SANTA CLARA, Villa Clara.— La tasa de donación de órganos de fallecidos destinados a trasplantes, en su mayoría riñones, pasó en Cuba de ocho por millón de personas a 14 el pasado año, lo que posibilita prolongar la vida de otros seres humanos.
Lo anterior confirma una mayor sensibilidad y solidaridad de las familias que autorizan efectuar ese procedimiento, reveló aquí el doctor Antonio Enamorado Casanova, jefe del Programa de Trasplante del Ministerio de Salud Pública (Minsap).
Esa cifra de donaciones —en la que se incluyen también órganos como el hígado, tejidos y corazón— resulta vital para garantizar la sostenibilidad del programa de trasplantes en Cuba, iniciado en la década de 1970 y que supera los 5 000 realizados, el 95 por ciento desde un donante fallecido.
Enamorado Casanova insistió en la importancia de las donaciones de órganos para proceder a los injertos renales, teniendo en cuenta que en el país reciben hemodiálisis 3 300 personas. Esto es resultado de una alta prevalencia e incidencia de la insuficiencia renal crónica, la cual tiene entre sus causas fundamentales a la diabetes mellitus y la hipertensión arterial.
A nivel nacional, la supervivencia de los pacientes con injerto renal es del 80 por ciento, semejante a la que se logra internacionalmente, gracias a la profesionalidad de los equipos multidisciplinarios a cargo de la operación, el estado adecuado en que se mantiene al paciente, la buena preservación del órgano destinado a esos fines y a los medicamentos inmunosupresores de última generación.
Otra noticia esperanzadora es que han aumentado los donantes vivos de riñón, en lo que influye el hecho de que ahora un paciente puede recibir órganos no solo de padres, hijos y hermanos, sino también de esposos o familiares de segundo y tercer orden de consanguinidad. Esto se debe al desarrollo de las pruebas inmunológicas y de los medicamentos para evitar rechazos.