El Presidente cubano supervisó el programa de viviendas en Las Tunas. Autor: Estudios Revolución Publicado: 17/01/2020 | 12:44 pm
La fábrica Ludema, unidad empresarial de base (UEB) de la Industria cubana del mueble (DUJO), dispone de máquinas de las más recientes generaciones —muy automatizadas—, pero aquí no se ha olvidado el viejo oficio artesanal, como ocurre en el área de tapicería, donde se le da el toque final a piezas únicas que embellecen, desde la funcionalidad, algunos de los más importantes hoteles cubanos.
Los cinco estrellas plus de La Habana, el Manzana Kempinski, el Packard y el Paseo del Prado —entre los más lujoso de la cuenca del Caribe— presumen de la mueblería de Ludema.
Son piezas de excelencia por su calidad e integralidad, producidas en una factoría donde entre sus más de 400 trabajadores lo que prevalece es el ingenio, fruto de la creatividad y la experiencia de los hombres y mujeres que aquí laboran.
El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, recorrió este viernes las diferentes naves de la entidad, siguiendo la ruta del ciclo completo, desde los cortes de la madera hasta la pintura y/o tapicería. Le acompañaron el viceprimer ministro Alejandro Gil Fernández y el ministro de Industria, Eloy Álvarez Martínez.
Este fue el primer punto de la jornada laboral de Díaz-Canel en el segundo día de la visita de Gobierno a Las Tunas, en la que también participaron, supervisando otros lugares —de forma tal que se pudiera estar en todo el territorio—, el Vicepresidente Salvador Valdés Mesa; el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, varios vicepremieres, y ministras y ministros.
Bandera del Programa Nacional de Viviendas
Las Tunas fue la mejor provincia en 2019 en cuanto a la construcción de viviendas, e integralmente está bien en todos los aspectos relativos a esta política pública, según señaló —en otras palabras— el Presidente cubano en la reunión de análisis del programa en este territorio oriental.
«Aquí se han hecho cosas muy inteligentes, así que “a guapear”, tienen que seguir siendo la bandera del país en el Plan de viviendas», exhortó el mandatario a las principales autoridades de la provincia y los municipios encargadas de dirigir estos procesos.
Con más de medio millón de habitantes y un fondo habitacional superior a las 183 000 viviendas, Las Tunas tiene un déficit habitacional de 44 549 unidades, problemática a resolver en diez años, plazo que le dio la Política Nacional de la Vivienda. Para ello prevén construir más de 27 000 nuevos hogares y hacer más de 17 000 rehabilitaciones.
En el año recién concluido, los tuneros levantaron 1 762 moradas —más de 400 sobre lo planificado— por la vía estatal, por esfuerzo propio y por subsidios, aunque incumplieron en esto último al no entregarse todas las llamadas cédulas básicas habitacionales (CBH) previstas, las que se construyen a través del otorgamiento de fondos no reembolsables a personas de bajos ingresos con necesidad de vivienda.
Son estas, edificaciones de unos 25 metros cuadros para cubrir las urgencias más perentorias, pero de forma confortable, y que después deben ir ampliándose por sus dueños hasta completar esa vivienda digna que nos merecemos todos los cubanos y que es un propósito firme de la Revolución.
También se atendieron 96 madres con tres o más hijos menores de edad con el otorgamiento de viviendas o su reparación y/o ampliación para enfrentar el llamado problema demográfico (baja natalidad y alto envejecimiento poblacional)
Entre los «pendientes» de la provincia, está solucionar los casos de familias que perdieron sus hogares a causa de fenómenos climáticos, que aquí todavía suman más de 6 000, otra problemática prevista a resolver en los próximos años (2022 a más tardar).
Para 2020 el plan mínimo de construcción de viviendas en Las Tunas es de 1 694 hogares, pero las autoridades locales se mostraron confiadas en que lo rebasarán.
Díaz-Canel no lo puso en dudas, habida cuenta que la provincia —según le informaron— puede producir materiales de la construcción para levantar una casa por municipio cada día, claro, si se tuvieran todos los recursos.
Potencialmente —sin los tropiezos cotidianos que padecemos en todo la nación, en primer lugar por el bloqueo—, el territorio está en capacidad de hacer unas 2 900 viviendas por año.