Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuando Eduardo vistió de médico

Trasmitir confianza y optimismo es también una forma de «curar» a familiares y amigos de quienes son positivos al COVID—19

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.— Solo tiene 18 años y desde pequeño le fascinaba la informática. Cuentan quienes lo conocen en el hospital provincial Manuel Ascunce Domenech, de esta ciudad, que opera las nuevas tecnologías a la perfección. Por eso desde que se dieron a conocer las primeras medidas para enfrentar a la COVID—19 en Cuba, dio su disposición para ayudar en lo que fuera necesario.

Desde entonces, el camagüeyano Eduardo Áreas Peláez se encuentra movilizado en el puesto de mando de la Dirección Provincial de Salud, «donde el timbre constante de los teléfonos no me deja ni respirar», confirmó.

Eduardo, quien además desarrolla su Servicio Militar Activo en el Manuel Ascunce, cuenta a JR que ha vivido momentos intensos y dolorosos en su nueva responsabilidad.

«Son muchas las llamadas de familiares y amigos que atiendo diariamente, y muchas también las dudas, quejas y sugerencias del pueblo, las cuales debo aclarar en lo posible y tramitar para su respuesta inmediata», narró durante la entrega de su carné de la UJC, en la víspera de este 4 de abril, justo en los bajos del hospital provincial, donde familiares de los hospitalizados y personal médico de guardia aplaudían desde sus balcones.

Confesó este agramontino que no pensó obtener su condición de joven comunista bajo estas circunstancias de pandemia: «Siempre pensé alcanzar mi militancia en Moa, Holguín, donde estudiaré Ingeniería en Geología a partir del próximo curso escolar. Sin embargo, mis compañeros decidieron que tenía las condiciones y me dieron la sorpresa».

Eduardo, quien lleva el ejemplo cercano de su madre, la doctora Yanara Nélida Peláez, comentó que trasladarles confianza, seguridad y optimismo a los familiares de los pacientes positivos al COVID—19 ha calado profundamente en su corazón.

«Cuando menos me lo esperaba, dos llamadas me sorprendieron y me hicieron madurar tal cual un profesional de la salud cubana, pues los familiares de dos madres con sus hijos ingresados estaban muy alarmados. Me crecí y ese día les dije que no se inquietaran, que todo cuanto se hacía era por el bienestar de los pacientes y sus familiares.

«Tuve que individualizar las respuestas, así que busqué toda la información profesional a mi alcance y quienes llamaron se tranquilizaron y me dieron las gracias».

Para Áreas Peláez, estar frente a su teclado y al lado del teléfono en el puesto de mando le ha enseñado el valor de la humildad: «No hay nada más reconfortante que hacer el bien, aunque solo sea con palabras de confianza. He experimentado emociones que se sienten bien adentro en el corazón, como el agradecimiento de este pueblo preocupado y solidario», refirió.

Y mientras los aplausos no cesaban en los balcones del Manuel Ascunce, Eduardo Áreas volvía a su puesto para seguir multiplicando la medicina que cura el alma: «el humanismo de la salud cubana».

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