Estudiantes de medicina Bibiana Valhuerdi Porto (izq.) y Lilian López Benítez toman la temperatura Autor: Hugo García Publicado: 26/05/2020 | 02:57 pm
Matanzas.— «La sensación que tengo es que el nuevo coronavirus me detuvo la vida», afirma la doctora Maritza Toledo Ortega, especialista en Cuidados intensivos, una de las primeras reportadas como positiva en el Hospital Clínico Quirúrgico Universitario Comandante Faustino Pérez.
«Estoy acostumbrada a moverme mucho, con actividades intelectuales y físicas, y de pronto todo cambia y aparecen los temores, porque no sabíamos cómo iba a ser mi evolución de la enfermedad.
«Por suerte ya estamos en casa, en fase de recuperación luego del alta clínica, tratando de recobrar el apetito y las fuerzas porque el tratamiento es fuerte y todavía se mantiene durante 30 días», contó a JR.
«Me llevo como enseñanza de este evento que la suspicacia debe estar siempre presente, aparte de las medidas preventivas, tanto en la casa como en el trabajo. Y creo que todavía es insuficiente, porque los portadores asintomáticos no se pueden identificar. Por eso digo que ante este enemigo silencioso todas las medidas son pocas».
Con muchos años en el ejercicio de la profesión y tras vivir en carne propia la experiencia, asevera que no se puede descansar hasta la batida final a la COVID-19. Ella es una de las contagiadas en el evento epidemiológico del hospital Faustino Pérez, que llamó la atención en toda la Isla justo por suceder cuando el país exhibía indicadores favorables sostenidos durante varios días.
Sin embargo, la buena noticia es que ya están de alta dos de las primeras personas enfermas a raíz del suceso: la doctora Toledo y una estudiante de sexto año de Medicina, residente en la especialidad de Urología.
«La manera en que se manejó la cadena de contactos asociadas al brote impidió que las consecuencias fueran mayores», estima el doctor Andrés Lamas Acevedo, director general de la institución.
«Casi todos los detectados fueron asintomáticos, lo que nos llevó a abrir el abanico de las pruebas de PCR. El control epidemiológico, la búsqueda de los sospechosos y el aislamiento oportuno influyeron en la contención del brote.
En el combate
El director actual del hospital asumió un momento crítico en el centro, y cree que el personal ha aprendido la dura lección. Fotos: Hugo García
Con un año y siete meses en el cargo de director, al frente del equipo que trabaja en la desinfección del hospital está el mismo Lamas Acevedo. «Sigo aquí, en el combate diario», asegura. Como especialista en Epidemiología, admite que de cada problema se sacan enseñanzas y asuntos que se deben priorizar.
Según explica a este diario, ya se concluyen las pruebas de PCR a todas las personas involucradas y el brote se controló al máximo, con el hospital certificado tras la desinfección y limpieza de sus áreas. «Y seguimos brindando los servicios a la población», recalca Lamas.
Sobre la trascendencia del evento epidemiológico ocurrido en este centro, el doctor agradece los cientos de comentarios que en las redes sociales dieron ánimo a los trabajadores del hospital, que «en medio de una situación tan difícil no se han amilanado, todo lo contrario». Esa reacción ha sido otro aplauso para el personal, considera.
Luego del suceso se han aplicado medidas técnicas y organizativas que han favorecido puntos clave, como el Cuerpo de guardia, donde se han realizado acciones constructivas y de embellecimiento de locales. Pero como aún no reúne todas las condiciones, se aprobó una inversión de 600 000 pesos para su terminación, lo cual dotará a ese servicio de todas las condiciones.
Explica el Director que se emplean a fondo en la limpieza de todas las áreas y en elevar la disciplina. Se trata, dice, de gestionar mejor a los acompañantes de los pacientes y exigir que se cumpla estrictamente el horario de visitas, para contribuir a la bioseguridad del hospital.
Para la auxiliar de limpieza en la sala de Hemodiálisis, Marisel Revé, solo un colectivo con un alto sentido de pertenencia asume retos tan grandes en estos tiempos. Mientras limpia la sala toma un respiro para asegurar a JR que ella asume su tarea con mucha responsabilidad. Por eso cuando le hicieron la prueba del PCR estaba segura de que sería negativa.
Las lavanderías son esenciales en el funcionamiento de cualquier hospital; la del Faustino es un local grande, de mampostería, ubicado en el patio. Allí se lava toda la ropa. Hasta el viernes último trabajaba una sola máquina. Ahora se logró echar a andar otra. Así y todo, siguen faltando equipos, asevera Nuris Miranda Peña, quien lleva 14 años como asistente de enfermería en esta área y hoy asume las tareas del lavandero, que fue aislado a raíz del evento.
«Estaba en mi casa, me llamaron y vine a cumplir. Es cierto que me expongo, pero trato de cuidarme y tomar en serio los medios de protección. Si se rompe un equipo, usted se puede imaginar… —añade—. Antes había seis máquinas. Aquí lavamos todo organizadamente y somos muy precavidos, para evitar llevar cualquier enfermedad para nuestras casas», subraya.
Otro asunto que recababa atención y recursos con urgencia era la estabilidad del abasto de agua en el cuarto piso, donde se encuentran las salas de Geriatría, Hematología y Terapia intermedia, justo por donde comenzó el brote epidemiológico. Varias brigadas se afanaron esta semana en reconstruir la red hidráulica de la instalación y ya hoy el problema estaba resuelto.
La lavandería, uno de los puntos críticos del centro. Fotos: Hugo García
En el servicio de Ortopedia, el especialista de Segundo grado Rolando Reguera Rodríguez luce complacido porque han continuado las atenciones al público sin dificultad: «Hemos cumplido las medidas indicadas y aquí no hay problemas», asegura, en alusión a que ninguno de los positivos guarda relación con esa sala.
En cuanto a la pesquisa del personal, el doctor Lamas manifiesta que continúan con una vigilancia estricta de los síntomas respiratorios y del control de foco de la enfermedad con los contactos identificados.
Las medidas prioritarias de hoy están relacionadas con el cumplimiento de la termometría, aplicadas no solo a trabajadores, sino a quienes accedan al hospital por cualquier razón, a lo que se suma la distribución de más medios de protección y un incremento en la entrega de implementos de limpieza.
En la entrada principal del centro las estudiantes de quinto año Bibiana Valhuerdi Porto y Lilian López Benítez son las encargadas de tomar temperatura y controlar a todo el que entre o salga.
«La Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) nos convocó y dimos el paso al frente», aseveran ambas jóvenes, totalmente «forradas» con sus medios de protección. «Nos sentimos satisfechas con esta experiencia. Es un fuerte entrenamiento», coinciden.
Unidos y sin descanso
Para el Doctor en Ciencias Vicente Enrique Hernández Reyes, jefe del servicio de Siquiatría, si algo favorece la adopción de nuevas medidas en el hospital es el estado de ánimo de su personal.
«Está claro —expone— que ningún trabajador quería contagiarse, porque ello implica poner en riesgo al hospital y a la familia. Lo sucedido deja como enseñanza que podemos aumentar el rigor de las medidas que se venían tomando».
A su juicio, lo ocurrido en el Faustino no es solo responsabilidad de los trabajadores del centro, sino de todos los que en la provincia deben garantizar los recursos para trabajar de manera segura y que no ocurran eventos de esta naturaleza.
Al referirse a los valores que distinguen al Faustino Pérez, la siquiatra Olivia Martínez Hernández define a la institución como un hospital con un alto nivel científico, con especialidades acreditadas a nivel de posgrado, donde se trata de hacer lo mejor posible en la atención a los pacientes, priorizando la calidad.
Considera que ante la referencia pública al incumplimiento de determinados procederes es lógico que los profesionales sientan insatisfacción, porque se pone en tela de juicio su prestigio y moral.
Como es lógico, las críticas por lo sucedido en el hospital afectaron a trabajadores y directivos. Así lo corrobora la jefa del departamento de Higiene y Epidemiología, doctora Haydée Linares Sosa: «Aunque somos fuertes, muchos nos hemos acercado a la sicóloga de aquí buscando ayuda para aliviar las tensiones. Han sido momentos duros, pero hay que sobreponerse porque se trata de salvar vidas y los pacientes están en primer lugar», narra Haydée.
La epidemióloga confiesa que los momentos de tensión fueron duros para todo el personal, pero se priorizó cuidar de los pacientes. Fotos: Hugo García
A pesar de lo sucedido, en el Faustino Pérez se siguen prestando servicios asistenciales de calidad en medio de estos días tensos que se viven por la COVID-19.
En los próximos días saldrán de alta, paulatinamente, el resto de los que fueron confirmados positivos y tras la recuperación, cuando vuelvan a sus vidas normales, recordarán las enseñanzas dejadas por este episodio, que a la larga quedará en la memoria como otra muestra de la grandeza y honestidad de la medicina cubana.