No fueron pocos los momentos en que el Comandante en Jefe departió con nuestra infancia en círculos infantiles. Autor: Tomada del sitio web Fidel soldado de las ideas Publicado: 08/04/2021 | 11:51 pm
Para Mariela Montes de Oca contar con un círculo infantil en tiempos de pandemia es indispensable. Especialista en Medicina General Integral, dónde podría dejar mejor cuidada a su pequeña Laurita, de dos años, que en ese lugar en el que «está protegida, alimentada y, sobre todo, compartiendo con sus amiguitos y las educadoras. Así no siente tanto las limitaciones que impone la COVID-19 y yo puedo atender a mis pacientes, que me necesitan más que nunca», comentó.
De otra manera le es útil el círculo infantil a Iris Mujica y Emilio Herrera. El pequeño César se queda en casa porque mami y papi, ambos periodistas, realizan la mayor parte de su trabajo a distancia o teletrabajo en estos días. Sin embargo, el vínculo con las educadoras, quienes los orientan y ayudan en la atención del niño, para que no se atrase en sus saberes y esté entretenido en casa, es para ellos fundamental.
Y es que la educación de la primera infancia es comprendida para los cubanos como una necesidad, pues más allá de que alguien los cuide mientras van a trabajar, buscan que los pequeños tengan una formación desde temprano.
No solo disponen de ella en los 1 086 círculos infantiles diseminados por el país con una matrícula de 137 570 infantes, a lo cual se suma el grado prescolar ubicado en esas instituciones o en los centros de educación primaria, sino que también disfrutan de la vía no institucional, a través del programa Educa a tu hijo, que de manera comunitaria orienta a la familia para la formación de los más pequeños de casa.
De ese modo, la atención de las niñas y los niños, entre cero y seis años de edad, es prácticamente universal. Se trata de una de las más grandes conquistas de la Revolución en esa obra de justicia social que siempre ha defendido para su pueblo, en especial para quienes son el futuro de la Patria.
Más allá de cuidar
Durante la pandemia, más de 900 instituciones se han mantenido abiertas con una asistencia promedio de unos 27 000 niños y niñas. Foto:David Gómez Ávila.
«La educación del niño pequeño es fundamental por todo lo que pueden alcanzar en esas edades, en las que tienen potencialidades para lograrlo. Es preciso aprovechar ese tiempo para que adquieran conocimientos, hábitos y habilidades que son útiles para toda la vida», explicó a Juventud Rebelde la máster María de los Ángeles Gallo Sánchez, directora nacional de Educación Primera Infancia.
«Los especialistas a nivel mundial hablan de los mil primeros días del niño, y se asegura que constituye el momento propicio para que, a través de la observación, logre la comunicación con el mundo que lo rodea. Antes se decía que era para prepararlo para la escuela, y es cierto que estará mejor capacitado para la vida estudiantil cuanto más aprenda, pero esos conocimientos van más allá, sirven para su formación general.
«Si perfecciona los músculos finos de la mano —rasgando, coloreando, cortando, trabajando con plastilina— va a escribir mejor; si adquiere las habilidades lingüísticas para poderse comunicar, su lectura será más fluida. Pero también la formación de cualidades morales: ser responsable, laborioso y honesto, que aprenda a cuidar de su salud, se relacione bien con los adultos, que quiera a su familia, a las educadoras, a sus amiguitos; todo ello permitirá su desarrollo integral», agregó.
La directiva precisó que en Cuba se considera primera infancia hasta el grado prescolar, aunque en 1er. y 2do. años de la educación primaria se propicia que el niño juegue, haga su siesta y realice actividades recreativas, para alargar ese período hasta aproximadamente los ocho años.
—Sin embargo, no todos los comprendidos en esas edades pueden asistir a un círculo infantil…
—Es cierto. Con la matrícula actual estamos beneficiando a 118 049 madres trabajadoras y tenemos 39 590 solicitudes pendientes por falta de capacidades, sin contar que algunas familias optan directamente por otras opciones, como son las asistentes educativas y de cuidado de niños, conocidas como cuidadoras particulares.
«A esas trabajadoras por cuenta propia les ofrecemos seminarios y asesoramiento —no obligatorio— para que tengan la posibilidad de ser no solo cuidadoras, sino que contribuyan a la educación de los pequeños y lo hagan de manera correcta. También pueden participar en el programa Educa a tu hijo o pedir asesoramiento en un círculo infantil», destacó.
Con un granito de azúcar
Con la tranquilidad de saber a sus hijos bien atendidos, seguros y con una educación que les permite desarrollar al máximo sus potencialidades, marchan cada día sus padres al trabajo. Foto: David Gómez Ávila.
Al llegar al círculo infantil Granito de Azúcar, del municipio capitalino de Plaza de la Revolución, más allá del cuidado habitual que se exige para la entrada a este tipo de institución, un cartel con todas las indicaciones para proteger el lugar de la COVID-19 está bien posicionado en el portal.
«Cuando comenzó la pandemia nosotros cerramos; pero desde junio del pasado año abrimos nuevamente, y no solo con nuestros niños, sino que también asumimos algunos pequeños de otras dos instituciones aledañas. De una matrícula de 150, cada día recibimos más o menos 60, cifra que está aumentando», expresó la directora de la institución, máster Alba Álvarez Giraud.
«Tenemos todos los años y el grado prescolar. Contamos con diez educadoras graduadas de nivel medio y siete auxiliares pedagógicas, además del personal de apoyo y la maestra de prescolar. Para el desarrollo de los procesos normales de la institución tomamos las medidas higiénicas necesarias, según nos han orientado los organismos de Salud que nos visitan.
«Los niños traen cinco nasobucos, los cambiamos luego del almuerzo, de las dos meriendas y siempre que sea preciso. Además, hemos colocado pasos podálicos en los lugares indicados, tenemos agua y jabón para lavarles a menudo las manos, y el hipoclorito para limpiar y desinfectar superficies».
—¿Elaboran aquí los alimentos?
—Sí, nuestra cocinera toma las medidas precisas. Contamos con todo lo necesario para una alimentación variada y recogemos siempre las muestras testigo.
—No pueden entrar personas ajenas el centro…
—Los familiares nos entregan a los niños en la puerta del jardín. Si notamos algún síntoma de catarro, no los aceptamos y recomendamos que los lleven al médico, y si se manifiesta algún síntoma durante el día, llamamos enseguida a la familia para tomar decisiones. Y también revisamos la salud de cada uno de nuestros trabajadores, estamos pendientes de eso todo el tiempo.
Los 23 alumnos del prescolar son los que más preocupan, pues el próximo curso escolar deberán marchar a la escuela primaria y para ello deberán estar preparados para no tener problemas en primero, un grado difícil y que representa además un cambio en la vida del pequeño.
«Están asistiendo entre diez y 12; pero mantengo vínculo constante con las familias de los que no vienen. Todos van bien y parejos en el manejo de los objetivos», destacó la licenciada Bárbara Piña Vigil, la maestra. «Los padres tienen un grupo en WhatsApp que les sirve para intercambiar.
«Conmigo también se comunican por teléfono y les envío con los alumnos hojitas con trabajos. Además, les recomiendo que visualicen los programas que están poniendo en la televisión con orientaciones para la familia».
Bárbara trabaja en círculos infantiles desde 1991 y en Granito de azúcar hace siete años, «comencé como auxiliar pedagógica, luego me hice licenciada y ahora estoy en el prescolar. No es un trabajo fácil, lleva esfuerzo y dedicación, pero cuando le pones todo tu amor es muy hermoso», destacó.
Según datos del Ministerio de Educación, más de 900 círculos infantiles se han mantenido abiertos durante el nuevo coronavirus, con una asistencia promedio de 27 000 niños y niñas. Este tiempo ha sido aprovechado además por las educadoras y otro personal de esas instituciones para hacer materiales didácticos y sobre todo estudiar, porque el 3er. Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Enseñanza también incluye a la primera infancia y no se ha detenido su implementación, lo cual conlleva la necesidad de personal para asumir esos nuevos retos.
Colores y sabores
Da satisfacción ver cómo nuestros niños adquieren habilidades, útiles para su vida. Foto: David Gómez Ávila.
En Granito de azúcar, más allá del orden y la limpieza, resalta su belleza y colorido. Y todos esos juguetes y adornos, la mayoría hechos con la técnica de papel maché, se deben a las habilidades de Georgina Valdés Pedroso.
«Llevo 42 años vinculada a los círculos. Me jubilé en 2010 y en 2013 me reincorporé. Y aquí me siento muy bien, el colectivo de trabajo es bueno y la directora magnífica, con una persona así, hay que seguir, no se puede decir no a nada».
Yoyi, como la llaman cariñosamente, es de esas personas que por su disposición y agilidad es difícil definir su edad. ¿Y usted vive cerca?, le pregunto pensando en la pandemia. Y con una sonrisa me responde: «Qué va… en Marianao; pero soy la primera en llegar, ya a las seis de la mañana estoy aquí, por si algún papá tiene que irse temprano para el trabajo, y me quedo hasta que se va el último niño.
«Soy auxiliar pedagógica, aunque hago todo lo que sea preciso. Voy limpiando y desinfectando las áreas antes de la llegada de los muchachitos, ayudo con las distintas actividades y preparo los números culturales desde segundo año de vida hasta prescolar».
—Desde una enfermería, pasando por la panadería, el cuarto de lavado y planchado, el fondo del mar… usted tiene habilidades manuales muy especiales…
—Me gustan las manualidades; pero no hago por hacer, sino que las vinculo con las actividades programadas, los juegos de roles y las presentaciones culturales. También sirven como material didáctico para la matemática, la lengua materna…eso los motiva y ayuda a su desarrollo».
En el recuerdo
Una semana antes de la invasión mercenaria por Playa Girón. El 10 de abril de 1961, abrieron sus puertas los tres primeros círculos infantiles en La Habana: Ciro Frías, en el municipio Arroyo Naranjo; Camilo Cienfuegos, en Centro Habana, y Fulgenio Oroz, en Diez de Octubre. Durante ese año fundacional, 4 000 mujeres se prepararon para laborar en las primeras 300 instituciones de ese tipo en el país.
Los círculos surgen como parte fundamental de uno de los pilares de la Revolución: el derecho de las mujeres a participar en el trabajo productivo social y en la dirección política y administrativa del nuevo Estado Socialista, y para defender la oportunidad de labrar su protagonismo. Además, contribuyeron a eliminar la aparente contradicción entre las tareas de la producción y la reproducción.
Vilma Espín Guillois fue la iniciadora e impulsora de esta idea que propuso nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien señaló que «el círculo infantil es, quizá, la más importante institución de Educación de este país, les digo que es tan importante un círculo como una Universidad, es más, voy a decir más, es casi más importante el círculo que la Universidad, porque allí es donde el niño adquiere los primeros hábitos de la vida social (…)».
La primera infancia
En Cuba la educación de la primera infancia, que abarca la atención de los niños hasta su ingreso a la escuela, forma parte del Sistema Nacional de Educación, pero no es de carácter obligatorio.
En los 1 086 círculos infantiles, los niños son atendidos por 39 765 educadoras graduadas de nivel medio o universitario, y por auxiliares pedagógicas quienes de conjunto planifican y desarrollan las actividades del proceso educativo. Son instituciones abiertas, con un amplio trabajo con las familias, y con los organismos y las organizaciones de la comunidad.
La organización de la vida se rige por un horario que contempla la satisfacción de las necesidades básicas (alimentación, aseo y sueño), así como por el horario docente, con diversas actividades pedagógicas que propician el desarrollo integral. Además, cuentan con servicio de atención médica (una enfermera) y otras especialidades (logopedas, instructores de arte).
Existen otros tipos de centros como los círculos infantiles mixtos que atienden a niños externos y a aquellos que requieren de régimen de internado por incapacidad física o mental de los padres para asumir la educación de los hijos, o no garantizar su normal desarrollo. También los círculos infantiles especiales atienden a niños con necesidades educativas especiales.