Desde bien temprano los jóvenes comienzan sus faenas en las plataformas del mayor organopónico de Santa Clara. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 31/07/2018 | 07:43 pm
Dice que por sus venas corre el amor por la tierra, que de su padre aprendió a sacarle frutos al surco, y que en solo cinco meses, cuando cambie las botas de campo por los libros y cuadernos de Ingeniería Eléctrica, buscará soluciones más eficientes para el sistema de riego de la finca familiar, en el villaclareño poblado de Pavón, en Encrucijada.
José Carlos Morales Sanabria tiene solo 19 años, el último de estos alcanzado durante los ocho meses de Servicio Militar Activo (SMA), que cumple en la Unidad del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) Las Marianas, en Santa Clara, pero sabe que el título universitario que ansía obtener sin grandes contratiempos abonará en solo cinco años sus sueños.
En mucho ya ha podido superar sus empíricos conocimientos. Atender primero el antiguo guayabal de la instalación, y luego el sistema de riego y la producción de frutas y vegetales destinada directamente a la población del territorio, lo han dotado de herramientas muy valiosas para sus futuros planes profesionales. No obstante, es consciente de que este es solo el inicio de un largo camino que se debe perfeccionar en etapas y estudios superiores.
Por lo pronto se empeña en continuar aprendiendo todo cuanto puede de las tareas asignadas por la subteniente Yasnay Haydeé Olivera Ruiz, la más joven de las ocho mujeres que integran el colectivo de trabajadores del organopónico, fundado en 1996 por herederas del legado de la Madre de la Patria.
Contrario al futuro ingeniero eléctrico, esta santaclareña de 22 años, que desde hace dos meses se desempeña como jefa de la compañía de José Carlos, y los jóvenes que cumplen aquí su período de SMA, no atesora antecedentes directos del trabajo con la tierra que ha aprendido a amar con la labor diaria.
Para hacerlo cuenta con la experiencia adquirida como jefa de un pelotón antivectorial en La Habana, función asignada a su egreso de la especialidad de mando por la que optó al concluir su Servicio Militar Voluntario Femenino. Este tiempo en la capital, asegura, la capacitó para dirigir, como ahora, a subordinados que incluso la superan en edad y años de experiencia.
Diariamente se gana el aprecio de todos los que ven en ella a una fiel seguidora de Las Marianas que en 1994 cultivaron por primera vez esa tierra que hoy renace en las jóvenes manos del EJT. Guiados por Yasnay Haydeé, ellos guataquean pasillos, alistan las cámaras para la plantación, siembran nuevos frutos, escardan los cultivos, riegan el campo y cosechan las 375 parcelas de la entidad, sin olvidar la roturación del terreno con los bueyes y el cuidado de las producciones que autoabastecen a la tropa.
Continuadores de un legado
Según explicó el mayor Kemel Suárez Saez, jefe de la unidad de cerca 36 hectáreas, desde que en noviembre de 2013 la dirección de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio de la Agricultura le asignaran al EJT la tarea de darle continuidad a la labor iniciada por Las Marianas, sus 152 trabajadores se empeñan en aumentar la producción en estas fértiles tierras y satisfacer las necesidades de la población y las entidades productivas de la empresa agropecuaria Valle del Yabú.
Los resultados pueden constatarlos quienes visitan o transitan cerca de la instalación, en la que sobresalen las plataformas de plátano fruta y vianda, coco, mango, lechuga, acelga, ajo puerro, tomate, col, rábano, cilantro, habichuela, zanahoria, remolacha y pepino, e incluso quienes los adquieren en el mercado estatal en su forma natural o procesados.
Con un rendimiento que supera con creces los 20 kilogramos por hectárea que sus fundadoras mostraron al líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, durante la antepenúltima visita que él realizara a territorio santaclareño en 1996, hoy Las Marianas ostentan el título de mayor y más productivo organopónico de la ciudad, siempre fiel al legado de la madre de los Maceo, a quien rinden tributo diariamente con los frutos que extraen de la tierra.
Los soldados del EJT velan diariamente por las 375 parcelas de la entidad.Foto:Abel Rojas Barallobre
Un Ejército singular
En la Ley 75/94 de Defensa Nacional se define que el Ejército Juvenil del Trabajo, creado el 3 de agosto de 1973, en Camagüey, es una agrupación de fuerzas y medios que forma parte de las tropas terrestres de las FAR, sus miembros son militares en activo, en su estructura es contemplada la categoría de trabajadores civiles, y se designa para:
—Realizar actividades productivas en interés del desarrollo económico-social del país.
—Ejecutar medidas para la protección del medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales.
—Preparar militarmente a sus integrantes y participar en la lucha armada.
—Contribuir a la educación y formación patriótica, militar, deportiva y cultural de los jóvenes.
Asimismo establece entre sus funciones:
—Crear y mantener una fuerza organizada con elevada productividad, y que al mismo tiempo sus efectivos tengan una preparación militar que les permita participar en la defensa de la Patria.
—Dirigir el sistema de producción y servicios subordinados y mantener relaciones directas, a todos los efectos legales, económicos y administrativos, con los organismos de la Administración Central del Estado y sus dependencias.
—Mantener bajo contrato de administración a empresas agropecuarias cuyas estructuras incluyen el sector cooperativo.
—Preservar el patrimonio de las granjas estatales, pertenecientes al organismo con que se establezcan vínculos.