientes supera el 99,9%.
Por su parte, el desarrollo de acciones de salud mental y de apoyo psicosocial tiene una connotación particular en la estrategia cubana de enfrentamiento a la COVID-19, proporcionando evidencias para medidas que se han implementado en diferentes contextos.
Como parte de su protocolo de actuación, Cuba cuenta, además, con un algoritmo de atención a los pacientes convalecientes, que tiene asociadas múltiples investigaciones para su seguimiento.
Parte de estas investigaciones se encargan del estudio de las secuelas renales, neurológicas, pulmonares y psicológicas, entre otras, que deja la COVID-19. Destaca el tratamiento con el uso de las células madres para las lesionas inflamatorias y fibrosis pulmonares.
El protocolo de acción cubano frente a la COVID-19 es único y de carácter nacional, que al ser el resultado de múltiples investigaciones se fortalece continuamente y demanda nuevos estudios.
Otra dimensión de la labor interdisciplinaria y multicéntrica llevada a cabo durante el enfrentamiento a la epidemia son las soluciones informáticas.
Como parte de ellas se han desarrollado, por ejemplo:
Plataforma de Autopesquisa, de la Universidad de Ciencias Informáticas. Es de uso ciudadano, como reflejo de su responsabilidad individual con la salud, y mediante el llenado de una encuesta digital permite conocer la presencia o no de sintomatología respiratoria en las personas.
HIGIA, Plataforma soberana para la gestión geoestadística y vigilancia en salud (Andariego). Desarrollada por GEOCUBA para la gestión de la información relacionada con la encuesta epidemiológica de los casos confirmados, sospechosos y en vigilancia.
Su despliegue a nivel nacional se hizo en mayo de 2020.
Sistema de control sanitario internacional. Servicio prestado por la Empresa DATYS, desde el mes de septiembre de 2020, con el objetivo de brindar información inmediata a los territorios, hasta nivel de área de salud, sobre los viajeros que arriban al país.
Sistema de gestión de muestras de PCR. Sistema centralizado desarrollado por la empresa DATYS, para facilitar la gestión de las muestras de PCR desde las áreas de salud, las direcciones municipales, los hospitales, los centros de aislamientos y los aeropuertos, hacia los laboratorios.
Plataforma geoinformática Andariego Vida, para el manejo de datos de estudios e intervenciones de los candidatos vacunales. Es un sistema centralizado para la digitalización de la información de los vacunados, como parte de los estudios e intervenciones de los candidatos vacunales, y cuenta con la posibilidad de gestión a través de una aplicación.
Muchas de estas herramientas se encuentran incorporadas ya al trabajo del Sistema Nacional de Salud, otras lo serán en breve tiempo, lo cual nos concede mayor soberanía y solidez en la informatización.
La ágil evaluación de tecnologías sanitarias, herramienta de alto valor agregado, ha permitido incorporar al Sistema Nacional de Salud, medicamentos, equipos e insumos médicos luego de comprobada su calidad y seguridad. Cada uno de estos procesos involucró a numerosos expertos, así como a las direcciones técnicas del Ministerio de Salud Pública, en particular al Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kouri” y al Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Tecnologías Médicas (CECMED).
Todos estos constituyen hitos de la ciencia cubana, tal vez no siempre tan conocidos por nuestro pueblo, pero que han sido de una valía extraordinaria para contrarrestar los efectos de la pandemia.
Como parte de esos hitos, resulta inevitable hablar de nuestras vacunas y candidatos vacunales. Ha sido un trabajo encomiable el realizado por nuestros científicos, desde que el 19 de mayo de 2020, en el Centro de Neurociencias de Cuba, el Presidente Díaz-Canel los convocó a desarrollar nuestras propias vacunas, aunque existieran en otras naciones, porque como él dijo entonces, «nosotros necesitamos la nuestra para tener soberanía».
Los diversos proyectos de investigación que comenzaron a desarrollarse nos han permitido disponer hoy de tres vacunas propias, aprobadas por la autoridad regulatoria nacional para su uso de emergencia, y dos candidatos vacunales, ambos en etapa de ensayo clínico. Es algo que solo ha logrado un reducido grupo de naciones en el mundo: concretar proyectos de vacunas específicas contra el SARS-CoV-2.
De igual manera, hemos iniciado el proceso para el reconocimiento de las vacunas cubanas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el propósito de incluirlas en la lista de uso de emergencia.
En la creación, desarrollo e introducción temprana de candidatos vacunales han participado científicos de los centros de BioCubaFarma, del Ministerio de Salud Pública y de la Universidad de La Habana, entre otros investigadores.
De manera especial se han destacado los colectivos del Instituto Finlay de Vacunas; el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología; el Centro de Inmunología Molecular; los Laboratorios AICA; y el Centro Nacional de Biopreparados; así como expertos y profesionales del Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED) y del Centro Nacional Coordinador de Ensayos Clínicos (CENCEC), entre otros.
Llegado este momento considero oportuno recordar que las vacunas y candidatos vacunales cubanos están diseñados sobre bases tecnológicas trabajadas previamente en el país, lo cual garantiza una mayor seguridad. Al término de los ensayos clínicos, las vacunas Abdala y Soberana 02 demostraron un elevado nivel de eficacia, con un 92.28% y un 91.2%, respectivamente, lo cual las ubica entre las primeras de su tipo en el mundo.
Tomando en cuenta esos resultados, Cuba diseñó una Estrategia de Vacunación, desde una perspectiva científica y metodológicamente fundamentada, que garantiza cobertura total a nuestra población con vacunas propias. Sus pilares esenciales son el carácter universal, inclusivo y escalonado.
Para su puesta en práctica se tuvieron en cuenta grupos y territorios de riesgo, con la combinación de etapas del desarrollo de los candidatos. A pesar de la premura con que se ha trabajado, los diferentes procesos —incluidas las etapas de ensayos clínicos, los estudios de intervención, la intervención poblacional y la vacunación masiva— se han realizado con todo el rigor regulatorio necesario y contamos con una extensa documentación que así lo avala.
Tras cinco intensos meses de vacunación en Cuba, al cierre del 23 de octubre, fecha en que se habían aplicado 25 millones 330 mil 666 dosis de vacunas, (casi el 100%) de la población vacunable había recibido al menos la primera dosis de alguno de nuestros inmunógenos, y el 71,6% tenía completo su esquema de vacunación. Son cifras que superan en gran medida los indicadores mundiales de personas vacunadas, tanto parcialmente como con su esquema completo.
El ritmo de vacunación en nuestro país ha permitido que desde hace más de dos meses lideremos el indicador de mayor proporción de dosis diarias aplicadas por cada 100 habitantes, con un promedio diario de unas 250 mil vacunas.
Al cierre de ese día, en Cuba prácticamente se duplicaba el porciento de personas —respecto a la población total—, que había iniciado su esquema de vacunación con relación al mundo: un 87% contra un 47.6%.
Es válido resaltar que también encabezamos la lista de naciones con mayor cantidad de esquema iniciado, ocupando el segundo lugar, por detrás de Portugal. En relación con el porciento de la población con esquema concluido, nos encontramos entre los primeros 15 países del mundo que lo han logrado, con un 71,6% de la población completamente inmunizada.
El esfuerzo llevado a cabo para concretar estos propósitos ha sido tremendo y ha demandado una gran movilización de personas y recursos, así como el apoyo en los territorios de numerosas instituciones y organizaciones. Nuestro objetivo es que la población cubana mayor de dos años esté vacunada antes de finalizar el 2021.
La campaña de vacunación pediátrica que iniciamos el pasado 3 de septiembre es algo inédito. Somos la única nación del mundo que ha podido vacunar de forma masiva a sus más pequeños, desde los dos años de edad. Recientemente comenzamos la preparación de un ensayo clínico en menores de dos años.
Proteger a nuestros menores es un reto constante del personal de la Salud y los científicos cubanos, hasta el momento más de 1 millón 790 mil infantes han recibido su primera dosis de vacuna y avanzan en su inmunización. Una vez vacunado este importante grupo poblacional, no solo podrá reanudarse en su totalidad la vida escolar, sino que se elevará en gran medida la inmunidad de nuestra población.
A la par de estas acciones estamos desarrollando la vacunación a los adultos convalecientes de la enfermedad, un proceder que nos distingue del mundo. Asimismo, avanza el ensayo clínico para convalecientes en edades pediátricas que permitirá vacunar a este grupo antes de que concluya el presente año.
Como elementos que respaldan la efectividad de nuestras vacunas podemos destacar que en el caso de Abdala la efectividad poblacional para la enfermedad grave y la muerte se ha mantenido en niveles elevados.
A modo de ejemplo puedo asegurarles que de forma global, en la provincia de La Habana, la efectividad para las formas graves de la enfermedad resultó ser de un 92% y para la mortalidad fue de un 90,7%.
En el caso de Soberana 02, una vez concluida la vacunación en la población pediátrica se realizarán estudios de efectividad en este grupo. De forma paralela están en proceso estudios de efectividad en trabajadores de la Salud y de BioCubaFarma.
En días recientes informamos que se alista una nueva estrategia de vacunación, con vistas al reforzamiento inmunológico de la población que ya ha sido inmunizada. Esperamos iniciar este proceso a mediados del próximo mes de noviembre.
Tal como destacó el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista, el pasado 20 de octubre, en la más reciente reunión del Consejo de Ministros, y ratificó durante las sesiones del II Pleno del Comité Central, nuestros médicos, junto a nuestros científicos, han contribuido con su trabajo a salvar al país.
Compañeras y compañeros:
Resulta imposible exponer en tan breve espacio la amplia labor desarrollada por la ciencia en estos meses, por eso solo hemos mencionado los aportes más significativos.
Mucho queda por hacer en este camino y tenemos la seguridad de que el conocimiento generado tendrá un impacto y una continuidad más allá de la COVID-19, tanto en el manejo de otras enfermedades infecciosas, como en enfermedades crónicas no transmisibles, abriendo nuevos horizontes.
Si para el mundo la batalla de la COVID-19 ha sido dura, para nosotros lo ha sido mucho más, pues se ha desarrollado en condiciones particularmente difíciles, marcadas por un recrudecimiento sin precedentes del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos y la adopción de nuevas medidas coercitivas contra nuestro pueblo.
Continuaremos avanzando en la búsqueda de nuevas evidencias como forma cotidiana de la gestión emprendida. Sabemos que uno de los grandes retos está en seguir perfeccionando lo hecho y examinar con mirada crítica todo aquello que no nos ha salido bien y debe ser corregido de inmediato.
Avanzar en la vacunación de nuestro pueblo con calidad constituye una garantía para sostener el descenso progresivo de los contagios. Es un proceso que necesita ser acompañado con responsabilidad y disciplina, desde todos los escenarios, para no echar por tierra los esfuerzos que se realizan en Cuba desde hace casi dos años para contener la epidemia.
Diputadas y diputados:
A la comunidad están dirigidas, en primer lugar, las acciones concebidas en nuestro protocolo de actuación para enfrentar a la COVID-19. Es allí donde mejor nos conocemos y donde podemos identificar cuanto antes a personas con síntomas.
Es una fórmula básica de trabajo, que no siempre ha funcionado adecuadamente en todos los territorios, y en la cual resulta clave el desempeño de los grupos comunitarios para apoyar el quehacer del médico y la enfermera de la familia, profesionales que han mantenido una destacada e imprescindible labor en el enfrentamiento a la epidemia.
La disminución de la transmisión que desde hace semanas se manifiesta no puede ser motivo para que en ningún lugar se incumplan las medidas establecidas y se violen protocolos de atención. Este es el momento de reforzar las acciones para prevenir los contagios en los barrios tanto como sea posible.
En ese empeño, resulta crucial el trabajo de los presidentes de los consejos populares, de los delgados de circunscripción, de nuestros diputados, de los representantes de las organizaciones de masas y de otras estructuras presentes en la comunidad. De sobra hemos aprendido que la situación epidemiológica del país no se resolverá con el simple hecho de «cumplir orientaciones desde arriba».
Necesitamos dar a cada lugar una atención diferenciada, de acuerdo con sus características propias. Asimismo, urge hacer llegar al pueblo información, oportuna y ágil, que responda a sus dudas en cada barrio. Ninguna comunidad cubana se parece a otra y en consecuencia tenemos que ser capaces de comunicarnos con sus habitantes, para que estén al tanto de la evolución de la enfermedad y colaboren en su enfrentamiento.
Esa comunicación constante con la población no solo genera una mayor percepción del peligro, sino que además nos permite escuchar mejor, compartir ideas y conocer cuáles son sus principales inquietudes.
Precisamente en esas inquietudes encontramos muchos elementos que nos permiten poder superar las dificultades que se identifican y contribuyen a mejorar nuestro trabajo cotidiano, que no ha sido perfecto.
Diputados:
Compartir, hacer, acompañar... salvar vidas... son premisas que definen el trabajo cotidiano de nuestros profesionales de la Salud sin importar a dónde los llame el deber.
Mucho se ha contado en estos tiempos de pandemia de la sensibilidad y el compromiso de quienes integran el Contingente Henry Reeve. Son hombres y mujeres que desde hace 16 años han asumido innumerables riesgos fuera del país, en el empeño constante por defender la vida.
En estos casi dos años de enfrentamiento a la COVID-19, un total de 57 brigadas médicas —integradas por 4 mil 982 internacionalistas de la Salud— han apoyado el combate a la enfermedad en 41 países y territorios.
Hablar de la Henry Reeve es hablar de hermandad, de sacrificios, de entrega... y aunque muchos piensen que sus labores solo se materializan más allá de las fronteras nacionales, ellos también han enfrentado la epidemia país adentro, en condiciones de campaña, allí donde los escenarios se han vuelto más difíciles y allí donde, desde el primer momento, trabajaban sin descanso los profesionales de la Salud cubana.
Su hacer es un homenaje a Fidel, es un homenaje a la vida.
De esta manera, el pasado 6 de julio llegó a Matanzas la primera Brigada de la Henry Reeve, compuesta por 46 profesionales. En ese territorio la situación epidemiológica era entonces muy compleja.
A partir de entonces, otras brigadas se incorporaron al enfrentamiento de la epidemia en diferentes provincias. Según fueron arribando a Cuba de las naciones donde concluían su misión como parte del Contingente, 2 mil 490 colaboradores empezaron a trabajar en los lugares donde se manifestaba un escenario más tenso y 942 de ellos brindaron sus servicios en más de una provincia.
En lo sucesivo se unieron otros miembros de la Henry Reeve que se encontraban en preparación para partir hacia diversas naciones. Ellos se unieron a profesionales de la Salud de diferentes especialidades y de manera muy especial nuestros estudiantes, que con serenidad y sensibilidad compartieron con los más experimentados en el terreno el noble empeño de proteger juntos la vida.
Y porque la solidaridad en Cuba no es un lujo, sino esencia misma de la Revolución, muchas son las historias de altruismo que se han escrito por estos días en las comunidades a las cuales han llegado profesionales de la Salud procedentes de otras provincias.
Muy bien conocemos el enorme desafío que implicó meses atrás disponer de las capacidades necesarias de ingreso y aislamiento para pacientes o sospechosos en los territorios más complejos. Precisamente a esos lugares llegaban nuestros profesionales, y ante la imposibilidad de garantizar hospedaje a todos en instituciones estatales, muchos fueron acogidos de forma gratuita en casas particulares o en hostales. Para quienes así actuaron, nuestro agradecimiento será infinito.
Justo es reconocer y agradecer a los transportistas privados que han puesto sus vehículos a disposición del traslado de pacientes; a quienes han proporcionado alimentos a centros de aislamiento u hospitales; a las cooperativas que han donado insumos y equipos para instituciones de la Salud; a los trabajadores por cuenta propia que con sus recursos elaboraron implementos y los donaron luego a unidades donde resultaban necesarios.
Vital ha sido el acompañamiento constante de los presidentes de los consejos populares, de los delegados de circunscripción, de los factores de la comunidad, de las organizaciones de masas, de los organismos, y de todo el pueblo. Allí, en los barrios y cuadras, es donde en primer lugar se pueden cortar caminos a la epidemia.
También queremos agradecer a nuestros profesionales de la prensa y de la comunicación, por el acompañamiento que nos han dado en estos complejos meses con su labor informativa.
De manera especial queremos destacar la actuación ejemplar de los jóvenes, que se volvieron imprescindibles en estos casi dos años. Se les ha visto en los centros de aislamiento, en los vacunatorios, en los barrios ayudando a los más vulnerables... y también en los grandes laboratorios, en la zona roja y en las terapias intensivas. La integridad mostrada por ellos es digna de admiración y nos llena de orgullo.
Por otra parte, es inevitable reconocer al grupo organizador y conductor de la tremenda labor científica desplegada por nuestro país. Este grupo lo constituyen 45 profesionales y científicos de muy alto nivel y dedicación a sus respectivas ramas del conocimiento: el 73% son mujeres, incluida su Coordinadora; más del 60% son doctores en ciencias y el resto masters y especialistas de segundo grado; y 21 son académicos.
Tenemos el honor de que hoy nos acompañe en esta sesión de la Asamblea una representación del Comité de Innovación y de destacados profesionales que conforman los grupos científicos que a lo largo y ancho de Cuba laboran incansablemente.
En pantalla comparto con ustedes palabras expresadas por el Presidente de la República que resumen lo hecho hasta aquí desde el hacer del país en el enfrentamiento a la COVID-19.
Estimados diputados:
El país ha comenzado a vivir un nuevo escenario de reapertura, de manera gradual y ordenada, que necesita del compromiso y la participación de todos. Retomar la cotidianidad que en nuestros hogares e instituciones había quedado en suspenso meses atrás, no puede llevarnos a una regresión en el control de la enfermedad.
En lo referido al reinicio de las actividades turísticas podemos asegurarle a nuestra población que desde la responsabilidad que le corresponde al sector de la Salud velaremos y exigiremos por la implementación y el cumplimiento de las mejores prácticas para reducir riesgos de contagio. Todos nuestros recursos logísticos y experiencia serán puestos en función de ese propósito.
El mundo no será el mismo después de esta pandemia, Cuba tampoco. Aprender a convivir con la enfermedad es un reto para todos y tenemos que asumirlo con mucha inteligencia y sin desesperarnos. El riesgo de enfermar sigue siendo real y las secuelas de la enfermedad son cada vez más evidentes.
La vida nos ha demostrado que cuando se violan protocolos y se ignoran medidas básicas, las consecuencias son siempre lamentables para nuestras familias. Necesitamos apoyar con responsabilidad el esfuerzo que tantas personas, y desde tan diversos escenarios, realizan desde hace casi dos años para contener el avance del virus.
Cuba ha dado una respuesta loable ante la COVID-19, lo han hecho nuestros profesionales de la Salud, nuestros científicos, nuestros estudiantes... lo ha hecho todo nuestro pueblo. Acompañar esa respuesta con sensatez y disciplina es el desafío al que estamos todos convocados.
¡Muchas gracias!