El Calixto García es la institución médico-docente más antigua y de mayor tradición de nuestro país. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 23/05/2018 | 09:51 pm
Nunca en su larga vida profesional el doctor Manuel Carriles Picazo, jefe del grupo de cirugía torácica y quien lleva 25 años en el Hospital Universitario Calixto García, se había enfrentado a casos de lesionados por accidentes aéreos.
Tampoco estaba de guardia aquel fatídico viernes en que el Boeing 737-200 se estrelló en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional José Martí, pero la casualidad lo ubicó entre quienes recibieron a los sobrevivientes de un desastre que ha marcado hondamente sus sentimientos humanistas y puesto a prueba sus dotes como especialista.
«Estaba esperando para entrar a operar un caso cuando nos avisan del accidente aéreo. Inmediatamente se desencadenó el plan de aviso ya previsto en el hospital. Fui de los que recibí el primer lesionado, conjuntamente con el resto de las especialidades, el hombre que tristemente llegó fallecido.
«Después vinieron las mujeres. Se les hizo la evaluación primaria y de ahí se desencadenó el arduo proceso de tratamiento para lograr su estabilidad. En ese entonces hicimos diagnóstico, ultrasonido, laboratorio, y por ende, el examen clínico, que es lo más importante en estos casos.
El galeno recuerda que había mucha gente en el hospital, médicos de todas las especialidades, algunos se mandaron a buscar y otros vinieron por su voluntad a colaborar en una situación tan delicada.
«Desde el primer momento dos de estas pacientes fueron intervenidas en nuestros salones por las especialidades de Neurocirugía, Ortopedia y Cirugía general», narra Carriles Picazo.
Detalla que en el caso de Mailén Díaz Almager muchos de los procederes se le hicieron en el mismo cuerpo de guardia, para tratar de movilizarla lo menos posible.
«Después de las primeras 24 horas se logró tener a las tres en la unidad de cuidados intensivos. Se fortalecieron todas las condiciones con el equipamiento y los recursos humanos necesarios».
Desde entonces el equipo médico realiza todas las acciones para lograr revertir las lesiones, lo cual ha permitido que dos de las sobrevivientes se mantengan con vida, a pesar del traumatismo de alta envergadura y los múltiples daños que sufrieron.
«Este es un hospital que te entrena para los casos más complicados. Aquí contamos con una tecnología de avanzada y un equipo multidisciplinario de médicos, profesionales de la salud y personal paramédico de alta calificación y experiencia, en especial la mayor cantidad de expertos en traumas», afirma.
La fuerza sanadora del amor
No son pocos los que en el Hospital Universitario Calixto García se sobreponen al dolor y cumplen, como nunca antes quizá, con el deber de salvar vidas.
El mismo día en que el avión cayó abruptamente a tierra me encontré, en medio de la urgencia, con el joven doctor Davel Milán Valdés, secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas en el Calixto García. Se movía de un lado a otro, aplicando los procederes médicos a las sobrevivientes y dispuesto a estar en cualquier lugar donde hiciera falta.
Entonces intentamos abordarlo para obtener alguna información que diera esperanza sobre el estado de las sobrevivientes, pero fue imposible, una y otra vez lo llamaban del cuerpo de guardia y solo acertó a decirme: «El dolor es inmenso y de esto uno no se recupera nunca, a pesar de estar entrenado para estas emergencias y de exponernos frecuentemente a accidentes masivos».
Este joven forma parte del equipo multidisciplinario —compuesto por especialistas de esa institución y de otras prestigiosas del país— que atiende a Maylén Díaz Almaguer, de 19 años de edad, y a Emiley Sánchez de la O, de 39 años, como mismo lo hizo con la joven de 23 años que falleció el lunes.
José Manuel Inclán Llanes, especialista de primer grado en Imagenología, con diez años en la institución hospitalaria, explica que para su especialidad cuentan con equipos digitales de última tecnología y tomógrafos de los más modernos que existen, con una calidad de imagen y diagnóstico envidiables.
«Gracias a eso se pudieron detectar a tiempo toda la serie de lesiones con las que llegaron las tres sobrevivientes. Ayer salí triste porque uno las ve luchando por la vida, buscando fuerzas y eso también te conmueve, aunque lo veas con frecuencia. Son muchas las lesiones que sufrieron como resultado de la magnitud del accidente. La atención de algunas se deja para otro momento porque no representan peligro para la vida y nos centramos en estabilizar y tratar las más graves. En todo esto ha influido el conocimiento científico, la responsabilidad y preocupación por obtener y garantizar imágenes de óptima calidad y lograr eficientes procesos terapéuticos.
«Los médicos somos seres humanos, pero la carrera te prepara para estos casos. No podemos ponernos a llorar, ni desmayarnos por la presencia de sangre. Tenemos que mantenernos serenos y centrados para ofrecer lo mejor de nuestros servicios y conocimientos, pero sentimos gran tristeza cada vez que perdemos una vida».
Este especialista también ha estado desde el 18 de mayo casi sin salir del centro médico, por la forma en que se sienten comprometidos con su responsabilidad.
«Todo el equipo se une para ayudar y los casos los discutimos más de una vez en el día. Todo lleva mucho sacrificio, disciplina, acompañamiento, algo que nos ha inculcado le escuela médica de la Revolución».
Ghislaine Carballal Gómez, especialista en Neurocirugía, después de cinco años en la institución ha tenido su «prueba de fuego» durante estos días, en los que ha estado codo a codo con sus colegas para salvar a las sobrevivientes.
Tengo solo un año como especialista y los otros cuatro como residente. Nunca había estado en un accidente de esta envergadura. Me impresionó la respuesta masiva del personal médico, paramédico y de enfermería.
«A nosotros nos toca evaluar neurológicamente a los pacientes cuando están hemodinámicamente estables. Se hace una primera evaluación y luego otra cuando ya hay mayor estabilidad», explica.
Reconoce que el equipamiento de la instalación médica ha mejorado mucho. «Gracias a eso hemos podido llegar más fácilmente a los diagnósticos. Sobre todo en Neurocirugía dependemos mucho de las imágenes, de la tomografía, de la resonancia, de la radiografía.
«Para ofrecer los partes y con las evaluaciones somos muy meticulosos. Estos días de trabajo también me han sido oportunos para aprender de los médicos más experimentados, para seguir creciendo», aseguró.
Si en algo coincidieron los especialistas entrevistados es en que han sido incontables las muestras de sensibilidad y humanismo recibidas por familiares y amigos de las sobrevivientes, quienes han dejado trabajar a los médicos y los ha distinguido su disciplina, en esta hora de dolor y sufrimiento.
«El cubano es muy sobreprotector y demanda mucho del accionar médico. Independientemente de que tú le puedas explicar que está muy grave, que corre peligro para la vida, siempre van a demandar», asegura el doctor Manuel Carriles Picazo.
Y concluye con una apreciación que lo engrandece más, al igual que a sus compañeros: «No estamos haciendo nada extraordinario, los tratamientos y las atenciones son las mismas que podemos hacer cuando llega cualquier paciente a esta institución. Siempre trabajamos con mucha sabiduría y ecuanimidad».
Manuel Carriles Picazo
José Manuel Inclán Llanes
Ghislaine Carballal Gómez
Hablan los expertos
A 66 ascendió este miércoles la cantidad de víctimas identificadas del accidente aéreo ocurrido el viernes último en La Habana. El doctor Sergio Rabell Piera, director del Instituto de Medicina Legal, apuntó que solo falta un extranjero por reconocer —presumiblemente un miembro de la tripulación— por lo que se trabaja intensamente en su identidad.
Sobre las dos sobrevivientes se conoció que continúan reportadas en estado crítico extremo con alto grado de complicaciones. El doctor Carlos Martínez Blanco, director del Calixto García, explicó que en su quinto día de evolución ambas pacientes prosiguen, bajo pronóstico reservado, en el caso de Mailén Díaz Almaguer; y desfavorable, para Emiley Sánchez de la O.