La noticia cambia en titular y contenido. «Un mes y medio sin balseros cubanos en Florida», así daban a conocer el reporte de la Guardia Costera estadounidense: Cero balsero cubano interceptado en altamar en abril y lo que va de este mes de mayo.
Este resultado se le debe adjudicar a la decisión —tardía, pero razonable—, de la presidencia de Barack Obama que, en enero de 2017, eliminó los privilegios o «ventajas» migratorias otorgadas bajo la política de «pies secos-pies mojados». Ese elemento agregado en 1995 a la Ley de Ajuste Cubano, estimulaba el peligroso cruce del Estrecho de la Florida, ya fuera en frágiles embarcaciones improvisadas o en las inescrupulosas y no pocas veces mortales excursiones organizadas por bandas de traficantes de personas, entrelazando ilegalidad, irresponsabilidad y lucrativo negocio de mafias mayameras.
Por supuesto, levantar la política que permitía a esos cubanos obtener la residencia apenas tocaban tierra firme, cerró las puertas a la irregularidad y también a la muerte en el mar airado.
En reiteradas ocasiones Fidel denunció ese engendro como «una ley asesina», «una ley terrorista», y lo calificaba como terrorismo de la peor especie «que mata conscientemente y sin el menor remordimiento», incluso a niños inocentes, como era el caso que expuso el 27 de noviembre de 2001 en un discurso en la Tribuna Antiimperialista.
«Durante muchos años hemos advertido a los gobiernos de Estados Unidos que la Ley de Ajuste Cubano, vigente desde el 2 de noviembre de 1966, y los estímulos a las salidas ilegales, son causantes de enormes riesgos y elevadas pérdidas de vidas humanas», dijo entonces el Comandante en Jefe, cuando la muerte de un grupo, entre ellos 13 niños, enlutaba hogares y dolía a todo un pueblo.
Numerosas fueron las tragedias similares, consecuencia de la politización del fenómeno migratorio por parte de Estados Unidos, en relación con Cuba, cuando además otorgaba visas a personas escogidas, fundamentalmente por su nivel profesional, en un infame robo de cerebros, que llegó a establecer otra política también suprimida por Obama, el Parole para los Médicos.
El informe de ahora de la Guardia Costera de cero balsero, refrenda la certeza de la permanente denuncia a la infausta política, la que jugó impunemente con las vidas arriesgadas en peligrosas travesías o en repugnante tráfico humano como parte de la agresión y la hostilidad contra Cuba que cometieron sucesivas administraciones de Washington.