El Occidente cubano comenzó este martes las labores de recuperación tras el paso de Laura, entre ellas las referidas al sistema eléctrico. Autor: Maykel Espinosa Rodríguez Publicado: 25/08/2020 | 11:01 pm
A medida que caía la tarde del 24 de agosto, el Occidente cubano observaba cómo los nubarrones oscuros, heraldos de la tormenta tropical Laura, acechaban esta porción de tierra y ponían en alerta a la población, instituciones, Gobierno y dirigentes.
Desde las pantallas, el Doctor Rubiera no aportaba mucho sosiego: «Está mejor organizado y lo acompañan grandes áreas de concentración de fuertes lluvias y vientos», decía mientras se acercaba la hora señalada para su paso por el oeste de Cuba.
Y Laura llegó. Poco a poco fue cubriendo con su manto de lluvias y vientos cada palmo de tierra a su derecha, por el Golfo de Batabanó, hasta que invadió la isla grande por punta La Capitana, en el municipio artemiseño de San Cristóbal, para salir, unas horas más tarde, por las inmediaciones de Puerto Esperanza, Viñales, en Pinar del Río.
¿La humedad de Laura?
Aunque parezca tema para una película erótica, lo cierto es que la veleidosa Laura dejó mucho que desear en cuanto a precipitaciones en casi todos los territorios.
Un reporte del Consejo de Defensa Provincial de Pinar del Río reveló que solo se registraron unos 68,6 milímetros de lluvia en la estación meteorológica de La Palma, mientras que en Isla de la Juventud se acumularon 51.
Sin embargo, y aunque parezca un contrasentido, diez de 14 embalses pineros llegaron al ciento por ciento de su capacidad de llenado y cuatro de ellos vierten hoy sus aguas. En cambio los reservorios matanceros están apenas a más de la mitad de llenado y los de Pinar del Río superan el 80 por ciento de la capacidad total.
La luz y las comunicaciones
Como ladrona nocturna, Laura se ensañó con el sistema eléctrico y las comunicaciones. Un informe del Consejo de Defensa Provincial en Vueltabajo reportó que el 95 por ciento de los clientes sufrieron la interrupción del fluido eléctrico, se afectó la red de subtransmisión en 12 circuitos y se averiaron las dos líneas de 110 voltios de Paso Real a Pinar del Río y de Pinar del Río a San Cristóbal.
En su perfil de Facebook, Radio Guamá reportó averías en el sistema eléctrico de Consolación del Sur, algunas de gran envergadura que privaron de energía a todos los clientes por varias horas. Afortunadamente, y a pesar de las lluvias a intervalos, una brigada de la Organización Básica Eléctrica, OBE, ha ido restableciendo el servicio y arranca gritos de alegría en niños y adultos ante el primer destello de electricidad.
En Isla de la Juventud se reportaron daños en dos subestaciones eléctricas y varios postes caídos por los vientos, lo cual afectó el servicio durante parte de la noche y la madrugada. Ya en la mañana del martes 25 se iniciaron labores para resarcir los daños y restablecer gradualmente todo el servicio a la población.
Mientras, las afectaciones eléctricas en Matanzas superaron los 136 000 clientes y de ellas ya están resueltas 91 000, lo que representa el 67 por ciento. En Artemisa se restableció el servicio en buena parte de la demarcación, pero al cierre de este reporte se revisaban las líneas para detectar posibles averías que afectan la calidad y continuidad del servicio.
En cuanto a las comunicaciones, Laura dejó sin cobertura celular a clientes pinareños en 39 radiobases de 2G, 27 de 3G y 15 de 4G. Se interrumpieron 3 000 servicios por unidades remotas de abonados, unos 105 sitios wifi colapsaron y cerca de 4 000 servicios de telefonía básica dejaron de funcionar.
Según informó Enríquez Reyes Pérez, jefe del departamento de servicios móviles de la división territorial de Etecsa en esa provincia, las personas percibirán una disminución de la calidad en el servicio, debido a que unas pocas radiobases asumen todo el tráfico hasta que se restablezcan en su totalidad.
Otro tanto ocurrió en el municipio especial de Isla de la Juventud, con 74 reportes por afectaciones en la telefonía básica, 14 áreas para la conexión wifi sin funcionar y cien pares telefónicos caídos a causa de un árbol que no resistió los embates de Laura, según informó Guadalupe Fernández Malavé, comunicadora de esa entidad.
A buen resguardo
En Artemisa, las máximas autoridades del territorio recorrieron los sitios afectados por la tormenta tropical, como el Estadio 26 de Julio. Foto: José Luis Guía
Desde que se conoció la inminente visita tormentosa, las autoridades de cada provincia y del Municipio Especial adoptaron todas las medidas para proteger las vidas humanas y bienes materiales.
En Matanzas, por ejemplo, al entrar en fase de Alarma se activaron los 13 Consejos de Defensa municipales y se prepararon 87 centros para la evacuación de habitantes en condiciones de vulnerabilidad, al tiempo que retiraron a los campistas en ese territorio y se trasladaron, de forma ordenada, más de 5 000 vacacionistas alojados en Varadero.
Ivis Fernández Peña, delegada del Ministerio del Turismo en la Atenas de Cuba, destacó que los turistas procedentes de Villa Clara, Sancti Spíritus y Cienfuegos salieron temprano este lunes para sus localidades, pero un grupo pequeño se mantuvo en el territorio porque era preferible protegerlos en las instalaciones hoteleras antes de viajar con las adversas condiciones climatológicas. «La evacuación salió y los clientes han cooperado mucho», refirió Fernández Peña.
En la segunda ínsula cubana se trasladaron hacia sus hogares a cerca de 200 trabajadores del polo Cayo Largo del Sur y unas 500 personas se evacuaron en casas de familiares y amigos. De igual modo, en Artemisa se resguardaron unas 684 personas en centros de evacuación y otras 15 550 en casas de vecinos o familiares, según informó Orlando Pereda Mojena, jefe del Puesto de Dirección del Gobierno provincial.
La experiencia
Laura no fue un fenómeno tan destructivo como se pensaba, aunque dejó secuelas por todo el país. El principal obstáculo que encontró fue la capacidad de los cubanos para enfrentar eventos de esta magnitud, y superiores.
Los sistemas de vigilancia meteorológica demostraron, una vez más, su eficiencia, y cada territorio puso de relieve la valía de contar con planes de reducción de riesgo de desastres, incluido las guías familiares, de gran utilidad práctica a la hora de llevar a vías de hecho las orientaciones de la Defensa Civil.
Otra de las experiencias positivas se relaciona con la eficacia de los sistemas de comunicación, tanto a nivel nacional como local, y la permanente presencia de las autoridades en los medios para informar, convocar, alertar, ofrecer soluciones, alentar a la población…
La solidaridad fue un punto permanente, expresadas en los vecinos que prestaron sus casas como refugio para compartir no solo el techo, sino también los alimentos y el calor humano, respetando el resto de las medidas de bioseguridad en tanto fuera posible.
Todavía quedan aspectos por pulir relacionados con la baja percepción del riesgo en algunas personas e instituciones. La falta de previsión suele traducirse en daños prevenibles, y aunque Laura no dejó saldos negativos en vidas humanas, sí averió sistemas y estructuras que ahora precisan de recursos para su restauración, una lección que debe ser aprendida y aprehendida.