Creció viendo aquella Patria presa por dueños lejanos. Autor: LAZ Publicado: 13/02/2018 | 08:51 pm
Creció viendo aquella Patria
presa por dueños lejanos,
viviendo una Isla triste
con sus gobernantes falsos,
una Cuba con grilletes
desde los pies a las manos,
y aquel joven santiaguero,
Donato Mármol Tamayo,
pequeño terrateniente,
unió a todos sus esclavos
y siguió a Carlos Manuel
y a esos que se levantaron
en un grito de pelea,
con la orden del abogado
que los llevó a la manigua
con machetes de trabajo,
casi sin ropa, vestidos
con el honor de hacer algo,
para librar una guerra
de mucho más que diez años.
Y allí, con ellos, Donato,
con 25 febreros,
lleno de fuerza, a caballo,
sin miedo a los españoles,
con habilidad de mando,
torbellino en el combate,
y por eso el abogado
Presidente entre las Armas,
padre de los hombres bravos,
fue el que hizo General
el valor de aquel muchacho
que alzó y tomó Jiguaní,
y aún con pocos soldados
le hizo frente al enemigo
en la tierra de Bayamo,
donde sintieron su fuego
de libertad los tejados.
Soñaba con invadir
a la ciudad de Guantánamo,
pero enfermó, y sin remedios
para fiebres y quebrantos,
murió cuando aún la guerra
tenía solo dos años.
En aquel General joven
lleno de fuerza, a caballo,
con el machete brillante
y hasta el bigote afilado,
hoy tiene la historia un héroe
que debe ser recordado;
fue uno de los primeros
entre aquellos hombres claros,
que luchó por una Cuba
sin mayorales ni esclavos,
con un camino en los pies,
y una paloma en las manos.