LOS archivos desclasificados sobre la muerte de John F. Kennedy podrían tener mucho que decir sobre Cuba. Y es que —si bien derrumban la teoría conspirativa de que el tiroteo de Dallas, donde murió el Presidente estadounidense, había sido orquestado desde La Habana— arroja luces sobre los más diversos planes para destruir la Revolución socialista que crecía en el Caribe en los albores de 1960.
A más de cinco días de la liberación de los «J.F.K. papers», un nuevo caso enterrado sale a la luz: durante la Operación Mangosta, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) también consideró organizar eventos terroristas en Miami para culpar a Fidel y los cubanos.
«Podríamos desarrollar una campaña de terror comunista cubana en el área de Miami, en otras ciudades de Florida e incluso en Washington. Podríamos hundir un bote lleno de cubanos en ruta a Florida (real o simulado). Podríamos fomentar los atentados contra la vida de los refugiados cubanos en los Estados Unidos, incluso hasta el punto de causar heridas en los casos en que se publique ampliamente», alerta uno de los archivos publicados por la CBS.
Los planes no se detuvieron allí: «Explotar algunas bombas de plástico en lugares cuidadosamente elegidos, el arresto de un agente cubano y la publicación de documentos preparados que corroboren la participación cubana también serían útiles para proyectar la idea de un gobierno irresponsable». Sin duda, al menos en teoría, la CIA tenía bien alto el listón de cuando mucho se convierte en demasiado.
Entre los textos desclasificados, un reporte del Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos alertaba que «era poco posible que Castro se arriesgara a matar a Kennedy a pesar de que la CIA hubiera tratado continuamente de matar al líder cubano». Una realidad que gritan a voces todos los archivos. Y la pregunta aún queda: ¿esconderán algo más los centenares de papeles «muy sensibles» que Trump todavía no se atreve a entregar?