Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Probaron fuerza

En medio de los disturbios provocados por elementos contrarrevolucionarios, las nuevas generaciones se volvieron mambises en defensa de la Patria 

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Caldean ánimos. Se toman todo el tiempo del mundo revisando políticas. Niegan visas y reunificaciones. Persiguen la entrada de combustibles. Obstaculizan créditos y ayudas.

Entorpecen remesas. Financian el oportunismo. Chantajean. Calumnian. Tergiversan. Para colmo, hacen de la COVID-19 otra arma anticubana. No desmontan el bloqueo: refuerzan su implementación, le mantienen vigencia al pie de la letra. Conservan las más de 240 medidas «trumpistas».

Azuzaron el odio este domingo. Auparon la división. Pagaron, probablemente como nunca, ya sea en efectivo y recargas de teléfono, ya sea en promesas de acogida futura. Aprovecharon el desconocimiento y la vulnerabilidad económica. Manejaron emociones, como denunció nuestro Presidente Díaz-Canel, canalizándolas en redes sociales. Dictaron el libreto y escondieron la mano… digo, la garra. Digo, la maldad.

Clasificaron las insatisfacciones y las exigieron con pedradas, amenazas de muerte, ofensas, robo, destrucción, irrespeto y cuanto recurso figura en los manuales de Guerra No Convencional (que tenemos que estudiar constantemente). Otra vez trucaron fotos, videos… y corrieron «humanitariamente» en sus delirios de S.O.S.

Pero siempre los algoritmos de la contrarrevolución fallan en algo; cojean al final, se desmoronan ante la energía popular, tiemblan. Ha sido así desde Girón, la crisis migratoria del Mariel o el «Maleconazo», que contuvo el Quijote del Moncada y la Sierra Maestra.

Que ahora fueron bien lejos, es verdad. Se sabían dolarizados y luego enaltecidos por un vocero, un asesor, un Biden, una derecha internacional, un medio de prensa éticamente incorrecto, una OEA podrida desde Punta del Este, una conveniente falta de prioridad, un pronunciamiento y una matriz reaccionaria.

Avivaron el fuego, acumulando leña, prendiéndola desde sus cercos, desde su embargo fascista. Vistieron de mercenarios a los Derechos Humanos que cercenan en los trigales sirios, en las cordilleras afganas, en las balaceras de Cali, en la Palestina reducida, en sus mismas calles.

Porque tan mercenario es el que acosó, saqueó o lesionó ese día, como el que navegó en el Houston y se excusó con crucifijos y delantales. La violencia no distinguió en algunos sitios, como dictan los fundamentos de hordas coloreadas por consejeros asimétricos.

Jamás dejará de dolernos el 11 de julio de 2021, porque ese día se vacunaba o descargaban cajas de dosis de Abdala y Soberana. Porque morían o estaban graves y críticos gente nuestra por la pandemia. Porque se probaba una unidad de una termoeléctrica. Porque un campesino donaba alimentos en un centro de aislamiento.

Porque fueron cobardes quienes atizaron tomando Coca Cola y ondeando la bandera norteamericana. Porque nos sentenciaron por pensar diferente y algunos ansiaron desembarcos de marines y tropas de asalto, derramamiento de sangre, bombardeos, en vez de puentes de amor y tolerancia.

Porque enterraron orígenes, convivencias, amistad, lazos, dominó, escuelas al campo, descarguitas, colas, juegos de pelota, misas, 31 de diciembre, familia.

Porque mis padres me enseñaron a perdonar, a evitar discordias, pero el rencor de otros pudo más. Probaron fuerza con las nuevas generaciones de cubanos pacíficos y solidarios, sin contar con que se volverían mambises si le agredían la Patria.

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