Los niños son «la materia prima» fundamental del parque, devenido centro de educación ambiental. Autor: Rafael Martínez Publicado: 21/11/2018 | 09:02 pm
Campechuela, Granma.— No crean que a Félix Pedro Guillén Fonseca, cuyo almanaque sobrepasa ya las siete décadas, se le hizo fácil la vida cuando ideó convertir un vertedero en pulmón verde.
Fogueado, desde 1979, en los trajines del verdadero delegado, les repitió a sus vecinos que aquel inmenso basurero clandestino, enclavado en la comunidad de Marcial Jiménez, debía transformarse en un lugar donde se plantaran árboles y sueños.
Así, tras meses de batalla, nació oficialmente, en junio de 2011, el parque ecológico Rosa Elena Simeón, acaso el único de su tipo en Cuba.
«Muchos me apoyaron, pero algunos siguieron tirando desechos, echaban desde animales muertos hasta piedras y tuve que ponerme fuerte. Llegaron a decirme Pedro «Palo» Guillén, por la cantidad de gente que regañé», cuenta hoy este hombre con una sonrisa.
Lo cierto es que, en la lidia contra los que querían continuar pastando ovejas o lanzando botellas, logró que los vecinos erradicaran aquella montaña de trastos y vieran surgir, poco a poco, un emblema de Campechuela.
«Esto no es solo un orgullo mío, sino también de todos mis coterráneos», comenta Félix con un torrente verbal que a ratos parece incontenible.
Quince círculos de interés y dos sociedades científicas funcionan dentro del Rosa Elena Simeón. Foto: Cortesía de la institución
Bosque singular
Ahora mismo el parque ecológico asombra. En poco más de siete años nacieron allí, en 2,5 hectáreas, más de 600 plantas de 116 especies, de estas 46 maderables y 30 medicinales.
La palma real, la mariposa blanca, el campeche —árbol que da origen al nombre del municipio—, el caguairán, el cedro, la ceiba, la palma azul y la yagruma son algunas de las plantas emblemáticas del sitio.
A ese singular bosque van una y otra vez niños y jóvenes de Campechuela, no solo para sembrar, sino también para aprender los secretos de la Madre Natura.
«En la actualidad esto es más que un parque, es un centro de educación ambiental, en el que funcionan 15 círculos de interés —11 de Primaria y cuatro de Secundaria Básica— y dos sociedades científicas del preuniversitario Antonio Maceo», explica Enrique Verdecia Pérez, director de la institución.
Él agrega que bajo esas ramas mágicas los más nuevos desarrollan actividades teóricas y prácticas, relacionadas con la agricultura sostenible, la biodiversidad, el cambio climático, la capa de ozono, el manejo integral costero, la Tarea Vida y otros asuntos ligados al medio ambiente.
«La cultura ambientalista ha crecido en las escuelas, pero también en una buena parte del municipio, porque los centros de trabajo se han vinculado con el parque, así como profesores del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), instructores de arte, campesinos, instituciones culturales y otros factores», comenta el directivo.
Claro, ese crecimiento ha implicado que los cuatro especialistas del Rosa Elena Simeón hayan tenido que superarse constantemente, pues aunque todos son universitarios ninguno estudió Botánica.
Uno de ellos, Julio Rodríguez, expone que no se trata solo de aprenderse el nombre común o el científico de cada árbol, sino, además, conocer sus características principales, hábitat, propiedades y «todo cuanto se pueda».
Por fortuna, la institución cuenta con una valiosa minibiblioteca sobre la naturaleza, que la convierte en un referente para la educación ambiental.
Muchas manos
Una de las peculiaridades del parque ecológico de Campechuela es que muchos de los árboles los han sembrado personalidades de Cuba, que lo han visitado.
Esos árboles hoy son reconocidos por otros forasteros, admiradores del tamaño que adquirieron los tallos en poco tiempo.
«Es bello ver crecer las raíces rápidamente», dice Vergit Arevich López, especialista del centro y que atesora incontables fotos digitales de diversos momentos en la historia de este hermoso terreno, que ha servido para desarrollar eventos, concursos, talleres de posgrado, clases...
En esas memorias que guarda ella también están los pasos de cientos de jóvenes de Granma y otras provincias, quienes, formando parte de los destacamentos de verano o como excursionistas, se han maravillado con este pequeño pulmón verde.
Una calle necesaria
Con 72 años, Félix Pedro Guillén es un hombre incansable.
El incansable Félix Pedro Guillén, Hijo Ilustre de Campechuela, no solo ayudó a que su municipio tuviera un parque ecológico. Con su concurso, la comunidad de Marcial Jiménez, de más de 3 000 habitantes, fue declarada hace años protectora del medio ambiente por numerosos logros en el cuidado y la preservación de la naturaleza.
Esa distinción, que inflama sanamente a los lugareños, contrasta y choca con el estado de la calle República, que da acceso al parque Rosa Elena Simeón. Está llena de cráteres, irregularidades... fragmentaciones que hacen saltar a más de uno y en tiempos de lluvia se convierte en un lodazal laberíntico.
«Es un reclamo viejo, que ha salido varias veces en las rendiciones de cuenta. Pretendemos, al menos, un arreglo que no haga tan feo el entorno en una comunidad con numerosos premios», manifiesta Guillén, y cierra el diálogo con una frase que lo caracteriza: «Si uno se cansa, no triunfa, y así quedó demostrado cuando eliminamos aquel vertedero. Ahora no nos cansaremos de luchar por una calle que siga mejorando nuestro entorno y cambiando nuestra vida».