Llevar a los museos contribuye a enseñar la historia de una forma más amena y creativa Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 20/07/2019 | 10:49 pm
Los cuentos eran para pensar. «Oye, ¿viste lo que puso fulanito?», se oyó. «¡Ño!, apretaron». Un padre, molesto por el error del hijo y más porque el muchacho conocía la respuesta correcta, señaló: «Chico, ¿tú no pudiste tener más paciencia? ¿Tú sabes qué pasó? El apurillo por salir y zumbarte para la fiestecita. Eso fue lo que te pasó».
Más allá de las anécdotas, de acuerdo con los comentarios escuchados a padres, alumnos y profesores al finalizar la primera ronda de las últimas pruebas de ingreso en la asignatura de Historia de Cuba, los libros sobre el pasado nacional debieran modificarse si nos guiamos por los nuevos «descubrimientos», percibidos por los tribunales calificadores.
Una breve mención de esos hallazgos, en estos exámenes u otros, como las pruebas de aptitud a la carrera de Periodismo, debería resultar revelador. Por ejemplo, la Protesta de Baraguá, protagonizada por el general Antonio Maceo, no ocurrió en Oriente sino en el municipio de Baraguá, en Ciego de Ávila.
La Protesta de los Trece, fuerte acto de denuncia de un grupo de jóvenes intelectuales cubanos por la fraudulenta transacción del Convento de Santa Clara, se registró en la ciudad de igual nombre y no en La Habana, donde en realidad se encuentra erigida la edificación. Por último, el más célebre de los inventos indica que el Canciller de la Dignidad no fue Raúl Roa García sino Osvaldo Dorticós Torrado, quien fuera el presidente de Cuba desde los primeros años de la Revolución.
Al igual que un partido de fútbol, cuando las malas jugadas se reiteran, los números encienden la alarma en algunos territorios. En Sancti Spíritus, de los 1 018 estudiantes, que realizaron el examen de Historia en la primera vuelta, solo aprobó el 76,6 por ciento, lo que constituye uno de los índices más bajos de los últimos cursos. A ese dato se le sumó otro, no exento de sorpresas: 13 desaprobados en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Eusebio Olivera Rodríguez.
En Ciego de Ávila, 1 114 jóvenes de preuniversitario se presentaron al examen. Al finalizar las dos convocatorias, habían aprobado 854, el 76,66 por ciento; cifra que superaba en un 3,95 al curso anterior, pero que no llegaba al 78 por ciento de aprobados que se registraron dos años atrás. Por faltas de ortografías, 12 fueron descalificados, y en cuanto al número de alumnos que vencieron las pruebas, Historia quedó en un segundo lugar después de Español.
¿Clío realmente se encuentra en un altar?
En el último Fórum Nacional de Historia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), celebrado en mayo último en la Universidad de Ciencias Médicas de Ciego de Ávila, el profesor Rolando Rodríguez García, premio nacional de Ciencias Sociales 2007 y de Historia 2008, advertía de la importancia del conocimiento histórico, y alarmado por los resultados de las últimas pruebas de ingreso, ante un teatro lleno, recordaba las palabras del filósofo hispanoestadounidense George Santayana: «Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo».
Los conflictos que develan los resultados de los exámenes ponen en una balanza la asignatura, la cual se encuentra entre las priorizadas dentro del país. A partir de esa condición, tal pareciera que a Clío, la musa de la Historia, la tienen en un altar en Cuba. Sin embargo, también desde hace varios años los profesores universitarios no han dejado de detectar debilidades en el conocimiento de esa materia en los estudiantes que ingresan a los centros de educación superior.
«No puedo dar un criterio objetivo de cómo se encuentra la enseñanza de Historia en el país. Pero en cuanto a los alumnos que entran a nuestro centro, hemos encontrado debilidades a través de los diagnósticos realizados», dijo la máster Mayra Fonseca Carvaya, profesora de la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y del Deporte Manuel Fajardo.
El problema mencionado por la docente lo corroboraron varios profesores entrevistados, como el doctor Raymundo Ojeda Luis, de la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, y el máster Liuván Núñez Díaz, de la Universidad de Artemisa, quienes hablan de un rechazo de algunos estudiantes a la materia.
Ese criterio coincide con la actitud mostrada por los estudiantes de nivel medio superior. Para este reportaje, Juventud Rebelde realizó un sondeo en el preuniversitario Honorato del Castillo, de la ciudad de Sancti Spíritus, donde se calificó la asignatura de «muy aburrida»; sus contenidos se catalogan de «muela» y «no te hacen pensar como Matemática y Física».
Estas respuestas confirmaron un secreto a voces que desde hace años preocupa y ocupa a no pocas personas: la enseñanza de Historia presenta visos de imperfección, a pesar de que el Ministerio de Educación (Mined) ha trazado una estrategia que intenta formar conocimientos de esa asignatura desde los primeros años.
Lo establecido (¿y lo que está por establecerse?)
«Para mí —opina el profesor Raymundo Ojeda—, una de las cuestiones más contradictorias es contar con un programa director de la asignatura, que brinda todas las posibilidades para innovar, ser creativos y contextualizar. Un ejemplo es el programa del período del 95-98, el cual nos da la posibilidad de abrir el diapasón e ir de lo nacional a lo local. Pero los problemas de desinterés y desconocimiento persisten. Ha existido un divorcio entre el programa y la manera de aplicarlo».
De acuerdo con esas líneas de trabajo, la enseñanza de Historia de Cuba comienza en 5to. y 6to. grados. En el 7mo. aparecen las etapas Antigua y Medieval. En 8vo. se imparte la Moderna y Contemporánea, y en 9no. se retoma el programa de la historia nacional con un nivel de generalización. En ambos grados, los educandos son protagonistas de los Encuentros con la historia de mi patria, espacio donde se refuerza todo el conocimiento sobre los principales hechos y personalidades ocurridos en Cuba.
Nuevamente, en 10mo. grado, se retoma la Historia Contemporánea y de América. En el siguiente curso el alumno vuelve a estudiar el proceso revolucionario cubano; pero desde la formación y los antecedentes de nuestra nacionalidad hasta 1952. El primer semestre de 12mo. grado comienza a analizar los procesos ocurridos con posterioridad a esa fecha, y a partir de enero y febrero recibe un programa de sistematización y generalización de los contenidos de la historia patria, vinculado con la preparación de la prueba de ingreso a la Educación Superior.
Desde afuera parece interesante. Aun así, los estudiantes universitarios coinciden en tener la sensación de que, en su largo camino hacia la Educación Superior, transitan por distintos grados en los cuales se da la misma Historia. Así lo reconocen Frank Hernández García y José Ignacio Robaina, del 5to. año de la Universidad de Ciencias Médicas de Ciego de Ávila. Ambos señalan que no porque se repitan los contenidos se aprende más. «El método está fallando en alguna parte. Es cómo lo recibes. Hay algo que está mal».
Por su parte, Elena Milagros Godínez, estudiante de Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, confiesa que su interés por la Historia comenzó con la llegada de las pruebas de ingreso. «Creo que los profesores llegaban al aula muy predispuestos, sin ganas de enseñar o de trabajar y eso afectaba la enseñanza.
«No eran capaces de motivar. Ponían las teleclases y se iban o llegaban con muchos power points, y habla que te habla. Y tú con la mano levantada: “Hola, estoy aquí”. No interactuaban. Tampoco todo puede ser a base de power points. Eso pasó en el preuniversitario», señaló.
Apunta al celular, al tablet…, ¿y a qué más?
Si la Historia es una asignatura priorizada, sí cuenta con un buen programa director y todo (como parece) está más que dicho para dar buenas clases (a través de investigaciones de licenciatura, diplomados, maestrías y doctorados), entonces, ¿qué está pasando?
Las preocupaciones alrededor de esa pregunta originaron parte de los debates en los últimos congresos de la FEU y de la Unión de la Jóvenes Comunistas (UJC). En ambos eventos, los delegados se pronunciaron por atender los métodos de enseñanza del pasado nacional y actualizar los programas, sobre todo en cuanto a la presencia de Fidel en la Universidad y el papel del movimiento estudiantil en las etapas de la Revolución del 30 y de la lucha contra Batista, entre otras propuestas, como apuntó Dairon Mujica Barrera, vicepresidente nacional de la FEU.
De acuerdo con nuestro sondeo, el asunto posee varias complejidades. La primera de ellas aparece con el criterio generalizado de una falta de interés por la lectura y los medios tradicionales de enseñanza. La sociedad cubana está cambiando a ojos vistas hacia una sensibilidad por las nuevas tecnologías. En consecuencia, a los más jóvenes les resulta más atractivo sentir la superficie táctil de un dispositivo móvil que la hoja de papel de un libro.
La profesora Mayra Fonseca Carvaya graficaba esa realidad con un verbo no exento de pasión: «Si les mandas a leer un libro o un documento de papel, empieza el rechazo; pero con un celular, hacen maravillas». Ella, al igual que el profesor Ojeda, también apunta otras cuestiones no tan visibles, aunque bien decisivas: el aprendizaje de las habilidades, algo que al parecer pasó su buena factura en los rendimientos de la última prueba de ingreso en alumnos, que tenían el conocimiento y aun así no descifraron por dónde «venían» las preguntas.
Otros medios de enseñanza (tablets o pizarras inteligentes) no están a la mano por las dificultades económicas del país. También se debiera insistir en controlar y estimular el uso de los recursos con que hoy cuenta el Mined, como es el caso de los materiales de Cinesoft, disponibles en todos los territorios y no tan tenidos en cuenta, como reconoce Ysrael Coca Monteagudo, metodólogo provincial en la enseñanza media-básica en Sanctí Spíritus.
El aprendizaje, algo en lo cual coincidieron los especialistas, se dificulta porque los profesores no adaptan esa enseñanza a las características y los niveles de los estudiantes. A veces, explicaron, se quiere profundizar en el nivel de Secundaria, cuando esa profundización debería hacerse en los niveles posteriores.
Hay que respetar los grados de enseñanza, insistieron. Tenerlos en cuenta. «La Universidad es para que el alumno profundice —señaló el doctor Ojeda—, y vaya a los documentos originales de la historia. ¿Cómo vincular, por ejemplo, el arte y la literatura con la historia y cómo todos ellos representan una realidad histórica?».
Historia, insistieron los profesores entrevistados, es una asignatura que necesita vincularse con otras facetas de la vida. Y aquí aparece el otro problema. Sacar a los muchachos del aula y llevarlos a los museos resulta un dolor de cabeza. Los horarios (de la escuela y del museo) no ayudan mucho, y el transporte, tampoco.
Otra zona crítica fueron los textos de la asignatura. Los docentes explicaron que es muy difícil asentar toda la enseñanza en la oralidad. Y el asunto se complica al no existir libros impresos que abarquen a plenitud otras etapas. El máster Carlos González Gómez, con sus 48 años de experiencia en la asignatura, va más allá y señala la calidad en la edición de los textos, la cual no es atractiva por la escasez de imágenes y recursos para captar la atención de los alumnos.
«Creo que otro problema se encuentra en que hoy enseñamos una historia político-económico-social, y no una historia social y cultural, que ubique al individuo en todas las aristas de la sociedad», apunta el profesor artemiseño Liuván Núñez Díaz.
Una historia creativa y dinámica
Mai-Lin Alberty Arozarena, miembro del Buró Nacional de la UJC, explicó que desde el 10mo. Congreso de la organización, una de las resoluciones aprobadas acordó potenciar la enseñanza de la historia y hacerlo de manera creativa, dinámica y con los códigos comunicativos de hoy, pues ello es esencial para que los niños, adolescentes y jóvenes no vean la asignatura como aburrida.
En tal sentido, dijo que la vanguardia política juvenil ha trabajado en impulsar y acompañar la producción de materiales audiovisuales de calidad, en la digitalización de materiales para la preparación de profesores y alumnos, así como también en la realización de cápsulas históricas.
Además, como parte del 3er. Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación hemos propuesto que en los programas de estudio vinculados con el tema, se incluyan contenidos relacionados con el surgimiento de la UJC, los movimientos juveniles y las organizaciones estudiantiles, y la vida y obra de Fidel, en especial su faceta como estudiante universitario, explicó Alberty Arozarena.
Apuntó que ha sido fundamental la realización de las rutas y excursiones históricas, la atención a las tarjas, bustos y monumentos, el desarrollo de los fórums de historia de las organizaciones estudiantiles, los encuentros con combatientes, el foro «La Revolución Cubana, 60 años de historia», el proyecto Descubriendo Cuba, el debate de películas como Inocencia y otras iniciativas.
Se trata, detalló, de mejorar nuestra enseñanza y a la vez de fortalecer en las nuevas generaciones «la fidelidad y el apego a la historia, los principios y valores de la nación cubana; y eso solo lo lograremos si somos capaces de hacerlo con un lenguaje propio y tener conciencia de que nuestros debates, intercambios y clases no pueden ser encartonados.
Entonces, como decía el joven profesor Liuván también hay que barrer con la manera en la que se ha plasmado el pasado y sus personalidades. Una señal de ese conflicto, afirma, se puede apreciar en las personas que se asustaron y hasta se indignaron por «ciertas escenas» sobre la vida del Apóstol en Martí, el ojo del Canario, de Fernando Pérez.
«Martí también se enamoraba. Esa es la verdad. ¿Qué hay de malo en eso? Hemos enseñado durante tanto tiempo una historia tan elevada, con personalidades tan distantes de lo humano, que no invitan a conocer el pasado, cuando la realidad es otra y eso hay que cambiarlo. Porque en la vida real, lo que de verdad ocurre, es que la historia no vive subida en un pedestal».
La UJC ha promovido en los últimos años diversas rutas y excursiones históricas. Foto: Roberto Ruiz
La enseñanza se actualiza
Según explicó Miriam Egea Álvarez, directora del Departamento de Marxismo-Leninismo e Historia del Mined, como parte del 3er. Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Enseñanza, la actualización de la enseñanza de Historia es fundamental, pues se trata de una asignatura priorizada por su valor en la formación integral de los estudiantes.
Igualmente, destacó que, para el proceso de mejora de los programas y libros de texto, la Academia de Historia de Cuba en coordinación con el Mined realizó un minucioso estudio de los documentos y textos vigentes, al cual se incorporaron investigadores del Instituto de Historia de Cuba, profesores de la Universidad de La Habana, miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y ya se cuenta con nuevas propuestas que se validan en los centros experimentales.
—Entonces, ¿qué cambios fundamentales tendrá la enseñanza de la historia en las escuelas cubanas?
—La nueva propuesta se concibió sobre la base de los más recientes aportes de la historiografía, en lo didáctico y metodológico; además, se asume con un enfoque desarrollador el pensamiento de Martí, de Fidel y de otros destacados políticos, educadores e intelectuales revolucionarios del contexto cubano, latinoamericano, caribeño y de otras regiones.
«Desde el punto de vista metodológico, se logra una estructuración gradual entre el nivel de sistematización y el de profundización en el tratamiento de hechos y procesos históricos, desde el alcance de los objetivos y el nivel de desarrollo de las habilidades, así como se descargan los programas mediante la integración de los sistemas de objetivos, contenidos y habilidades.
«Además, prevalece un enfoque tercermundista, expresado en el incremento de objetivos y sistemas de contenidos referentes al estudio del área latinoamericana y afroasiática, la lucha contra el imperialismo (historia de la emancipación)».
—¿Cuánto debe perfeccionarse también la labor del maestro en el aula?
—El profesor de Historia ante los nuevos retos debe concebir una adecuada autopreparación, la cual tiene que caracterizarse por el estudio integral de los conocimientos históricos que se relacionan con la unidad a impartir, profundizar en las características socio-económicas, políticas y culturales de la etapa a desarrollar.
«También, debe realizar un estudio riguroso de los programas del grado escolar que imparte, análisis de las orientaciones metodológicas, conocer los contenidos que se expresan tanto en el libro de texto como en otras fuentes del conocimiento histórico y revisar cuidadosamente el material de estudio con que cuentan los estudiantes.
«Para ello es imprescindible que cada docente elabore, a partir de la lectura, interpretación y resumen de determinados contenidos que aparecen en libros, artículos de revistas, periódicos, o programas televisivos, fichas de contenidos y bibliográficas, lo que favorecerá que en cada departamento o cátedra exista un Fondo de Documentación Histórico-Cultural, el cual contribuirá a la elevación de la cultura general de los profesores.
«El maestro tendrá también que revisar cuidadosamente los hechos más significativos de la historia local para, de manera armónica vincular estos con la nacional, el estudio de la literatura especializada en la didáctica de la asignatura, así como el dominio y utilización de los documentos emanados de los congresos del Partido».
—¿Pero eso solo es suficiente?
—Además, de la autopreparación del docente, deben añadirse las ocho horas semanales de preparación metodológica, la cual debe distinguirse por el estudio de los contenidos y métodos a utilizar para comunicar la historia.
«Es necesario también que el docente use con eficacia las nuevas tecnologías, materiales informáticos y audiovisuales (documentales, películas, software, visitas virtuales a museos, web media) muchos de ellos elaborados por Cinesoft, los cuales responden al plan de estudio de los niveles educativos.
De manera especial se refirió a que liderados por el Doctor Eduardo Torres Cuevas, presidente de la Academia de Historia de Cuba, se desarrolla para todos los maestros de Historia del país, desde octubre de 2015, el curso Cuba el sueño de lo posible, el que en cada territorio cuenta con conferencias de historiadores, investigadores, profesores universitarios, así como se realizan visitas a museos y debate de materiales audiovisuales, entre otros. Toda esta superación contribuye a elevar la calidad de la preparación científico-pedagógico de los claustros de Historia.