Miguel Díaz-Canel Bermúdez durante el encuentro realizado en el Palacio de la Revolución con el grupo de expertos y científicos que en el transcurso de todos estos meses ha participado directamente en el desafío a la enfermedad en el país. Autor: Estudios Revolución Publicado: 04/11/2020 | 11:45 pm
Cuando casi ocho meses atrás fueron detectados en Cuba los primeros pacientes positivos a la COVID-19, muy poco conocían nuestros investigadores sobre el comportamiento de esta peligrosa enfermedad. El reto de ir tras los contagios, descubriendo vías para un enfrentamiento más certero y exitoso, lejos de contener a nuestros profesionales, los ha hecho una y otra vez crecerse.
Desde el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), institución de referencia para la investigación, diagnóstico, manejo y tratamiento de las enfermedades infecciosas, se realizaron entonces los primeros estudios de los casos confirmados con la enfermedad. Sus resultados han permitido conocer acerca del comportamiento de la epidemia en nuestro país, organizar los servicios de salud y diseñar acciones oportunas para contener los contagios.
Como una fortaleza para el aprendizaje y el enfrentamiento a la COVID-19 en Cuba, catalogó a ese insigne centro el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante el más reciente encuentro realizado en el Palacio de la Revolución con el grupo de expertos y científicos que en el transcurso de todos estos meses ha participado directamente en el desafío a la enfermedad en el país.
Durante la sesión de trabajo, donde también participaron el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz; el viceprimer ministro, Roberto Morales Ojeda; y el titular de Salud Pública, José Angel Portal Miranda, se realizó una actualización acerca de las principales actividades de investigación e innovación relacionadas con el nuevo coronavirus que se han desarrollado en el IPK.
La doctora María Guadalupe Guzmán Tirado, presidenta del Consejo Científico y jefa del Centro de Investigación Diagnóstico y Referencia (CIDR) del Instituto, al referirse al diagnóstico molecular de COVID-19 que se ha llevado a cabo en dichas instalaciones, comentó cómo ha ido creciendo en la Mayor de las Antillas la capacidad de diagnóstico de PCR con el significativo incremento de laboratorios para el análisis de las muestras.
Al principio de la epidemia, recordó, estos estudios solo se realizaban en el IPK y las pruebas no superaban las cien diarias; en estos momentos las
cifras, de manera general, sobrepasan las 8 000. Particularmente sobre el IPK, detalló que hasta el pasado 30 de octubre en sus laboratorios se habían hecho casi 300 000 determinaciones.
De igual manera, al IPK ha correspondido una importante misión en el control de la calidad de los nuevos laboratorios de biología molecular que se han ido habilitando hasta sumar 17, donde mayoritariamente son jóvenes la fuerza laboral que se ha integrado a ellos.
Dentro de los varios servicios científico-técnicos que desde sus instalaciones se ofrecen, la investigadora destacó que los reactivos, los insumos y los equipos que han entrado al país y se están usando, han sido evaluados en los diferentes lugares también como parte de la acuciosa labor de acompañamiento que durante estos meses ha realizado el IPK.
Señaló también las acciones llevadas a cabo como parte de la evaluación de los medios de transporte para las muestras PCR (hisopos) y otros que se han desarrollado en el país, lo cual nos concede soberanía desde el punto de vista de los insumos.
Al intervenir sobre estos temas, la doctora Sonia Resik, jefa de Virología del IPK, consideró que «la nueva red de laboratorios es una potencialidad y nos muestra un nivel de preparación mucho más elevado frente a cualquier enfermedad que el país pueda enfrentar».
Indiscutiblemente, el enfrentamiento a la epidemia ha sido también una «oportunidad para los jóvenes y también para las mujeres que hoy se encuentran a la vanguardia en el campo científico».
Como otra línea de trabajo, Guzmán Tirado actualizó sobre la evaluación de sistemas para determinar la presencia de anticuerpos al SARS-CoV-2, como parte de lo cual en el Centro de Inmunoensayo se han desarrollado estuches de IGM y antitotal que han dado resultados de sensibilidad y especificidad muy buenos.
En esa misma dirección de estudios destacó la caracterización realizada sobre la respuesta inmune de las personas al virus, tanto en pacientes sintomáticos como asintomáticos. «Esto tiene gran importancia, tanto desde el punto de vista del conocimiento de la enfermedad, como del desarrollo de vacunas».
Sobre las investigaciones inmunológicas, genéticas y epigenéticas, refirió la búsqueda de marcadores que indiquen qué paciente puede agravarse, un detalle que resulta muy útil para aplicar los protocolos médicos con inmediatez y mayor precisión.
En medio de todo eso, dijo, resulta
inevitable hablar del virus y los estudios que para obtener información genética sobre él se han realizado. «Ello resulta de vital para el diagnóstico de vacunas antivirales», aseguró.
Finalmente, comentó acerca de un estudio epidemiológico, realizado de conjunto con diferentes instituciones del país, enfocado en la infección asintomática durante la primera etapa en La Habana. Los resultados obtenidos, subrayó, son de gran valor, no solo para conocer cómo se comporta este fenómeno, sino también para diseñar otras investigaciones y adoptar decisiones oportunas.
Entre marzo y junio, especificó, en la capital se reportaron 1 287 casos confirmados, de los cuales el 58 por ciento resultó ser asintomático. Para llevar a cabo este estudio, refirió, se tuvieron en cuenta solo los pacientes autóctonos, que se dividieron en dos grupos: de una parte los que no sabían dónde se habían contagiado con el virus y de la otra los que sí tenían clara la fuente de infección.
De las personas infectadas, especificó, 992 no generaron casos secundarios, en lo cual deben haber influido mucho las medidas adoptadas para la contención y el aislamiento que se pusieron en práctica.
Al referirse a eventos de supercontagio que han ocurrido en La Habana, detalló que fueron originados por casos sintomáticos bajo condiciones específicas como entornos cerrados, instituciones, aglomeración de personas o el no cumplimiento del distanciamiento físico. «Eso habla de la necesidad de mantener las medidas sin importar cuál sea el comportamiento del escenario epidemiológico».
Como una de las fortalezas dejadas por el enfrentamiento a la COVID-19 en el país, el doctor Manuel Romero Placeres, director del IPK, destacó cómo se ha consolidado la integración de trabajo entre las diferentes instituciones científicas del país, lo cual ha permitido resultados mucho más sólidos.
Lo que ha hecho el IPK, valoró el Presidente Díaz-Canel, nos ratifica uno de los conceptos con que hemos trabajado en el enfrentamiento a la enfermedad, que no fue solo para aprender, también nos ha dado fortalezas y nos ha preparado mejor para otro tipo de eventos como este.
Más allá de las salidas que hemos encontrado en lo referido a la teoría y la práctica, estos meses nos han dejado la satisfacción de cómo vemos que las personas se van comprometiendo y responsabilizando, porque en medio de los momentos más duros también somos capaces de crecernos y de aportar.